Sabiendo que Christopher no estaría en Londres me sentí con la libertad de asistir al baile en casa de los Clayton sin preocupaciones, aunque sabría que mi presencia daría por hecho que nuevamente estaba entrando al mercado, aunque sonara horrible, esa era la manera correcta de llamarlo. Fue exactamente igual como lo imagine, los ojos se centraron en mi al momento en el que entramos a aquel enorme salón de fiesta, la modista había hecho un excelente trabajo, demasiado bueno para mi gusto pues el provocador escote, lo pomposo y los pliegues perfectos y decoraciones doradas hacían al elegante vestido amarillo el centro de atención del lugar. —¡Oh mira! —La emoción en el rostro de mi madre me hizo sentirme un poco apenada—Lord Dorset está aquí. Debe saber que ya no hay lazos que te aten a

