Los dos hombres siguieron de largo sin notar que sus objetivos estaban disfrazados de una pareja. Mishal la besaba con delicadeza acariciando suavemente su cabello dorado y sosteniendo su cintura con suavidad. Para ellos el tiempo pasó lento, Eira deseaba que ese momento fuera eterno, que no acabara nunca, pero fue consciente del presente en el que estaban, abrió lentamente sus ojos comprobando que los dos hombres que los perseguían no los habían notado continuando su camino calle abajo.
Eira al ver que estaban a salvo empujó con delicadeza al Mishal, los dos se vieron fijamente a los ojos, sonrojados y con una sonrisa discreta en el rostro. En el fondo la princesa gritaba por dentro de la emoción que sentía por lo que acababa de pasar entre ellos, aunque la razón le decía que solo había
