NARRA SANTIAGO:
Como cada vez que tengo que salir por un viaje de negocios, no me quedo tranquilo. Últimamente sospecho que Daniel no es quien dice ser. Hace unos años tuve que trabajar, bajo amenazas con una gente no muy buena, y hace un mes se ha puesto en contacto nuevamente conmigo. Trate de negarme, pero vuelven las amenazas y temo por mi hija.
Luego de la junta que tuve con la empresa que estoy representando vuelvo al hotel y trato de comunicarme con mi hija, nunca lo hago, pero como ya dije anteriormente, no confió en su chofer y cambiarlo me suena muy arriesgado sin antes confirmar mis sospechas. Además de que no tendría una excusa ya que hace muy bien su trabajo.
Al no recibir contestación de ella decido llamar a Daniel.
—Buenas tardes Daniel, ¿Mi hija donde se encuentra? —pregunto no más responde el celular.
—Buenas tardes señor, la señorita Roxana se ha ido a la casa de su amiga Erika, al parecer pasara la noche con ella y mañana irán juntas al colegio.
—Llamo a su celular y no responde.
—Disculpe mi atrevimiento, pero usted conoce a su hija y ya puede imaginar como terminan sus celulares a veces.
—Si, tienes razón. Bueno gracias.
Sin más nada que decir corto la llamada y vuelvo a insistir en llamar a mi hija, pero sigue sin responder. Entro al baño me doy una ducha y cuando salgo encuentro un mensaje de mi secretaria.
—Señor, su hija paso hoy a la tardecita por un celular nuevo y tarjetas ya que al parecer ha perdido su cartera, vino en compañía de un niño, que según ella aclaro era un amigo y que se iría a la casa de su amiga Erica.
Dejo constancia que le di un fajo de dinero como usted dejo estipulado en el caso de que ella se presentase con alguna emergencia.
Leer el mensaje de Camila me quedo más tranquilo, ella es de suma confianza para mí. Debo admitir que me atrae, pero todavía no puedo olvidar a mi esposa fallecida. Mi hija me la recuerda tanto por eso soy un poco distante con ella. Tengo que cambiar esa parte, pero todavía me cuesta.
NARRA DANIEL:
Maldita mocosa, ya me tiene cansado. Si no fuera porque mi jefe me tiene agarrado de las bolas ya la hubiera hecho desaparecer como era la idea desde un principio.
Hoy se me escapo de las manos, casi la teníamos, pero la muy perra se dio cuenta y salió huyendo. No sé si sospecha de mí, pero espero que no sea así. La necesito confiada para cuando el estúpido de su padre se descuide y no haga lo que mi jefe le pide.
NARRA ROXANA:
Me despierta la alarma de algo y comienzo a manotear todo para tirar y acabar con mi sufrimiento, pero nada está en su lugar. Al cabo de unos segundos vuelve a sonar el ruido estridente y esta vez doy con el culpable lo tomo con mi mano y lo lanzó por los aires. ME vuelvo a tapar y ruedo en mi cama y para mi sorpresa donde se supone que tendría que estar la pared me encuentro cayendo al vacío. No tan vacío porque caigo sobre algo, o mejor dicho alguien.
—¡Mierda! ¡Que susto! —Alexander? ¿Qué hace el pervertido en mi habitación?
—¿A pervertido! ¿Qué haces en mi habitación? —de pronto recuerdo el día de ayer, ¡mierda! —cierto lo siento.
Trato de levantarme, pero estoy sobre él y quedo a horcajadas sobre sus caderas, y siento su amiguito entusiasmado, mierda, lo miro feo.
—Asqueroso, tan temprano y ya estas así —hago referencia a sus partes.
—Muévete si no quieres que empeore.
Me levantó como resorte y me encierro en el baño, hago mis necesidades y vuelvo a la habitación. Alex está en la puerta de la habitación hablando con su padre. Tomo la ropa que compre y vuelvo al baño para cambiarme. Al salir me encuentro con el musculoso pecho de Alex, creo que se me cae la baba.
—Al fin sales del baño, pensé que tendría que llamar a los bomberos.
Pasa de mí y entra al baño yo solo busco con que limpiarme la boca que se me ha hecho agua. No puedo negar que el maldito esta para el crimen.
Me termino de acomodar y salgo de la habitación bajo y me dirijo a la cocina, su madre está preparando el desayuno y su padre tiene la cabeza hundida en una Tablet mientras hablar por teléfono, se lo ve muy serio. Triana al verme me indica un taburete frente a la barra que hay en la cocina y pone frente a mí una taza de café con un plato lleno de media lunas.
—Gracias —le digo sonriendo.
—De nada pequeña.
En eso siento que llega Alexander y se sienta al lavo mío, le dice algo a su madre y toma la taza que le ofrece.
—Hoy no irán al colegio —habla de pronto su padre.
—¿Algún problema? —pregunta Triana.
—Si —le contesta a su mujer y dirige su mirada a mi—, tu chofer no es quien dice ser. Es un tipo peligroso.
Me quedo blanca sin entender que pasa. Enseguida siento la mano de Alex rodear la mía y dirijo mi mirada ahí, la levanto y me encuentro con la suya. Puedo ver que me apoya y de verdad se lo agradezco.
—Ya se comunicaron con tu padre —dice—, estate tranquila que nada pasara. Estamos armando un operativo para ponerte a resguardo mientras tu padre llega a la ciudad.
—¿Sabe si se demorara mucho? —susurro, mi voz me ha abandonado.
—No, pero prefiero que te quedes aquí con mi hijo, ya que al parecer tu chofer no lo conoce.
Lo miro sin comprender, pienso en lo que hable anoche con él y le dije que iría de mi amiga Erika, ¿Sera que me fue a espiar?
—¿Me habrá ido a buscar a la casa de mi amiga? —pregunto temerosa.
—Al parecer sí, pero tengo que pedirte que, si en el transcurso de la mañana o el día se comunica contigo, hables con el como si nada, ¿Podrás?
—Si —respondo insegura.
Lo veo marcharse luego de cruzar unas palabras con su mujer, nos saluda de lejos y sale por la puerta. Triana sube arriba yo miro a Alex, el continúa desayunando tranquilo, a mí se me fue el apetito.
—Come —me pide.
—No puedo.
Lo veo voltearse y acercar su cara a mí, me sonríe y acerca un trozo de media luna a mi boca. Obediente abro mi boca y lo recibo, sin dejar de mirarlo mastico y trago.
—Viste que puedes —dice y se acomoda de nuevo en su lugar, creo que me sonroje.
Su madre baja vestida con su uniforme de maestra, nos saluda a ambos y con su mirada nos pide que nos comportemos. Se va dejándonos solos.
—Bueno ya que no tenemos nada que hacer, ¿Qué te parece una peli? —pregunta Alex levantándose de su lugar y llevando las tazas al fregadero.
—Puede ser —respondo.
—¿Qué te gustaría ver? —pregunta mientras lava las tazas—. No me digas algo de romance porque si no me pongo a jugar a la pley.
—Pues te iba a decir alguna de super héroes.
—Así vas a lograr que te ame.
—Entonces veamos “Diario de una pasión” —respondo cruzándome de brazos.
—No cariño, ya dijiste Super héroes.
Me toma de la mano y nos dirigimos al salón donde esta una pantalla divina, la prende y comenzamos a navegar buscando que ver. Terminamos viendo una de Marvel. Yo estaba más que babosa mirando el físico de esos actores que te quitan el aliento y él se burlaba de mí ya que descubrió la razón de elegir super héroes.
—Y me dices pervertido a mí, tu cara es de total acosadora, señorita.
—Si, acosadora de pantallas —muerdo mi labio mirando al lindo de Chris Hemsworth.
—Si lo sigues mirando así me pondré celoso —Lo miro y rompo a reír—. ¿De qué ríes?
—De ti —le respondo entre risas— ¿Por qué estarías celoso de un actor?
—Tienes razón, yo estoy mucho más bueno —dice y toma un puñado de palomitas.
—Celoso y creído, que combinación la tuya.
Terminamos de ver la peli y como ya teníamos hambre fuimos a ver que podíamos comer. De la heladera saco pan lactal, mayonesa, algunas verduras, pollo frio y queso. Mientras bromeábamos preparamos unos emparedados y nos sentamos en la isla de la cocina a comer.
Me conto que cuando estaba en su otra escuela tuvo una novia, pero lo cambio por el nerd de la clase. Me dio tanta gracia que casi escupo toda la comida.
—No te burles.
—No, para nada —no puedo dejar de reír.
—Me encanta tu color de ojos —me sorprende con su cara muy cerca de la mía.
—Gracias —respondo tímida.
—Sabes, la primera vez que vi tus ojos me pregunte si usarías lentillas, pero ahora que estoy viéndote cerca sé que no. ¿Quién te los heredo? —su rostro esta tan cerca que miro su boca y relamo mis labios antes de hablar.
—Mi madre, es de Familia —sigo mirando su boca.
—Deja de mirarme así, o no poder contenerme —desvió la mirada y tomo un vaso para tomar un poco de jugo.
Al dejar el vaso nuevamente en su lugar, puedo sentir su mirada quemando mi piel, lo vuelvo a ver y sonríe. Deja su emparedado y con un movimiento rápido toma mi cara y junto nuestras bocas. Me desestabiliza, el beso va tomando forma y cuando pierdo el contacto con el tiempo y la razón, se escucha la puerta principal abrirse y la voz de su padre llamándonos. Nos separamos al instante y seguimos comiendo como si nada.
—¡Aquí papa! —le grita, puedo verlo sonreír mientras mastica.
—Hola chicos, Roxana tu padre vino por ti —dice mirándome a mi—. Él te explicara como seguirán las cosas.
—Buscare mis cosas en el cuarto de Alex.
—Te ayudo —se ofrece rápido.
Subimos rápido las escaleras y cuando entramos a su cuarto cierra la puerta yo me dirijo a tomar mis cosas, pero el me frena y tomándome de mis manos me acerca a él y vuelve a besarme. Mis manos se pierden en su nuca, lo atraigo más a mí. De pronto recuerdo que mi padre me está esperando y corto el beso.
—Pervertido, mi padre me espera.
—Solo me despedía.
—Si, despedida —digo en tono sarcástico—. Ahora ayúdame a juntar mis cosas, que a eso vinimos.
Bajó las escaleras, saludo al señor Fernando con la mano y salgo afuera. Mi padre está en un auto que no había visto antes. Me subo a él y comienza a conducir. Al rato me doy cuenta que tomamos la carretera.
—¿Hacia dónde vamos? —pregunto.
—A una casa que tengo a las afueras que nadie conoce.
—¿Me dirás que sucede?
—Solo te diré que mi trabajo muchas veces me pone en contacto con gente indeseable.
—Y ahora yo tengo que cargar con tus fallas.
Estoy enojada, no puedo creer que me pase esto. No tengo idea donde nos dirigimos, pero me puedo imaginar que estaré sola con él y no soporto la idea porque sé que él no me soporta a mí.