Maria Eduarda
Dos meses después...
— ¡Embarazada, estás embarazada, Madu! — exclama Hilary sosteniendo la prueba de embarazo en la mano.
Me levanto de la cama desesperada, corro hacia ella y agarro la prueba. Hace algunas semanas que me despierto todos los días sintiéndome mal y mi presión ha estado fluctuando. No entendía lo que estaba pasando, hasta que mi amiga dijo que podría estar embarazada. Al principio pensé que era una locura, pero pronto recordé que mi menstruación está atrasada, lo que me puso en alerta. Entonces compré una prueba de embarazo en la farmacia y fui directamente a casa de Hilary para hacerla. Ahora estoy viendo sin creer la palabra embarazada en la pantalla de la prueba.
— No, esto solo puede ser un error, debo haber hecho el examen de forma incorrecta. No puede ser que esté embarazada, ya no tenía relaciones con Dennis desde hace tiempo y aun así siempre usamos condón. — digo asustada sosteniendo la prueba de embarazo.
Ella inspira profundamente.
— Amiga, lo estás, solo que son pocas semanas y ya no estás con Dennis desde hace dos meses, es decir, no puede ser de ese infeliz. — pone cara de disgusto al recordarlo.
Dennis nunca más me buscó desde el día en el hotel. Realmente la cena fue pagada y descontada de mi salario. Hasta hoy no he conseguido encontrar otro empleo, porque todos dicen que estuve poco tiempo en el último y cuando llamaban al hotel para pedir referencias, informaban por qué fui despedida, así que no soy una empleada confiable para permanecer en ninguna empresa.
¡Maldita sea!
— Si no es de Dennis, solo puede ser... — cierro los ojos tratando de recordar su nombre, pero no lo recuerdo. Creo que no pregunté y ni siquiera vi su rostro.
¡Mierda!
— Te embarazaste del enmascarado guapo de la discoteca. ¿Cómo puedes no recordar nada de ese hombre? Fuiste con él a la habitación, debes recordar algo, haz un esfuerzo Madu.
Cierro los ojos intentando recordar algo, pero no recuerdo mucho, solo que él tiene un tatuaje, pero no recuerdo cómo es.
¿Qué vas a hacer? — pregunto mientras él baja hacia el medio de mis piernas. Siento sus dedos en medio de mi hendidura.
Esto — responde pasando la lengua por toda mi v****a provocándome gemidos cada vez más fuertes.
¡Maldita sea!
— Solo recuerdo destellos de esa noche. Dios mío, me embaracé de un desconocido. — empiezo a llorar desesperada.
— Amiga, no llores. — dice Lary intentando calmarme.
Niego con la cabeza.
— ¿Cómo no, Lary? Mi madre está pasando por el mayor aprieto desde que perdí el empleo, mi padre está cada día peor, no tengo un empleo y ahora voy a traer un niño a todo esto, ¿cómo no desesperarme? — digo poniendo la mano en mi vientre. — ¡Qué inconsciente fui! — digo.
— Amiga, te ayudaré. — dice ella.
Niego con la cabeza acostándome en la cama.
— Vas a ser transferida al hotel en Nueva York, Lary. Sabes que no podrás ayudarme allá y aun así no sería justo contigo. — digo llorando, tomada por la desesperación, pensando en toda mi situación.
Ella inspira profundamente y se sienta a mi lado en la cama.
— Madu, eres una mujer fuerte y guerrera, estoy segura de que este niño va a tener una madre increíble, sin contar que los hijos son una bendición en la vida de uno, así que no estés así amiga, si Dios te dio este niño es porque te dará las condiciones para cuidarlo, ¡confía!
Acaricio mi vientre y respondo:
— Eso espero, eso espero. — mis palabras salen sin ninguna convicción, pero intento concentrar energías positivas en ellas.
Algunas horas después, salgo de la casa de mi amiga y voy a mi apartamento. En el momento en que entro, veo a mi padre Fabricio viendo televisión y a mi madre Rosa sentada en la pequeña mesa que está pegada al sofá pelando papas.
— Hija, llegaste. — mi madre me recibe con una gran sonrisa al verme.
— Espero que hayas encontrado otro trabajo, ya que dejaste el último. — dice mi padre irritado mientras ve un partido de baloncesto.
Me encojo un poco porque seguramente mi padre va a estallar cuando le dé la noticia.
— No le hables así, Fabricio, nuestra hija se está esforzando mucho para conseguir un trabajo.
— Jajaja... tu hija dejó el último trabajo por mero capricho, descubrir la traición del novio no era el fin del mundo, sin contar que si ella supiera hacer las cosas bien, él no habría buscado a otra mujer. — mi padre escupe las palabras.
Mi madre se encoje y yo me siento aún más triste por nunca tener el apoyo de mi padre, él me culpó totalmente por el fin de mi compromiso, dijo que habló con Dennis y mi exnovio dijo que yo no supe retenerlo, mi padre como el gran canalla que es, se puso del lado de mi ex, y no de su hija que fue humillada y traicionada.
— Hija, ¿estás bien? — pregunta mi madre.
Trago en seco intentando reunir valor.
— Quiero hablar... con ustedes. — digo intentando controlar mi miedo.
— Si es para decir que encontraste otro trabajo, te escucharé. — dice mi padre.
Niego con la cabeza.
— No es por eso, papá. — digo mientras las lágrimas se forman en mis ojos.
— Hija, ¿estás enferma? — pregunta mi madre preocupada acercándose a mí.
Niego con la cabeza mientras las lágrimas caen.
— Entonces cuéntame, ¿qué pasó? — pregunta ella angustiada.
— Habla ya, niña, y deja el drama. — exclama mi padre sin paciencia.
— Estoy embarazada. — les digo de una vez.
Mi madre se queda en shock, al igual que mi padre, pero pronto aparece una sonrisa en los labios de mi padre y dice:
— Ja ja ja... Es de Dennis, ahora no tendrá otra opción más que casarse contigo, es genial esto, finalmente hiciste algo bien y nuestra vida va a cambiar. — percibo la esperanza viva en sus palabras.
Trago en seco negando con la cabeza.
— ¡Mi bebé no es de Dennis, papá! Ya no tenía ninguna relación con él desde hace mucho tiempo, quedé embarazada en una discoteca... a la que fui y estuve con unmmm... desconocido, mi bebé no tiene padre. — mis palabras salen cortadas y llenas de miedo.
Mi padre se levanta furioso del sofá en mi dirección y me da una bofetada en la cara que me hace tambalear hacia atrás y caer en la esquina de la sala por el impacto.
— ¡Desvergonzada! ¿Terminaste con tu novio para qué?! ¿Para quedar embarazada de cualquiera en la calle?! ¿Y ahora traes a este niño para que yo lo mantenga?! — exclama furioso.
— No, papá, voy a trabajar. — digo de inmediato.
— Fabrício, no hagas eso, ella es nuestra hija. — dice mi madre poniéndose delante de mi padre para que no venga a agredirme.
— ¡Ella quedó embarazada de cualquiera, Rosa! Tu hija es una cualquiera y todo esto es culpa tuya que siempre la dejaste muy suelta, no supiste criarla con mano dura — mi padre empuja a mi madre que golpea la espalda contra el respaldo del sofá y cae llorando.
— Papá... yo no quería.— digo llorando.
— ¿No querías? ¿Qué es lo que no querías? ¿Dejaste escapar a un novio así con buenas condiciones y ahora quedas embarazada de un desconocido? Pero ¿sabes qué?, te voy a enseñar a no ser tan descarada. — veo a mi padre sacar el cinturón y el miedo se apodera de mí, rápidamente me inclino cubriendo mi vientre con los brazos en un intento de proteger a mi bebé.
— No, Fabrício, por favor no hagas eso. — mi madre suplica, intentando quitarle el cinturón de las manos, pero es en vano porque siento el primer cintazo con la hebilla que golpea bien en mis brazos. Él empuja a mi madre nuevamente y me da otros cintazos, donde siento toda mi piel herirse y arder.
— ¡Fabrício, no hagas eso, ella es tu hija! — mi madre finalmente logra empujar a mi padre que es mucho más alto que ella y se interpone. — No vas a volver a agredir a mi hija. — grita desesperada.
Mi padre niega con la cabeza mientras mira a mi madre y a mí, que estoy en el rincón llorando.
— No voy a mantener a ese niño, si tu hija decide seguir adelante con ese bebé de un desconocido, que sepa que no voy a hacer nada para ayudar, ella tendrá que arreglárselas para comprar todo para el bebé y no cuente conmigo para nada. — grita y sale del apartamento enfadado.
Mi madre respira hondo y viene a mi encuentro, me ayuda a levantarme y me acuesta en el sofá con la cabeza en sus piernas.
— Hija, cálmate, vamos a encontrar una solución. — dice mientras se le caen las lágrimas.
— Perdóname, mamá, por haberme quedado embarazada y ni siquiera saber quién es el padre. — digo y ella limpia mis lágrimas y luego pasa las manos por mi cabello que es igual al de ella.
— ¡Ah, mi Madu! Eres tan fuerte y valiente, si la santita quiso enviarte este bebé es porque sabe lo que hace, ahora vamos, te ayudaré a bañarte y luego te pondré una pomada en esas heridas.
Asiento con la cabeza positivamente.
Entré al baño y el dolor que siento por la hebilla del cinturón que mi padre golpeó en mis brazos, piernas y espalda ni se compara con el dolor que siento en mi alma, por haber recibido tantos golpes en tan poco tiempo.
Me pregunto qué hice mal para merecer tanto sufrimiento.
Cinco años después...
— Madu, ¿será que el nuevo dueño del supermercado realmente nos va a despedir a todos? — pregunta preocupada mi compañera de trabajo Ashley.
— No lo sé. — respondo angustiada.
El mercado donde trabajo como cajera fue vendido y hay rumores de que habrá recorte de personal, sin embargo, todos estamos preocupados, porque no imaginábamos que el nuevo dueño haría eso. Me costó tanto conseguir este empleo fijo después de que nacieron mis hijos que cada segundo que pasamos en esta agonía es una prueba cardíaca para mi corazón.
Realmente muchas cosas han pasado en estos últimos cinco años, descubrí que el embarazo era de trillizos, mis hijos nacieron prematuros en un parto por cesárea y casi muero en el parto porque tuve eclampsia debido a la presión alta, todo esto fue consecuencia de un embarazo complicado con la presión alta debido a que mi padre siempre me humillaba y aún dejaba que varias personas en la calle hablaran mal de mí, incluso Dennis cuando supo que estaba embarazada, dijo que seguramente lo engañé, y terminé llevando fama de vagabunda en todo el vecindario, claro que Tamara amó todo eso.
Cuando mis hijos cumplieron tres años, tuvimos que mudarnos a Nueva York porque mi padre acabó contrayendo algunas deudas en el barrio donde vivíamos, donde ni siquiera pudimos traer muchas cosas, suerte que Hilary me ayudó a conseguir este empleo aquí tan pronto como llegué porque hasta entonces vivía de trabajos ocasionales vendiendo dulces en las puertas de la universidad, desde entonces sigo trabajando arduamente para mantener a mis bebés y ayudar a mi madre.
Mis hijos ya tienen 4 años, se llaman Vincent, Dominic y Theo, puedo decir que estos niños son luz en mi vida, la fuerza que encuentro diariamente para soportar cualquier cosa.
Mis niños son muy inteligentes, lindos y cariñosos, pero también muy inquietos, casi no pueden quedarse quietos y siempre terminan irritando a algún vecino malhumorado, porque juegan todo el tiempo con sus enormes sonrisas y su alegría contagiosa. Ninguno de ellos nació parecido a mí, con excepción de Dominic que nació con el cabello castaño oscuro igual al mío, ya Vincent y Theo son rubiecitos pero todos tienen los ojitos claros, iguales a los ojos de aquel enmascarado con el que dormí y hasta hoy no sé su nombre ni vi su rostro.
Todos los días cuando llego a casa y soy recibida por mis niños, noto que la sonrisa de ellos es la misma del padre y me parece maravilloso que mis bebés sonrían tanto, incluso viviendo todavía con mi padre despreciable que no da ni una pizca de amor a los nietos, así como nunca me lo dio a mí en toda mi vida, solo empeoró con el paso de los años, no consigue un empleo fijo y aun cuando consigue algo nunca tiene dinero, si no fuera porque yo compro las cosas para la casa, no tendríamos ni qué comer. Sé que ya debería haberme mudado, pero no soy capaz de dejar a mi madre sola, así que voy viviendo como puedo entre altibajos.
Hilary ahora es gerente del hotel de la cadena donde trabajaba antes, el cual incluso fue vendida, y mi amiga pensó que iba a ser despedida en ese momento, pero no, terminó siendo promovida y está teniendo una gran carrera. Ahora que estamos cerca, siempre va a mi casa a llenar a mis niños de regalos. La Tía Lary, como la llaman, los hace muy felices cuando llega con dulces y se vuelven locos por comerlos, aunque yo diga que eso les hace daño a los dientes. Pero mis bebés nunca escuchan, ahí está el gran problema: nunca escuchan nada, tienen una personalidad fuerte y les gusta ser independientes. También les gusta meterse en líos pequeños, especialmente cuando no les gusta alguien.
— Si nos despiden, al menos hay una boate aquí cerca contratando. — dice Ashley, sacándome de mis pensamientos.
— ¿Cuál? — pregunto curiosa.
— Ricci's Billionaire Club, tengo un folleto de ellos aquí. — lo saca de su bolso y me lo entrega.
Miro el folleto, pero no le presto mucha atención porque trabajar en una discoteca no está en mis planes, ya que del último club en el que trabajé salí embarazada de trillizos.
— Mira, llegó el dueño. — dice Ashley y me giro rápidamente hacia la entrada de la sala de reuniones, y mis ojos no pueden creer lo que están viendo.
¡No, no es posible!
Continuará...