Capitulo 8

1398 Palabras
Isaias:La noche era oscura y silenciosa, solo interrumpida por el crujir del hielo bajo mis pies. La manada de los mellizos, se había reunido en una de las habitaciones, yo no quise participar, le están diciendo que todo estaba tranquilo. Pero la paz no duró mucho. —¿Qué ocurre?— grité. De repente, un aullido resonó en la noche, seguido por el sonido de patas que se acercaban. —Los lobos solitarios— dijo un guerrero –Estan liderados por el lobo gris y fiero los cuales emergieron de la oscuridad y se lanzaron hacia acá— —¡Prepárense! —gritó Kristen, poniéndose en guardia. —¡No los vamos a dejar pasar! —rugió Cristian, mostrando los dientes. El lobo gris, el líder de los lobos solitarios, se acercó a Kristen y Cristian. —¿Creen que pueden defender esta manada? —se burló el lobo gris—. Somos más fuertes y más numerosos. —No importa cuántos sean —respondió Kristen, con los ojos brillantes de determinación—. No vamos a dejar que nos ataquen sin luchar. —¡Vamos a ver quién es el más fuerte! —gritó Cristian, lanzándose hacia el lobo gris. La batalla comenzó, con lobos que se enfrentaban y se mordían. La casa de hielo se convirtió en un campo de batalla, con cristales que se rompían y se esparcían por todas partes. Isaías, que se había mantenido al margen, se unió a la batalla, luchando con ferocidad para proteger a su familia. —¡Isaías, cuidado! —gritó Kristen, viendo que un lobo marrom que se acercaba a él. —¡No te preocupes por mí! —respondió Isaías, mordiendo al lobo solitario—. ¡Puedo defenderme solo! Pero los lobos solitarios eran numerosos y feroces, y la manada de los mellizos comenzó a retroceder. —¡Kristen, Cristian! —gritó Isaías—. ¡Tenemos que hacer algo! —¡Ya voy! —respondió Kristen, lanzándose hacia el lobo gris. —¡Vamos a terminar esto de una vez por todas! —rugió Cristian, uniéndose a la lucha. —Yo mataré a los del fondo, y ustedes al resto— dijo firme Isaias —Ten cuidado— gruño Cristian Por otro lado, Atlas se dirigió hacia el pueblo, con la intención de obtener provisiones para ella y la bruja. Sin embargo, al acercarse al pueblo, sintió un ambiente extraño. Los pasos sigilosos y las sombras que se movían en la oscuridad la pusieron en alerta. —¿Quien andan ahí?— De repente, un grupo de lobos emergió de la oscuridad, con los ojos brillantes y los dientes afilados. Atlas no dudó en actuar, utilizando sus habilidades de lucha para defenderse. Con sus piernas arrastraba a uno y con las manos desgarraba el cuello de otro, se tiraba al suelo mientras se tiraba por los aires a devorar el resto. Con movimientos rápidos y precisos, Atlas mató a los lobos uno a uno, sin hacer ruido. Sin embargo, su presencia no pasó desapercibida. Isaias, que se encontraba cerca, la vio luchando y se quedó paralizado. —¿Quién eres? —preguntó Isaias, aún en shock. Atlas no respondió. En su lugar, se ocultó en la oscuridad y desapareció, dejando a Isaias con más preguntas que respuestas. Mientras tanto, los mellizos Kristen y Cristian se encontraban en la casa de hielo, recuperándose de la batalla contra los lobos solitarios. Sin embargo, su descanso fue interrumpido por un aroma extraño que llenó el aire. —¿Qué es eso? —preguntó Kristen, levantándose del suelo. —No lo sé —respondió Cristian, también levantándose—. Pero me parece que es... familiar. Los mellizos se miraron entre sí, confundidos. No sabían qué era ese aroma, pero sabían que les provocaba una sensación extraña. —¿Crees que sea... ella? —preguntó Kristen, con la voz apenas audible. Cristian no respondió. En su lugar, se acercó a la ventana y miró hacia afuera, como si esperara ver a alguien. —No lo sé —dijo finalmente—. Pero voy a encontrarlo. Los mellizos se miraron entre sí, con una determinación compartida. Iban a encontrar a la persona que había dejado ese aroma, y no iban a descansar hasta que lo encontraran Isaias irrumpió en la casa, asustado y tembloroso. Los mellizos Kristen y Cristian se volvieron hacia él, preocupados. —¿Qué pasa, Isaias? —preguntó Kristen. Isaias intentó hablar, pero solo pudo tartamudear. —Vi... vi algo —dijo finalmente, con la voz temblorosa—. Algo que peleaba... como un animal. Pero no era cualquier animal. Era... era una bestia. Cristian se levantó de su asiento, intrigado. —¿Qué tipo de bestia? —preguntó. Isaias se estremeció al recordar lo que había visto. —Era... era como si hubiera escupido el cuerpo que había matado. Era... era inhumano. quitó dos cabezas con una sola mano Los mellizos se miraron entre sí, confundidos. ¿Qué tipo de criatura podía hacer algo así? De repente, el beta de la manada, entró en la habitación. —Los cuerpos de los lobos muertos ya no están —dijo, con una expresión seria—. Alguien o algo los ha llevado. Los mellizos se miraron entre sí, alarmados. ¿Qué estaba pasando en su manada? —Tenemos que encontrar a la persona que está detrás de esto —dijo Kristen, con determinación—. Antes de que sea demasiado tarde. Cristian asintió en acuerdo. —Estoy contigo, hermano. Vamos a encontrar a esa persona y a poner fin a esto. Isaias, que había estado observando la conversación, se levantó de su asiento. —La.. La bestia puede ayudarnos —dijo, con la voz temblorosa—. La vi. La vi pelear, me salvo Los mellizos se volvieron hacia él, sorprendidos. —¿Quién es? —preguntó Kristen. Isaias se estremeció al recordar lo que había visto. —Es... una chica —dijo finalmente—. La chica que pelea como una bestia. La mujer de ojos grises Los mellizos se acercaron a Isaias, ansiosos por obtener más información sobre la misteriosa chica. —¿Cómo era? —preguntó Kristen—. ¿Qué aspecto tenía? Isaias se estremeció al recordar lo que había visto. —Era... oscura, bueno estaba cubierta no la pude ver —dijo—. Con ojos grises y cabello n***o. Y su forma de pelear... era como si fuera viviera para matar Cristian asintió, intrigado. —¿Y dónde la perdiste de vista? —preguntó. Isaias señaló hacia el este. —Por allí —dijo—. La seguí hasta que desapareció Los mellizos se miraron entre sí y luego se dirigieron hacia el este, siguiendo el rastro de la misteriosa chica. Isaias los acompañó, aunque parecía nervioso y asustado. Al llegar al lugar indicado por Isaias, los mellizos se encontraron con una escena macabra. Había cuerpos de hombres despedazados por todas partes, con órganos y sangre esparcidos por el suelo. Isaias se tapó la boca con la mano, horrorizado. —Dios mío... —murmuró. Los mellizos se miraron entre sí, sorprendidos y alarmados. —Esta chica es peligrosa —dijo Kristen con tono burlón —. Tenemos que encontrarla antes de que haga más daño. Cristian asintió. —Sí, pero también tenemos que tener cuidado —dijo—. No sabemos qué es capaz de hacer. Los mellizos continuaron su búsqueda, siguiendo el rastro de la misteriosa chica. De repente, Cristian se detuvo y se giró hacia atrás. —¿Qué pasa? —preguntó Kristen. Cristian no respondió. En su lugar, levantó la mano y atrapó una flecha con la punta de plata que se dirigía hacia él. —¿De dónde vino esto? —preguntó, mirando a su alrededor. Kristen se acercó a él, preocupado. —No lo sé —dijo—. Pero creo que estamos siendo atacados. De repente, una figura emergió de la oscuridad. Era una chica con ojos grises y con una cabeza de una mujer, el cual la tiro y se fue —¿Quién eres? —preguntó Kristen, sorprendido. La chica solo se detuvo le dio vueltas a su cabeza para todos lados, pero algo la jalo al bosque dejando a los hombres atrás. —¡Es ella!— afirmó Isaias —Ufff— murmuró Kristen —Listo, ya caímos en la tentación— murmuró Cristian
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