Edward observó a su esposo llevar la cuchara a su boca e ingerir los alimentos de esa manera infantil que le había enamorado. Masticó lentamente, con un nudo en su garganta que le obstruía el paso de los alimentos, sin embargo, más que un nudo, eran los recuerdos los que se le atravesaban. Las dos veces con ese hombre no habían funcionado. Ver el rostro de decepción de su esposo en cada prueba le rompía el corazón, pero era la segunda, tal vez se estaban apresurando a las cosas. Aunque no estaba seguro de soportar una tercera.
Era... era incómodo estar con otro hombre, se sentía sucio, utilizado, violado, pero ¿de qué otro modo podía sentirse? Saber que otro hombre, que pensaba quién sabe qué cosas, entraba a su cuerpo le hacía correr un escalofrío. No le agradaba, era un desconocido. En
