: Don hielo

4004 Palabras
Capitulo 4 REBECCA Suelo pensar mucho. Podía sentir mi corazón latiendo con gran velocidad, mordí el interior de mi mejilla y miré hacía arriba, dolor. Cuando pienso en el dolor, pienso en muchas cosas; pienso en cuando era una niña, una que caía del columpio o se raspaba las rodillas y estás sangraban, recuerdo que creía que no había un dolor mayor a ese—o golpear mi dedo pequeño del pie—Cuando pienso en dolor, pienso en muchas cosas, no suelo asociar el dolor con una persona o eso creía, hasta que cambio todo. Anteriormente no lo hacía, el dolor llegaba por otras causas, acciones, no por terceros. Pero la luna cambiaba y con ello las personas, y así el dolor comenzó a tener nombre y apellido. La burbuja de cristal se rompió y los cristales pinchan tus dedos y, ahí te preguntas ¿Es posible que el mundo esté en tu contra? —Estudiarás. ¿No?—, La voz de Zack resonó en mí cabeza. Sus preguntas me sacaron de mis pensamientos, le miré—, Rebecca, ¿Me estás escuchando? Reí con burla enderezandome en mi lugar, para verle con diversión. —¿Necesito más estudios para ser tu chinche?—dije burlesca. Subí a su coche y le miré apenas el subió también—Sí. Tu mamá dijo que tenía que estudiar comunicación o administración... O quedarme en casa y ser una buena esposa. Lo último lo dije en burla sonriendo como una muñeca de aparador, él rodó los ojos, cerré la puerta del coche y le miré con burla. —¿Mi mamá?—sus cejas se fruncieron ligeramete—¿Ella que tiene que ver en todo esto? —Sí. Tu mamá, todos escogen mi vida, ¿No lo has notado?—me burle. Para después sujetar mi cabello en una coleta y verle a los ojos—Entonces, ¿Estudiaré...? ¿Me dirás la carrera? —¿Dejaste tu carrera no es así? —Sí. Para ser tu asistente el año pasado—mencioné, mi celular vibro, jugué un poco con esté antes de ver el mensaje. Lo tomé para notar que se encontraba un mensaje de Esteban. Sonreí inconscientemente, él me agradaba, más no de un modo romántico, claramente. Me gustaba aquella amistad que en algún momento llegamos a tener, el como él y yo terminábamos estando ahí el uno para el otro en cualquier momento del día, sin importarnos que era lo demás, sin ver que es lo que pudiera suceder, sólo éramos él y yo. Esteban: Paseando por aquí pensé, ¿Te apetece ir por un café después? (emoticon de duda) Estaba por responder cuando escuché cómo Zack carraspeaba, le miré esperando que hablará, que fue justamente lo que hizo. —¿Qué es?—Preguntó serio. Encogí mis hombros—, ¿Quién demonios es Rebecca? —Que yo sepa, en mi contrato no dice que debo decirte con quien hablo—, me mofé. Para mirar mi celular—, Sólo ser una linda muñeca de aparador. —Quiero que me digas ya, quien mierda te manda mensajes Rebecca—, ordenó enojado. Ahí quizá debí dejar de jugar. Quizá debí dejar de tentar un enojo existente, pero no me importó, seguí aquel juego que seguramente le haría estar furioso. Pero era más que obvio que no le diría con quien hablo. Pensé. —¿Celoso?—canturreo. En un movimiento brusco él sujeto mi celular y lo alzó, sin mirarlo—¿Estás celoso Zack? No respondió mi pregunta, miró el celular y vi como en su rostro el enojo aumentaba, me sujeto del brazo acercándome a él sin brusquedad, pero si lo suficientemente enojado para hacer que dejara de burlarme de la situación. —¿Qué haces hablando con mi hermano?—, la vena de su cuello sobresalía ante su molestia y su rostro se pintaba de rojo—, Contesta. —Somos amigos desde pequeños. Lo sabes—, le recordé lo obvio, pareció no ser una respuesta satisfactoria para él. —Dime, porque demonios estas coqueteando con mi hermano. Rebecca—repitió, alce las cejas puesto que la situación había dejado de ser graciosa. —¿Coquetear?—dije incrédula soltandome de su agarré—, ¿En que mundo eso es coquetear? Me sujeto de la mano nuevamente para acercarme a él. Su rostro y el mío estaban tan cerca que las respiraciones chocaban. Mire sus labios por un par de segundos, estos me atraían, me pedían a gritos que los besará, o quizá eran las enormes ganas que tenía de hacerlo desde los 13. Apenas me di cuenta que miraba sus labios cómo si se tratase de mi bebida favorita, la aparte rápidamente y me solté de su agarré, ¡Por dios Rebecca! ¿Qué demonios estás haciendo? —¿Por qué demonios hablas con mi hermano? —¡Porque es mi mejor amigo Zack! ¡¿Por qué te sorprende tanto!?—, recriminé. Con las cejas arqueadas. —Porque ahora, eres mi prometida—me dijo. Miró hacía mis labios e inconscientemente hice lo mismo sintiendo cierta bomba dentro de mi vientre cómo si todo esto fuera algo que yo no supiera controlar. Caí en cuenta que él me miraba, notando cómo yo veía sus labios con sed hambrienta esperando besarnos, fue demasiado para mí, el exhibir de este modo lo mucho que deseaba besarlo. Sentí que esto era demasiado para mí, mucho más de lo que podía controlar, salí de mis pensamientos para soltarme de su agarre y abrí la puerta del coche repentinamente y baje del auto como si mi vida dependiera de ello, tomé una bocanada de aire y pase mis manos por mi rostro. ¿Cómo es que no podía controlarme? ¡¿Cómo es que era tan malditamente obvia!? ¡Era una tonta! —Dios...—, Susurré. Pase las manos por mi rostro con los nervios a flor de piel. Miles de emociones me recorrían una tras otra logrando que me comenzará a enloquecer por completo. No tenía dudas de ello, de todo lo que pasaba, estaba completamente loca, de eso no tenía ni un toque de duda. Talle mi rostro frustrada y di un par de pasos lejos del coche, el detonante llegó cuando los pasos de Zack resonaron taladrando en mis oídos, su mano sujeto la mía y me giró haciendo que le mirará con dudas. —¿Por qué te bajas así? ¿Te pusiste nerviosa Rebecca?—Era ahora el momento en el que él se burlaba de mí. Mordí el interior de mi mejilla y presione mis puños esperando que todo se calmara dentro de mí. No funcionaba. —Zack, ya. Para—, le dije para retroceder. Pero el me sujeto más fuerte—. No. No me pones nerviosa y, no quiero seguir hablando de ello. —¿Por qué parece ser que sí?—dijo con la voz ronca. Sus manos sujetaron mi cintura y me acercó a él aumentando dentro de mí cada cachito de nervios dentro de mí—, ¿Por qué parece que no puedes estar cerca de mí sin ponerte nerviosa? —Basta—, pedí. La sonrisa de él aumentó en tono de burla—, Por favor Zack... —¿Qué pasa? ¿Estás nerviosa? ¿Por que no lo admites? Te gusto desde que éramos pequeños, con esos disfraces tontos donde querías que tuviéramos el mismo disfraz. Y mirabas de un lado a otro esperando un beso. —No, no esperaba eso—, mentí cruzando mis dedos detrás de la espalda. —Podía ver cómo siempre buscabas llamar mi atención—, insistió—. ¿No eres tú quien siempre ve a mis labios? Quien muere por un beso. Ese fue el detonante, como si hubiera encendido una mecha dentro de mí y las palabras que pensaba salieran solas de mis labios, sin nada que pudiera frenarlas. —¡No puedo con esto! ¡Sí! ¡Sí me pones de los nervios!—le dije alterada. Para después tallar mi rostro y dar un paso hacía atrás—¡Dios! ¡Me gustas desde que tengo siete y me es imposible fingir cuando tu coqueteas con Karen! ¡Me confundes Zack! ¡Por qué mientras esto es un contrato para ti, para mí es algo que quería desde que tenía siete! —Rebecca... —¡Y es más! ¿¡A ti que te importa!? ¡Querías un matrimonio feliz! ¡Y yo desde niña había soñado con estar contigo!—Grité, sintiendo las mejillas enrojecidas y el corazón pequeñito—. ¡Y sí soy patética! ¡Y sí, se que no me amas! ¡Pero era lo que quería así que cállate! ¡Qué nunca había sido tan malditamente feliz! No habría procesado por completo las palabras que dije y hasta que estas me cayeron como un muro de cemento en mi cabeza me sentí aplastada, como una cucaracha. Mis ojos se abrieron con sorpresa y los de él, también. Sus facciones se habrían hecho completamente diferentes y Don hielo no estaba en mi mirar, mis ojos estaban cristalizados y de un momento a otro la humillación llegó a mí cuerpo. Nunca había pensado por completo en ello, tampoco había hablado con tal barbaridad jamás, era cierto que lo amaba y mi sentir era honesto, pero no era feliz. Amarlo de cierto modo en algún momento habría comenzado a dolerme de un modo completo brutal. —Diablos... Rebecca—, dijo más para él que para mí—, Lo que dijiste... —Para. No—, le interrumpí sintiendo vergüenza en cada pequeño gramo de mi cuerpo. Me sentía pequeña e insignificante—, No debí decirte esto. Sólo olvida esto, olvídalo todo Zack. —¿Te gusto?—preguntó dudoso. Solté el aire de mis pulmones, su celular comenzó a vibrar, él miró su celular—, Dame un minuto Rebecca. Apenas dijo eso tomó la llamada, sentí cómo mi alma caía a mis pies y aproveché que él tomó la llamada para salir casi corriendo de aquella calle, sintiendo mi corazón latía con miles de emociones recorriendo mi piel, mi cuerpo. Las palabras que dije. Esas habrían salido de mí sin siquiera pensarlo, fue como si estas tuvieran vida propia, si hubieran esperado durante tantontiempo el poder salir de mis labio desde hacía ya bastante tiempo. Zack, me enamoré de él casi inmediatamente desde que lo vi, puesto que había algo dentro de él que había llamado mi atención, desde aquel día no pude sacarlo de mí cabeza. Por más que intentará. Pensé. Corrí y corrí por lo que fueron un par de minutos con la mente nublada y el viento chocando de modo brusco en mi rostro, despertando la adrenalina dentro de mí cuerpo. Parecía que mis piernas sabían a donde ir, porque estas me llevaron al destino indicado. Los pensamientos aún me abrumaban junto con las palabras que salieron de mis labios, no debía de haber dicho eso, me sentía patética y sabía que el se burlaría de mí cuantas veces fuera posible. Él era así. Mis piernas me llevaron al bar, en dónde siempre pasaba los días malos, me adentré a este dejándome caer en mi mesa favorita—mía y de Esteban—aquí solía venir, puesto que aquí podías adentrarte sin identificación, solo que no te vendían alcohol, afortunadamente ya tenía una identificación y podían venderme el alcohol que yo quisiera. Esteban y yo, amaba nuestra amistad iniciada desde que ambos teníamos uso de razón, y mientras eso sucedía, ambos mirábamos como las estrellas de la familia se mofaban de nosotros en nuestras narices, puesto que Renata y Zack brillaban demasiado, todo lo que fuera posible y más. Nosotros teníamos nuestras cosas buenas, pero a pesar de que todo esto sucediera no podríamos dejar de pensar que éramos los estrellados de la familia. —Hola, ¿Me puedes traer un vodka con mango?—, pedí a lo que el mesero asintió. Apenas me lo trajo comencé a beber un trago tras otro, sintiendo que el alcohol quemaba ligeramente en mi garganta. —¿Mal día Rebecca?—, dijo apoyándose en una pierna el mesero dejando caer la toalla en su hombro y dejando un vaso de vodka frente a mí—, Llevas aquí media hora y llevas cuatro tragos. —Me gusta el vodka—, Mentí. Él se burlo de mí y salió de mi campo de visión, solté un suspiro y le di un trago a mi vaso esperando que los pensamientos se disiparan de mi cabeza. —Sabía que te encontraría aquí—escuche. Mire como Esteban se sentaba a un costado de mí—, Te llame. Contestó Zack. Mis ojos se abrieron a par recordando que Zack se habría quedado con mi telefono ante el mensaje que habría recibido por parte de él. Otro pensamiento llegó a mi cabeza, espero que Renata no llamara en el momento de que él tuviera el teléfono, recargué mi cabeza en ambas manos, cada vez me sentía más tonta que él segundo anterior. —Ya. ¿Qué te dijo? —Que bajaste del coche casi corriendo. Y quería saber si yo tenía idea de donde pudieras estar—dijo, le miré notando cómo sus ojos me miraban con curiosidad, esperando algo de mí—, ¿Cómo tú prometido no sabe en dónde puedes estar? —¿Él te preguntó eso?—cuestione, a lo que él asintió—¿Y le dijiste donde estaba? —No. ¿Por qué te bajaste del coche?—insistió, encogí mis hombros con desdén—, Es gracioso ver que tú amor no sabe en donde estás. —Mi amor, deja esa farsa Esteban—, Chasqueó la lengua. Para darle un trago a mi vaso—, Le dije que me gustaba, eso sucedió, ¿Puedes creerlo? ¡Se va a burlar de mí! ¡Por días! Su rostro se conmocionó en duda, dándome por sentado que él no lo sabía, sentí cómo el alma me caía de nuevo a los pies, sin duda el día de hoy cometía un error tras otro. Tenía que aprender a mantenerme callada. —¿Por qué te casarias con el entonces?—, preguntó con duda. Mordí el interior de mi mejilla—, ¿No se supone que te casas por amor? Sentí como si lo estuviera traicionando al no decirle de un modo honesto todo lo que estaba pasando. —De verdad no lo sabes...—, susurré, él me miró dudoso. Eso era algo que no lograba entender, su familia organizaba una boda para su hijo favorito, de un modo repentino, con la gemela que tenía de novia y que "fallecio" de un momento a otro. ¿Cómo es que no podía ver lo que sucedía? ¿Cómo no podía saber que sus padres habrían organizado un matrimonio por contrato? ¿Cómo es posible que no le dijeran que mientras yo me sentía enamorada él me usaba? —Yo... Me quedé callada en un momento a otro, de un modo brusco cuando la puerta resonó rechinando ante la fuerza con la cual fue abierta, mis ojos calleron hacía ahí notando con sorpresa que estaban furioso y sus mejillas pintadas de un color carmesí en el momento que sus ojos cayeron a Esteban y a mí. Supongo que después de todo, lo menos que esperaba era que con lo que sucedió yo me encontrará aquí, con él, el tema que inició aquella pelea que hizo que la realidad se me distorsionara por completo. Las cosas sucedieron de un momento a otro, cuando el andar furioso de Zack se acercó hacía nosotros y tomó bruscamente a Esteban de la camisa alzándolo obligando que se levantara, no reaccioné por completo para ser honesta. Hasta que el sonido del golpe que resonó me sacó de mis pensamientos, él logró destabilizarlo, haciendo que se tambaleara por completo y los golpes que comenzó a darle en el rostro fueron con más furia que el anterior. Como si esto hubiera sido su detonante, cómo si esto hubiera sido lo que él necesitaba para encender su furia. —Zack, para—, pedí en un susurró, él me miró. Estaba ligeramente en shock, tomó mi mano de mi muñeca y me jalo ligeramente hacía él y sentí como me tropezaba un poco con ello, me encontraba confundida y cada uno de los pensamientos me taladraban la cabeza. —¿Qué demonios haces con él Rebecca?—Me reclamó. Le miré a los ojos. Mis ojos se abrieron a par. Sentí como su mano presionaba un poco más sin lograr hacerme daño, me miró con enojo, cómo si el hecho de que me encontrará con Esteban fuera una traición, cómo si yo en realidad le importará, aunque sea un poco, aunque en realidad, la realidad... No era así, Sabía que yo no le importaba, sabía que en realidad yo le daba igual y que todo esto era como repetir la misma historia una y otra vez sin poder parar. —Y-yo vine por un trago—balbuceo. Me jalo un poco más hacía él y me fulminó, parecía querer exterminarme con la mirada—, Por favor, no empieces algo que nos podremos terminar. Esteban se enderezó y miró hacía Zack, en su rostro habría un toque de burla, pero más que nada, parecía satisfecho, cómo si en realidad, fuera lo que estuviera esperando desde el primer segundo, ¿Por qué sentía las cosas así? Es decir, ¿Por qué creía que Esteban quería causar esta escena? Que le satisfacía todo esto, lo que habría sucedido con Zack. No lograba entender absolutamente nada, por más que intentará esforzarme respecto a, ni con Zack, ni con Esteban ni con absolutamente nadie al parecer. Todo a mí alrededor parecía ser falso, ficticio, si las cosas estuvieron planeadas directamente de ese modo, las personas, los lugares, todo... Todo parecía estar planeado. —Parece que no debes de preocuparte por ello, Becky—dijo burlesco, con un hilo de sangre saliendo de su labio inferior, limpio este con su pulgar—Porque el siente lo mismo. Esta tan celoso, que vino corriendo a golpearme, ¿No tienes permiso de ver a ningún hombre? Me jaló un poco más para después soltarme, su rostro cambio y aquel Don hielo regreso a mi campo de visión, demostrándome que todo lo que pudiera haber imaginado, en realidad, no existía. Recordándome que yo no le importaba y que seguramente nunca lo haría, su semblante cambió por completo, todo lo hizo en realidad. —Sentir. ¿Por ella?—su tono salió tan despectivo. Como si hubiera olvidado en donde nos encontrábamos, el contrato firmado, todo—, Lo único que siento por ella es lastima. Sentí mi corazón hacerse pequeño ante su comentario, había logrado herirme, había puesto el arma en dirección de mi pecho, y había decidido tirar. Me había herido. Habría logrado su cometido. —Zack, no, por favor—le dije con un hilo de voz. Mirando directo a sus ojos—, Zack... —¿La has visto? Nadie podría llegar a sentir por ella. ¿Cómo pudiera alguien quererla? Si no se quiere a sí misma—, siguió, contrario a lo que le dije—, Necesita que alguien apruebe lo que hará, porque no se vale por si misma. —Zack, basta, por favor—, repetí un par de veces—, Por favor, por favor... —No toma sus decisiones y espera que los demás le digan que es lo que debe de hacer, porque sola no puede. Sigue las órdenes de los demás, es una marioneta—, Atacó frío y sus ojos cayeron directamente a los míos—Es patética. —Para, por favor—, mis ojos se hicieron cristalinos y mi corazón se hizo pequeño. Tan pequeño que dolía, podía sentir cómo este presionaba mi pecho—, Por favor, por favor, basta... —Zack—, le advirtió Esteban. Las personas cuando están molestas tienen el don del veneno en los labios—más que nada una maldicion—las palabras hieren y no importa lo mucho que desees después arreglarlo, el peso de ellas en el momento que salen de sus labios, es difícil de sacar. Eso fue lo que sucedió, Zack supo perfectamente en donde tirar, que arma usar y cuantas balas usar. Logró herirme. —¿No es lo que querías escuchar? Ni siquiera con su hermana muerta, sobresale. ¿Conocen el cómo los tendones del corazón se hacen tan delgados por la tristeza y se rompen? Mueres, por un corazón roto debido a la tristeza... Había sentido algo parecido, muerto en vida, seguía respirando, pero me sentía rota. Le mire a los ojos, sentí como un vacío se cruzaba en mi vientre. ¿Por qué habría dicho eso? El tono de su voz estaba lleno de odio, cómo si el estar conmigo para él fuera algo completamente repugnante, una lágrima traicionera cayó de mis ojos y la limpie rápidamente, para después retroceder y salí del bar caminando rápido, miré hacia la izquierda y la vi a ella. Estaba ahí, Renata mirándome con compasión. Seguramente todos me mirarían así. Con lástima, ¿Cómo la persona con la que te casarás podría hablar así de ti? No lo entendía, nunca había pensado en ello, porque por más que me esforzaba y esperaba que aquel contrato firmado por mí a petición de mis padres sucediera de este modo, ¿Por qué era así? ¿Por qué él hombre que me gustaba siempre parecía tener el sentimiento de que yo era repugnante para él? —Rebecca. Él no quiso decir eso—me detuvo Esteban, tomando mi muñeca, me solté, y cruce mis brazos sobre mi pecho, abrazándome a mi misma—, Tu no eres... —No, si quisó—le interrumpí mirando a los ojos de Zack—Pero tiene razón. Soy patética, tan patética que da risa. —Rebecca...—, me intento frenar Esteban. —No, Esteban, que sí. Tiene la razón, me dicen que deje la carrera que amo, para ser la asistente de Zack, lo hago, me dicen que no valgo nada, me lo creo—Mi voz era un hilo. Limpie mi rostro donde las lágrimas reinaban—, Me dicen que deje mi vida por un hombre al que seguramente le parezco repugnante y le doy asco... Y lo hago, ¿Sabes por qué? El par de hermanos se quedaron en completo silencio, como si el responder no estuviera en sus planes, no lo esperaban, pero esto era algo que se habría salido de mis manos. —Por qué si, soy una tonta. Porque hay personas que nacen para amar y otras para ser amadas—, susurré en un hilo de voz—, Porque no hay nada que yo no haría por amor y lastimosamente, me enamoré. Comencé a caminar pero me detuve un par de segundos y miré nuevamente a Zack, un poco de culpa se habría instalado en su rostro pero no la suficiente, seguía teniendo perfectamente aquellas facciones de Don Hielo que le caracterizaba. Una persona vacía. Quizá este habría sido mi error, querer involucrarme con una persona a la que seguramente yo no le interesaba, amar a una persona que no me ama. Supongo que eso era el sentir más triste posible, amar y no ser correspondido y, el amor no era forzado, no debería de ser forzado. Pero saber que nos íbamos a casar y que la única que sentía amor, era deprimente. —Quizá no sea imposible Zack. Amarte no sería para toda la vida, como no para siempre tendría siete—sonreí de lado y miré hacia Renata quien me miraba con lástima—, Y no siempre te amaré.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR