CAPITULO 2| LUDMILA SALERNO

3724 Palabras
Ludmila Salerno era la princesa de la familia, primero fue la favorita de su padre, Gianni Salerno y posteriormente de su hermano mayor Lucían y de dos sucesivos, Leonard y Luca, en la familia solamente había una prioridad y era mantener segura a la única mujer de la familia que quedaba con vida pues su madre murió joven en un atentado que se sospechaba había sido propiciado por la familia Rossi, los aliados de los Contti. Ludmila era posiblemente una de las mujeres mas bellas de la Toscana, con esos bellos ojos similares a los de su hermano Leonard y un temperamento alegre y para nada pesado, todas esas cualidades habían seducido a Franco Contti cuando lo conoció en uno de los clubes que ambas familias frecuentaban. Franco Contti era el hijo mayor de Fabricio, con unos ojos cafés claros y un rostro seductor, era diez años mayor que Ludmila y eso la atrajo a un más a él, como una delicada polilla a una luz que tarde o temprano terminaría asesinándola, el sexo era bueno, el mejor que había tenido y la lujuria y excitación inminentes solo podían ser provocados por el temor de ser descubiertos en sus morbosos actos sexuales que ambos no tenían ninguna vergüenza de cometer en cualquier zona en la que se encontraban. Los costosos autos de Franco habían sido usados como plaza para perderse dentro de ella mientras la castaña arañaba su espalda sin vehemencia sintiendo como el m*****o del italiano la poseía sin piedad, a sus veinte años no podía estar mas enamorada de alguien, pero para su mala suerte era el hombre incorrecto, un Contti. —Viste cuando murió esa desgraciada ¿Cierto? —Preguntó mirando sin descaro a Liesel quien no muy convencida comenzaba a cambiarse de ropa después de tomar un baño, estaba calmada pero dentro de su cabeza estaba formando el plan adecuado para escapar, no quería quedarse siendo sabedora que cuando algún cable se zafara de la maquiavélica cabeza de uno de los hermanos terminaría con un tiro en si cien. —¿Hablas de la novia de Franco? —Preguntó mientras analizaba la ropa de mujer que había en el closet de la habitación, se daba cuenta que era mayor que la chica que abrazaba la almohada en su cama, pero ella parecía ser sumamente inteligente y de alguna manera sádica pues el desprecio con que pregunto aquello le pareció exorbitante. —No hay otra zorra como Luciana Rossi—Siseó la italiana—Lo único que me llena de rabia es saber que posiblemente Franco se acostó con ella muchas veces, se que es tu hermano querida Liesel, pero déjame decirte que mientras yo viva mujer que tenga mujer que morirá, es mío hasta que muera, el y su gran m*****o tienen la marca de Ludmila Salerno. Liesel intentó contener una sonrisa, Franco era un idiota, lo había comprobado por experiencia propia, al mirar a Ludmila supo que su hermano tenia una debilidad por las mujeres jóvenes y de piel tersa. —Herencia de papá—Susurró para si misma negando con la cabeza—Franco es mi hermano, realmente solo por parte de padre, pero sé que es un idiota, si matas a todas las mujeres con las que este te aseguro que dejaras a la Toscana sin personas del género femenino. Ludmila río. —Eres divertida—La alagó—Aquí solo estoy rodeada de hombres, mis amigas son unas perras que solo quieren dos cosas: Mi dinero o cogerse a mis hermanos, no tendrán ninguno de los dos, tiene prohibido acostarse con mis amigas, es asqueroso. Aprovechando lo hablantina que era la mujer aprovecho para cuestionar muchas cosas, Liesel había escuchado el apellido Salerno antes, su madre solía decir que su padre siempre había tenido problemas con esa familia, cuando Gianni Salerno le solicito un tratado de paz para parar la violencia en la Toscana Fabricio había aceptado, sin embargo, la madre de los Salerno, Beatrice, murió en un atentado de la familia Rossi, enemigos Gianni pero aliados de los Contti, no había que pensar mucho para saber a quien apoyo Fabricio en ese pleito entre familia. Fabricio Contti sabia que los Salerno tenían mucha más influencia que él y si deseaba prosperar nunca podría hacerlo mas que ellos si estaba de su lado, debía destruirlos si quería alcanzar su nivel, fue por ello que los traiciono y aquellas peleas hostiles siguieron después de la muerte de Gianni y el ascenso de Lucían como líder de la familia, nunca habían sido amigos e incluso mucho menos socios respetables pero con lo que paso con Ludmila todo se había ido a la mierda y las calles de la Toscana se llenaron de sangre, a veces de los Contti y a veces de los Salerno. —Parece que tu hermano Leonard y Luca son gente de respeto—Comentó Liesel mientras se quitaba la toalla y quedaba desnuda delante de su acompañante, comenzó a colocarse un sostén que era de su talla con aun las etiquetas puestas, todo era nuevo. —Podríamos decir que lo son—Respondió—Sin embargo, ambos son diferentes a Lucían, haz caso a Leonard, si llega a regresar cuando estés en casa no hagas estupideces, cuando el decide que alguien morirá es porque lo hará. —¿Estas diciendo que el poderoso de la familia es Lucían y no Leonard? —Lanzo aquella pregunta intentando conocer un poco como funcionaba aquella familia, era obvio que los dos que había conocido eran de armas tomar. —¿Pareces interesadas en mi hermano? —Solo quiero saber con quien estoy viviendo—Susurró casi entre dientes—Hace un mes vivía tranquilamente en Alemania, hace una semana con mi padre y ahora estoy aquí, en cuatro paredes viviendo con desconocidos de los cuales no sé nada más que su apellido. Ludmila sintió cierta compasión por la alemana. —Escúchame bien Liesel, se que ninguno de los tiene intensiones de matarte, seria como nada para tu padre, ha perdido tantos hijos que uno mas no sería nada para él, repito si te comportas puedes ganas muchos favores por parte de mis hermanos, tantos como desees y logres obtener, simplemente respeta las reglas. Ellos pensarán que harán contigo, de haberte querido matar ya estuvieras en la Sofferenza siendo torturada—Liesel al escuchar el nombre trago saliva con cierto miedo y debía tener miedo, la Sofferenza era la habitación de torturas de los Salerno, tenia fama de ser la zona donde hasta un mudo hacia hasta lo posible por hablar. ¿Ganarse las cosas? ¿Complacer a los Salerno? Inmediatamente la alemana se vio en una encrucijada, no tenía la habilidad de quedarse callada, tampoco era la clase de mujer que se acostaba con cualquier hombre por amor al arte, su madre la había educado para nunca tener que ser como ella, una mujer que daba su cuerpo no dinero, la había criado bien, eso sí, le había dado la libertad de disfrutar de un buen sexo con el hombre que ella quería, pero sin necesidad de tener que hacerlo con obligación o necesidad. Si quería follarse a alguien lo haría porque lo deseaba—Pensaba, no podía negar que Leonard Salerno era extremadamente atractivo, su hermano lo era por igual pero sabia que eran sus enemigos, unos de los que estaba dispuesta a escapar, a la mierda las reglas, a la mierda complacerlos, solo quería regresar con su padre y a Alemania lo más pronto posible. —Tu eres el pago Liesel, eres el pago de la cuenta que tu padre tiene pendiente con mi familia por lo que paso con Franco—Le confesó la italiana—Queste sono le regole della mafia, una vita per un'altra vita (Esas son las reglas de la mafia, una vida por otra vida) Sin temer avergonzarse delante de ella comenzó a narrar el infierno de los últimos meses, la perdida de su hijo, el miedo que tuvo que pasar cuando sus hermanos se enteraron de su embarazo y exigieron el nombre del malnacido, no pudo contenerse y deseando no tener que esconderse más rogo a Lucían que se le tomara como la unión con los Contti para terminar de una vez por todas las muertes que se generaban de sus enfrentamientos por territorios, no más guerra, no más sangre, no más enemistad. —Siento mucho lo que paso con tu bebé—Liesel no puedo evitar notar con la tristeza que hablaba la mujer que le narraba su triste historia, sabía que no quería hacerlo o eso era lo que había narrado, pero era muy difícil para sus hermanos tener que soportar que su hermana fuera señalada por tener un hijo bastardo y mucho más siendo la única mujer de la familia. —Fue mi decisión, pero lo que mas me dolió fue que fui la única que lloro su asesinato. Soy consciente que mi decisión lo mato, el que diga que matar un hijo no es asesinato que se joda, pasas un jodido infierno, yo cargo con mi cruz cada día, de cada semana sin descanso, pienso como hubiera sido de haber nacido y eso me llena de dolor—Se levanto de la cama y camino hacia Liesel dedicándole una mirada a través del espejo—Me voy, no olvides lo que te he dicho, si quieres sobrevivir hazme caso. Mientras salía de la habitación el teléfono de la italiana vibro. Franco: Tenemos que vernos. Ha llegado el momento de que tu y yo arreglemos las cosas. Al mirar el mensaje suspiro, no pareció sorprendida, sabía que esa sería la primera reacción de Franco si al anciano de su padre realmente le preocupaba la seguridad o lo que pasara con su hermana. El heredero de esa familia tenía una severa obsesión por ganarse la aprobación de su padre y haría lo que fuera para recuperar a Liesel si eso le hacia ganar unos puntos, así que atacaría desde la parte que sabía podría manipular de manera mas sencilla y el m*****o más débil de los Salerno no era otra que Ludmila. Aquella misma tarde tomo su maleta que utilizaba para el golf y la metió dentro de su auto, al asomar la cabeza fuera observo como su sequito de guardaespaldas se preparaban para seguirle. —Jodido Lucían—Maldijo—¿Acaso no puede quedarse quieto incluso en Inglaterra? El líder de la familia era sumamente calculador y colocaba siempre como prioridad la seguridad de sus hermanos, sus reglas eran inviolables y su palabra era la ley dentro de los muros de la mansión y también durante los negocios, no había hombre en toda Italia que hiciera temblar a otra familia con un par de palabras como lo hacía Lucían Salerno. —Iré al golf—Explicó la chica—Quiero jugar sola, pero aceptare que me acompañe Giuseppe si eso les hace felices a ustedes y al maldito de Lucían, deseo respirar sin ser seguida por un jodido par de gorilas—El golf no estaba lejos así que después de un par de insultos los hombres cedieron y Giuseppe que mas que su guardaespaldas era su amigo de confianza se puso en el lugar del conductor y ambos salieron de la mansión cuando las puertas automáticas se abrieron. —¿A dónde vamos? —Ludmila sonrió cuando se dio cuenta que el hombre había detectado que planeaba escapar de casa ha hacer cosas de las que sus hermanos no debían enterarse, rápidamente la mujer le dijo que la llevara al parque ecológico de Florencia, estaba céntrico y camino al golf por lo que sus hermanos no se darían cuenta que se había desviado de lugar a través del GPS. —Tarda una hora y media y después me recoges en la misma zona, trae una gorra como recuerdo, quiero pruebas de que estuve allí—Le guiño un ojo y no dio mas explicaciones, Giuseppe era su aliado y amigo que siempre la rescataba en situaciones complicadas, nadie sabia que esta amistad era profunda por la seguridad del propio guardaespaldas, un solo movimiento en falso y terminaría con el tiro de gracias y siendo enterrado en la fosa común. El Maserati Ghibli color n***o se detuvo levemente cuando el auricular en la oreja de Giuseppe comenzó a sonar, la voz del líder de la seguridad de los Salerno hizo un eco en él. —El jefe acaba de llamar—Informó haciendo que el hombre sintiera un nudo en la garganta—Esta buscando a Gabrielle lo que me hace pensar que se ha enterado de lo que ha pasado con la familia Contti, si por alguna razón se comunica con alguno de ustedes no duden en decir la verdad a menos que quieran un tiro en la jodida cabeza. Otro pitido y la conexión se terminó, miro de reojo a Ludmila que observaba por la ventana, rápidamente presiono el acelerador. Tal parecía que sus hermanos tendrían problemas, incluida la pequeña princesa, si Gabrielle era interrogado por Lucían era mas que obvio que terminaría hablando de mas y las cosas se pondrían hostiles en la casa. No comento nada, simplemente cuando llego al lugar acordado detuvo el auto y la chica salió del auto dedicándole un asentimiento. —Disfrútalo, posiblemente no vuelvas a salir en mucho tiempo—Dijo mirando como Ludmila se colocaba unos lentes de sol. —No seas aguafiestas Giuseppe, nos vemos en hora y media—Y después de cerrar la puerta salió corriendo en dirección al otro lado de la calle, sus largos tacones no fueron impedimento y justo cuando miraba de lado a lado buscando un auto conocido un Audi A7 color rojo hizo su aparición, cuando el conductor bajo el vidrio polarizado observo el rostro inconfundible de Franco, rápidamente subió en él. Cuando la chica cerro la puerta el auto continuo su marcha alejándose de la zona, ella no perdió tiempo y recorrió con una mirada lasciva al que consideraba el amor de su vida. Se quitó los lentes de sol. —Lo lamento tanto, la perdida de tu prometida debió ser muy dura—El tono fingido y sarcástico con el que hablo hizo que Franco apretara la mandíbula, antes el rostro de Ludmila tenía una sonrisa, pero en cuanto noto que el hombre estaba molesto imito su cara seria—Te lo dije Franco, nunca podrás estar con nadie mas que conmigo. Donna che hai, donna che morirà. Capisci? (Mujer que tengas, mujer que morirá ¿Entiendes?) —Ha pasado mas de un año Ludmila, deja de comportarte como una loca—Atacó de inmediato el italiano—¿Dónde esta mi hermana? ¿Qué planea hacer Lucían con ella? Ella río al saber que los Contti pensaban que Lucían estaba detrás de esto. Ilusos, morirían engañados porque ella no pensaba hablar y mucho menos darles información sobre sus hermanos, solo podría decir lo que pasaría con Liesel y aquello era porque deseaba mirar el enfado en los ojos de Franco. —Tu hermana—Repitió—La linda Liesel. ¿Crees que le gusten los tríos? Por qué estoy segura que Luca y Leonard tienen ganas de uno, posiblemente se les una tarde o temprano. —No juegues conmigo Ludmila—Masculló Franco—Mi padre comenzara una guerra para recuperarla. ¿Quieres acaso que alguno de tus hermanos muera? ¿Quieres morir? —Eres un idiota—Insultó colocando su cabeza contra el cristal—Sabes cuál fue mi fecha de muerte, no tengo miedo a morir, que pase lo que tenga que pasar y que todo se joda si ese es el destino. —¡No hablo de nosotros ahora Ludmila! Hablo de lo que han hecho tus hermanos. ¡Mataron a Luciana, mataron a la única hija de Fabiano Rossi! ¿Tienes idea de lo que eso ocasionara? —El italiano no pudo contenerse y dio un golpe al volante, su padre estaba enojado, muy enojado. —Todo se trata de nosotros Franco. Pedí la muerte de Luciana y ahora ella esta muerta, mis hermanos querían venganza y ahora tienen a tu hermana viviendo entre las paredes de nuestra mansión. Lo que un Salerno desea es lo que se cumple, todo esto paso cuando permitiste que tu padre hiciera lo que deseara conmigo, con mi honor, nunca te perdonare lo que paso—Le reclamó sin lagrimas en los ojos no iba a llorar, no delante de Franco, además las lágrimas se le habían acabado.   —Ludmila, ¿Qué demonios quería que hiciera? —Preguntó. —¡Que lucharas por mí, que me pusieras como prioridad antes que los deseos de tu padre! ¡Eso era lo que quería! —Franco freno el auto de golpe, cuando la mujer miro por la ventana se dio cuenta que estaban demasiado lejos del centro, ahora todo lo que podía ver era terracería y arboles por todos lados. Franco llevo las manos a su cabeza, estaba exasperado. —No podía hacer eso. —Han pasado varios meses y es lo único que tienes que decirme. Que patético eres—Ella abrió la puerta para salir de auto, pero el fuerte agarre de Franco le impidió salir, rápidamente coloco el seguro y empujo a la italiana contra sus labios. Al principio se noto sorprendida, pero en cuanto noto el pasional y deseoso ataque de Contti abrió su boca dándole acceso a su boca, le había extrañado. Los labios del italiano bajaron desde su boca hasta su cuello, deseosa de mas se apresuro como pudo a apartarse de su asiento y a subirse encima del hombre que la ayudaba a sacarse la ligera blusa que tenía puesta. —Franco—Gimió ella haciendo su cuello hacia atrás dándose acceso a su cálida lengua—¿Me has extrañado? —Lo he hecho—Afirmó tomando su boca nuevamente, sus manos se colaron a la falda corta que portaba, era tan corta que cuando se subió en su regazo la mitad de su trasero había quedado al descubierto. Cuando sus dedos recorrieron su entrepierna el hombre abrió los ojos sorprendido, no tenía ropa interior. —¿Quién se folla a quien Franco? —La sonrisa malvada en la boca de la mujer le hizo excitar aún más, y entonces mientras ella lo besaba pasionalmente comenzó a moverse en círculos contra su dura entrepierna mientras con sus manos acariciaba su cabello. Sintió como su erección crecía entre su pantalón y entonces la Ludmila sintiendo aquella presión contra su sexo no dudo ni un solo segundo en ayudarlo a quitarse el cinturón de seguridad, el segundo en ser apartado de su deseoso camino fue el de Prada que acompañaba a su conjunto, un pantalón de franela n***o y una camisa blanca, al mirar en la parte trasera del auto podía observar el saco y la corbata. Cuando aquello que les estorbaba fue apartado la mujer tomo en sus manos la erección que tanto extrañaba, apoyo sus rodillas a ambos lados del asiento del conductor mientras abría las piernas, con la punta recorrió su sexo sintiendo como en su estómago las mariposas características de la excitación comenzaban a carcomerla, sin evitarlo un gemido broto de su boca cuando la punta rosada de Franco paso sobre su clítoris. —¡Dio, quanto rico! (¡Dios, que rico!) —Gimió sintiendo como su humedad aumentaba, el italiano sonrió rememorando cuantas veces Ludmila se había venido estando sobre el y llevando hacia atrás su largo cabello haciéndola ver como una diosa, no solo se veía, se movía como una jodida diosa. Ella lo colocó en su entrada y poco a poco comenzó a bajar mientras miraba a los ojos a Franco quien contenido un suspiro plagado de satisfacción. El cuerpo cálido de la mujer que tenia el apellido que mas detestaba su padre, lo embargo, cálido, excitante y apretado, así era Ludmila, además su cuello y todo su cuerpo tenia el olor de una fragancia costosa. ¿Balenciaga o Versace tal vez? Ella comenzó a bajar y subir sobre él, mientras le besaba con un deseo carnal que le hizo olvidar por unos segundos lo que pasaría si los Salerno se enterasen que nuevamente se estaba follando a su hermana. Los dedos de hombre se enteraron en su cintura para después ser el quien la penetro sorpresivamente y con fuerza cuando fue a su encuentro llenándola con lascivia. —¿Me dirás que pasara con mi hermana? —Preguntó Franco sintiendo como las piernas de Ludmila temblaban apunto de partirse en miles de pedazos debido a las sensaciones que recorrían su cuerpo, se sentó sobre él y comenzó a moverse en círculos haciendo que un gemido ronco brotara de la boca del italiano. —Tu hermana—Jadeo ella sintiendo como el m*****o dentro de ella latía levemente indicando que su liberación estaba cerca de llegar—Dejara de ser una Contti, lo que ha pasado con nosotros no se repetirá. Las largas uñas de la italiana recorrieron la barbilla y el cuello del hombre hasta llegar a sus labios, los cuales besos ingresando su lengua con ferocidad, aquel beso ahogo los gemidos provocados por su orgasmo y también los de Franco quien sin poder contenerse por mas tiempo se vino dentro de ella. —¿A qué mierda te refieres? —Ella se abrazó a su cuello mientras sus corazones agitados no podían hacer nadas más que latir sin mesura, entonces después de inclinarse sobre el para sacarlo de su cuerpo le susurró unas palabras—Preferisco essere morto che vedere un mio figlio accanto a un Salerno (Antes muerto que ver un hijo mío a lado de un Salerno) —Esas palabras…—El recuerdo los golpeo, eso había dicho su padre cuando los Salerno pidieron que cumpliera como hombre a su hermana, le negó el permiso a pesar de intentar persuadirlo, Ludmila deposito un beso en su cuello y después en la comisura de sus labios.   —Esas palabras amore, son las que tu padre va tragarse—Los ojos de Ludmila parecieron complacidos al notar como Franco se tensaba entre sus manos—Porque tu linda hermana será mujer de un Salerno, dile al viejo que prepare su arma para darse un tiro.                    
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