En el centro de Madrid se encontraba Diego caminando por las calles recordando el revolcón que se dio con aquella rubia despampanante, el solo recordarla se sonreí pícaramente. -Mujeres, siempre bellas- dijo pícaramente-Decididamente no hay mejor día, para empezar que un buen revolcón con una mujer hermosa- A su lado pasaron dos mujeres para cuchichear sobre lo guapo que estaba Diego. Este se bajo la gafas de sol para saludarlas. -Hola, señoritas un placer—dijo coquetamente. -Hola,- ambas sonrieron pasando de largo-. No sin antes dejar de verlo. Y señalando que las llamara. -¡Mujeres! Divinas- Dos Mas Diego … susurró sonriendo. Cuando se volteo y se quito las gafas nuevamente para ver a la mujer que estaba mirando la vidriera de un local. Fue cuando sus ojos se posaron en la cria

