Es bueno que me haya hecho creer que nunca me amaría. ¿Y si sigo esperando hasta el día en que esté listo para enamorarse de mí? Quién sabe cuánto tiempo tomará. Está claro que debo pasar por muchas cosas antes de que eso ocurra. Además, gracias al terco Dylan, si él no fuera tan persistente y se rindiera conmigo, probablemente seguiría amando tontamente a este chico justo frente a mí. —¿Camila? —Es él, el tonto de mi jefe. ¡Dios mío! Yo era la tonta y él el rompecorazones sin corazón. Pfft. —¿Sí? —Sacudo la cabeza un par de veces para despejarme de esos pensamientos—. Lo siento, me estaba distrayendo. ¿Qué decías? —pregunta Andréi, como si no hubiera notado mi malestar. Su rostro se vuelve sombrío. —Olvídalo. No fue nada. ¡Hmp! Estás pensando en tu novio, ¿verdad? —afirma, de manera ca

