Francesca Me miro al espejo y sonrió. Si miraba hacia atrás, exactamente tres meses atrás, nunca podría haber pensado lo mucho que mi vida iba a cambiar, lo mucho que yo iba a cambiar también. Han pasado tres meses ya desde que nos casamos y siento como si nada de esto fuera verdad, es como si estuviera viviendo en un sueño del que no me quería despertar por nada del mundo. El me ama. Ese momento en su auto, cuando me lo dijo, no salía de mi cabeza, a veces soñaba con ello y mi corazón reboza de felicidad. Marko no era un hombre de palabras dulces todo el tiempo, las tenía reservadas para mí y nuestros momentos a solas, adoraba eso de él, no estaba todo el día diciéndome que me amaba, en cambio, me lo demostraba. Sin embargo, sus “te amo” estaban guardados para mí, para susurrármelos

