Matthew
Durante mi niñez la mayoría de las veces estaba solo. Mis padres estaban demasiado ocupados trabajando y haciendo dinero como para criarme. La señora que limpiaba en casa fue la que estuvo conmigo hasta mis 7 años. Era una excelente mentirosa, dijo que siempre estaría conmigo, fingía quererme. Una noche antes de navidad decidió tener un accidente y quedar inconsciente por un largo tiempo. No sé qué paso con ella, solo sé que después de eso no apareció más.
El trabajo siempre fue lo primordial en esa casa, mis padres querían llegar a ser los mejores abogados de Manchester y darme cualquier cosa que yo deseara. El problema fue que me dieron tantas cosas materiales que el amor que un día les pedí, lo llenaron con una cuenta en el banco con bastante dinero.
Conocí a Andrés a los 12 años, vivía en su casa la mayor parte del tiempo, éramos él y yo para todos lados. Siempre nos defendimos y conseguíamos a las mejores rubias de toda la ciudad. Tener sexo sin compromiso siempre fue nuestra mejor opción.
A los 16 me enamoré, a los 18 me aliste a la real fuerza aérea de Inglaterra, a los 22 me casé con mi supuesto gran amor, a los 25 fui padre y a los 26 me divorcié.
No entiendo porque la gente dice que soy un amargado infeliz. Que yo recuerde siempre he sido así. La promesa que me hizo el bastardo de Andrés de verme casado, feliz y con hijos, no la pudo cumplir. Se fue antes de yo intentar tener algo con alguien, pero algo de verdad. Antiguamente le decían noviazgo o matrimonio, en estos tiempos no sé cómo le dirán los niños.
¿Otro bastardo? Liam, él es una persona que quiere caerle bien a todos, sonríe por cualquier motivo y quiere ser perfecto a la hora de entrenar en la compañía.
Es un compañero de trabajo insoportable.
—Ella es una persona demasiado importante para mí. Por favor, deja que se quede un tiempo en tu casa —le brillan los ojos. ¿Quiere que la novia viva conmigo? Lo que me faltaba, que mi casa sea el hotel de esta gente—. Por favor, Bennett, ayúdame en esto. Prometo que si lo haces le diré a Sean que me cambie las horas de las prácticas, ponga a Thomas como tu compañero, te pago la renta que pidas y hago tus guardias por el tiempo que ella se quede ahí —ruega miserablemente, Liam.
—Liam, Liam, Liam, honestamente eso es muy poco para lo que me pides —le explico serio, este me ve molesto y suspira exasperado—. Si haces pataletas como marica menos te ayudo. Usa tu cerebro y piensa que más hacer o lo tienes de adorno.
—Pagaré por sus gastos, solo necesito que la dejes estar en tu casa, no notaras que está ahí. No puedo enviarla con más nadie, contigo sé que estará segura. Thomas me dijo que solo te acuestas con rubias, puedo estar tranquilo por esa parte —alzo una ceja cruzándome de brazos—. Te pagare el triple de lo que ganamos aquí, por favor cuídala y déjala vivir ahí.
Una hora y media después me dio lastima y fastidio tanta rogadera. Por eso decidí aceptar todas sus patéticas propuestas. El dinero no me hace falta, pero verlo rogar por una mujer a tal punto de no importarle nada, fue lo mejor que pude ver esa noche.
A veces me sorprende lo bondadoso que soy.
No me siento cómodo viviendo con ella, es una mujer extremadamente tonta. Sonríe si le hablo mal, no me responde cuando debería hacerlo, se hace la ingenua que no sabe nada, pero sé que sabe mucho y esconde algo también.
No confío en ella, algo trama, algo se trae entre manos con Liam. Es trabajadora, pervertida por cómo me ve, inocente del mundo que la rodea, igual de obediente que un perro y aunque no sabe cocinar lo sigue haciendo. Cuando está nerviosa juega con sus dedos y eso es extraño. Pero también me di cuenta que tiene una cicatriz por su cuello y manos.
¿Con que se las habrá hecho?
—Llamando a tierra al señor Bennett —chasquea sus dedos Thomas sacándome de mis pensamientos—. ¿Me dirás en que estabas pensando o lo adivino? —pregunta burlón.
Nos sentamos en el suelo del gimnasio de la compañía.
—No empieces con eso otra vez —suelta una carcajada, no le veo la gracia a lo que le dije—. ¿De qué te ríes? ¿Soy un payaso o algún comediante de mierda? —estiro mis piernas mientras coloco mis brazos a los lados.
—Estas más alegre que todos los días, amigo —habla sarcástico—. Desde que te enteraste de que Amaya y Liam tenían una relación especial —hace comillas con sus dedos mientras ríe—, no has dejado de parecer un toro enjaulado. ¿Te gusta la niña? —inquiere divertido.
—Desde que Beca te mando a la mierda por Alaric estas más imbécil que antes, amigo —se le borra su sonrisa y yo sonrío satisfecho—. No me gusta ni me importa lo que haga con su vida. Te recuerdo que ellos son novios y me tiene sin cuidado su relación especial.
—Si hablamos de mandar a la mierda, tú ya estás ahí desde hace rato. Es más, Amaya ni siquiera regreso a casa después de la aparición del hermano de la mejor amiga —suspiro cansado intentando olvidar eso último que dijo.
Es verdad, dos días después que el principito apareciera ella dejo de venir a casa. Es algo un poco extraño porque fui por casualidad a donde Penny para comer algo y tampoco la vi. Le pedí a Beca que le diera comidas decentes, ya que ella solo come sándwich mientras está en casa, pero me dijo que no podía porque no sabía nada de ella.
—Te preocupa, ¿cuándo lo vas admitir? —me hablan en mi cabeza. No sé quién eres y no voy a admitir algo que no me pasa.
*****
Encontrar la casa con las luces apagadas como si nadie viviera aquí es muy incómodo. No es porque me acostumbre a vivir con ella, es solo que todo es muy silencioso y por más raro que parezca, la casa no huele a comida quemada.
Tomo una ducha fría para apartar estos extraños pensamientos. No sé qué me pasa, pero es raro no tenerla en casa. Me pongo un short y unas medias cortas dejando mi torso desnudo aprovechando la soledad, unos minutos después escucho pasos por la casa. Salgo un poco ansioso de mi habitación para encontrarla en el sillón jugando con sus dedos.
Esta nerviosa, ¿qué le pasó?
—Amaya —la llamo acercándome a la televisión, lleva su mano al corazón y respira lentamente. Creo que la asuste—, estuviste fuera tres días de la casa y debo decirte que estas atrasada con el pago de la renta.
¡Claro, eso era lo que me preocupaba!
—¿No le he pagado la renta? —su fina voz con acento alemán suena apagada—. Discúlpeme, no tengo efectivo para pagarle. Aun no puedo abrir una cuenta en el banco —por más que busco su mirada ella la esquiva.
¿Qué mierdas le pasa?
No le hice nada. Honestamente todo este tiempo me he comportado como un caballero. No he tenido sexo con ella y debería sentirse feliz porque no la he tocado.
—Señor, aunque usted me dijo que no quería saber qué hacía con mi vida igual se lo diré —se levanta del sofá aun sin verme—. Solo vine a buscar ropa, no pensé que lo encontraría aquí tan temprano —empieza a dirigirse hacia la puerta—. Me quedare con Liam, cualquier cosa que necesite por favor dígale a él —sin más salió de mi casa tan rápido como sus largas piernas le permitieron.
—Me voy a quedar con Liam —imito su voz de manera chillona—. Él es mi caballero real y una persona especial para mí —río secamente—. Si me necesita llámelo a él.
¿Pero qué mierdas se cree esa mujer? ¿Vino a restregarme en la cara que dormiría con su novio?
Claro, tiene sexo feliz con ese bastardo y a mí me debe la renta.
Esto no se quedara así mi casa no es un hotel donde vienes a dormir nada más. Debes respetar mi calmado hogar, si debo poner otra regla la pondré y si debo obligarla a venir aquí lo hago.
¿En serio se está quedando con él? ¿Pero qué le ve de bueno?
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una llamada de un número desconocido.
Llamada entrante:
—Bennett, ¿quién habla? —pregunto de mala gana al responder el celular.
—Es Alaric, mañana nos vemos en la cafetería de la compañía —¿me ordena?
—Mañana es mi día libre si quieres verme busca otro momento, no dejare lo que estoy haciendo solo porque el principito me ordeno algo —replico, suspirando mientras me siento en el sillón.
¿Huele a frutas? Mierda, Amaya dejo su olor en el, debo decirle que lo limpie cuando vuelva.
—Te jodes, porque este principito le prohibió a tu inquilina seguir viviendo ahí. Mañana en la compañía, no faltes, amigo —cortó la llamada sin esperar mi respuesta.
¿Cómo que le prohibió vivir conmigo? ¿Quién se cree que es?
No me hagas reír, Alaric.
Ella no va abandonar esta casa, ella me debe dinero y no se ira hasta cancelar el último centavo.
Mañana no voy a ir a verte, mañana iré casualmente a la compañía porque olvide entregarle a Thomas un informe.
Ya veremos después lo que me tengas que decir, principito de mierda.