A la mañana siguiente, Hans despertó con la decisión, solo tenía que ganársela. ¿Pero por dónde empezar? Se ajustó su corbata mientras se miró por última vez en el espejo que adornaba un rincón de la habitación.
Los abogados de Hans hoy mismo se juntarían para hacer el contrato de derechos de poder, solo era cuestión de firmar y dentro de cinco meses, tendría el control de los negocios Müller.
—Señor Müller, el auto está esperando en la entrada. —escuchó la voz de Thomas a su espalda, Hans afirmó y luego se dirigió hasta a él.
—Necesito más protección para Emily. —Thomas arrugó su ceño algo extrañado.
— ¿Más? Tiene a tres hombres de mi equipo. —Hans presionó sus labios. —Sí, señor. Entonces, pondré un equipo completo a su cuidado.
—Gracias, Thomas. —y antes de esquivarlo, lo miró. —Ah
