CAPÍTULO 03

1233 Palabras
Erior. Muevo lo más rápido que puedo mis brazos para alcanzar a mi madre, quien al recibir una de sus famosas llamadas salió cómo alma que lleva el diablo a quien sabe dónde. —Si, es que ella estaba buscando a alguien en particular. Imagino se altero y bueno... —Suspira, miro al rubio que habla con la enfermera, en espera que se desocupe para pedirle me anote el número del doctor de guardia. —Ustedes hacen una muy linda pareja, le deseo éxitos en su romance. —Agrega la castaña antes de reparar en mí. —¿Desea algo en particular? El rubio me echa una mirada un poco extraña que me hace remover en el lugar, sino fuera porque todos aquí tienden a verme así pensaría que me conoce. —Si. Por favor, necesito el número de la persona de guardia para comunicarme luego de tener mis exámenes listos. —Suelto sin respirar, no quiero pasar ni un minuto más en este lugar. Miro como anota con rapidez en el papel, solo para seguir viendo al chico que hasta hace unos minutos hablaba con ella. Uh, le gustó. ¿No que le deseaba lo mejor con su relación? ¡Ja! —Aqui tiene, ¿desea algo más? —Niego y agradezco su ayuda antes de ponerme en marcha, por suerte Mark me está esperando con cara de pocos amigos cerca del auto que le dió papá. —Tardaste mucho... —Dice, al apenas notar que estoy cerca. Lleva desde hace un par de horas con ese humor de perros, empiezo a creer que la chica con la que coqueteaba en la tienda de postres no le prestó atención para nada. —Mamá está allá. —Señala a la mujer que cuelga el teléfono y está parada en la farmacia. Detrás una bonita pareja discutiendo quien sabe qué detrás de los botes de basura. —Adictos. —Murmuro, Mark gruñe diciendo algo en voz baja. No sé que le pasa últimamente pero anda de muy mal humor, supongo que se debe también a la noticia que recibimos de que Sully va a contraer matrimonio. —Tu padre quiere que tengamos un día de "relajación" —hace comillas con los dedos, —no puede venir porque tiene mucho trabajo pero espera que la pasemos muy bien. Patrañas, papá solo quiere que no pasemos más momentos amargos por mi culpa, por eso nos paga comidas y lugares costosos para pasar el rato. La realidad es que... Solo quiere que yo vea lo bonito de la vida para que no trate de suicidarme. Que lo superen ya, estoy conciente que no debo hacerlo. Sé que puedo seguir solo que no sé cómo. —Erior, por favor. Podrías darme de una vez la clave de tu teléfono, —Mamá hace puchero, pero no así va a obtener lo que pide. Sé que está planeando borrar todo lo que tengo ahí solo para que inicie de cero. Quiero seguir pero no quiero olvidar lo que un día me hizo inmensamente feliz y eso, solo lo logró Mia. Mamá la detesta y ni siquiera la conoce. Todo porque un lunático me empujo celoso de ella, está bien, eso le da puntos para que no le agrade pero... No tantos como para querer eliminarla de mi vida de raíz. —No. Es mi teléfono y aunque esté decomisado no quiere decir que voy a permitir que hagas lo que quieras con él— está por quejarse cuando la interrumpo. —Tengo derechos madre y aparte de eso, tengo muchas cosas importantes allí que no quiero que nadie ni siquiera tú vean. —¡Erior! ¡Que maleducado estás!—Chilla. Mark se detiene justo frente a nuestro hogar, mira alrededor y yo también. Noto que hay personas mirando en nuestra dirección esperando a que salga el "chico lisiado" de la vecindad. —Páteticos... —Mark se baja arrojando la puerta y comienza a gritar para que todos los presentes lo escuchen. —¿Acaso nunca han visto a alguien igual? Porque hasta donde tengo entendido no es la primera persona en el puto mundo que queda en silla de ruedas, ¿Por qué no se van a ver el noticiero? ¡Ahí si hay cosas que de verdad interesan! Me bajo sin prestar mucha atención a los murmullos. Eso pasa cuando tu madre siempre queriendo aparentar algo que no es, corre la voz de lo maravillosos que son sus hijos en otro lugar. Las personas ahora piensan que soy un delincuente que huye o quién sabe que otra cosa. Al apenas entrar a mi habitación, busco entre las gavetas la libreta de Mia en la cual escribía sus fantasías conmigo. Una de las cosas que nunca le conté a nadie, ni a Mark, siempre la mantuve en secreto para mí porque sabía que se vendría algo fuerte con mi familia. Suspiro. Paso mi mano por sobre el cartón de color n***o, Mia siempre ha tenido ese tipo de gustos raros que la hacen diferente. Me encanta. Porque no trata de encajar, ella es como quiere ser y punto. Con su vestimenta siempre lo dejo muy claro, a pesar que tuvo que cambiarla en una nueva ciudad igual siguió manteniendo su esencia. Abro y leo la primera página, una carcajada brota de repente. Ella si que tenía una imaginación muy activa, leo la segunda hoja y es entonces cuando caigo en que una erección está presente. No lo dudo ni un segundo antes de dejar que mi amigo salga al aire libre, lo tomo con fuerza y subo y bajo pensando solo en ella... Mia y su sonrisa... Sus labios... Su cuerpo... Su manera de hacerme perder el control. Su hermoso culo subiendo y bajando encima de mí. No aguanto y acabo. De inmediato un extraño sentimiento se instala en mi pecho. A pesar que me siento feliz y relajado, poco a poco me voy llenando de dudas. Y esas dudas me llevan a responderme cosas que me hacen sentir mal poco a poco. —¡Maldición! —dejo caer la libreta antes de echarme a llorar como un niño pequeño. Extraño demasiado mi antigua vida, extraño más aún a Mia. Pensé que podríamos tener una familia, imaginé tantas cosas para los dos y ya no pueden ser, todo porque mi cuerpo no es lo suficientemente fuerte. Respiro profundo cuando caigo en la cuenta que me estoy deprimiendo de nuevo justo como hace unos meses. No quiero volver a atentar contra mi vida, guardo la libreta y salgo de la habitación para buscar a Mark. Debo entretenerme pronto o estaré perdido. Me detengo en frente de su puerta y lo escucho hablar. —¿Que hiciste Sully? ¡Te dije que no metieras tu nariz en esto! —silencio... —¡Claro que está aquí! ¡Yo la vi en la tienda! —otra pausa, ya tengo la cabeza pegada a la puerta solo para saber si esto va a terminar bien, quizás hablé de alguna de sus mujeres. —¡Mia no debería de estar aquí! Nada más de escuchar eso siento que la respiración se me vuelve pesada. Toco mi pecho, el corazón está a mil por minuto. La puerta se abre y Mark con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa, no hace más que mirarme con preocupación. —Mia... No quiero verla Mark.
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