En un movimiento impactó mi gancho izquierdo contra Zacarías. Que no se esperaba mí destreza y queda de rodillas ante mí. Fui consciente del silencio que invadía el gimnasio. Las máquinas dejaron de zumbar, tenía que dejar claro mi posición y antes de que pudiera levantarse impacte mi rodilla contra su nariz. Escuche el crujido y como maldijo, sé tambaleo para intentar defenderse a pesar del sangrerío qué escurría entre sus manos, pero Freddy ya estaba delante de mí y frente a él como si supiera que lo mataría, quizá mi mirada lo decía todo.
– Alguien más – exigí. Nadie dio un paso. En sus expresiones leía claramente las preguntas silenciosas, ¿Como una tipa de mi estatura y peso pudiera con alguien como Zac? y seguramente con cada imbécil aquí. Fredy se volvió hacia mí y me susurro con una sonrisa.
– Te han dicho alguna vez que te pareces a Lara Croft.
Si ya lo he escuchado muchas veces, pensé y me eché a reír. Aunque no tenemos nada en común solo el cabello. La estatura y los labios. Pero nada más. Fredy dice que hay más cualidades. Angelina Jolie es mucho más hermosa y sexy que yo. Me encanta el dragón c***o de su espalda pero a mi no me gustaría hacerme uno nunca.
Así que cuando me ve me dice Depredadora mi apodo habitual y no Natalia ,ni Nat.
Por fin se abren las puertas, entró al departamento escala del cap y me topo con Brian un escolta de seguridad.
– Hola Natalia.
– Brian, arréglate el auricular a menos que quieras que te ahorque con él.
Siempre lo estoy corrigiendo en eso, porque el cable lo trae alrededor del cuello.
– Gracias. Puedes ayudarme con la cámara 6, sigue saliéndose de foco – dice acomodándose el cable.
– Ya estás guapo – le doy una palmada en el pecho y lo hincha de orgullo – me daré una ducha y veré lo de la cámara.
– Me estás insinuando que me duche contigo – dice con fingida indiferencia – Aunque es muy tentador. Muchas gracias por la oportunidad, pero paso.
– Eres todo un caso – me rio de el. Y camino derecho al cuarto donde me hospedo, la cual es la habitación del hijo del capitán. Si tiene un hijo. Pero no me ha tocado conocerlo salvo por unas fotos que el cap tiene en su despacho con su esposa fallecida y el juntos. Es la única foto familiar que hay en toda la casa. El capitán con su uniforme azul marino cuando era joven, aun lado de el un joven de ojos de color, con traje gris, apuesto, y entre los brazos del capitán una rubia de ojos azules sonriendo con envestido rosa pálido. Su cabello brillando como el sol y juntos así, esa fotografía me inspiraba calor humano. Desgraciadamente su esposa e hija murieron en un accidente . Eso hizo que él y su hijo se distanciaran. El cap se concentró en su trabajo para superar su pena y un año después de su muerte. William rodge dowson se fue Alemania ha terminar los estudios y vivir.
Algo cambio que decidió regresar dentro de unos meses y reunirse con su padre, según me contó su padre adquirió Clientes para la compañía de seguridad del capitán, y si se quedaba un poco más lograría trasladar unos contratos para la empresa, estarían firmando un plan de negocios con la embajada alemana. Dicho esto fue lo último que supe de él. Así que tendría que esperar un poco para conocer a William. Preguntándome si sería tan simpático como su papá, Ya saben, tal palo tal astilla. El cap nunca me habló de él. Así que no tenía una referencia de nada. Y como estuve desprovista de tecnología y Nick jamás me visitó. Cosa que le haría pagar, se supone que es mi amigo.
Después de arreglar la cámara que tenía los tornillos flojos y no era nada con el equipo electrónico como sugirió Brian. Voy a la estancia donde me espera el de control interno para quitarme la tobillera.
Pero aún debo esperar a mi psiquiatra para dar el diagnóstico final. Las puertas del ascensor se abren y ahí viene doc, con un traje caro a medida y corbata. Con su maletín profesional y lentes de punta.
– Siéntase como en su casa – le digo al de control y sacude la cabeza pero no dice más. Entramos al despacho del cap y me reclino el sillón de siempre. El doc toma asiento en el escritorio y saca mi expediente que tiene unos 10 cm de grosor.
– ¿Y bien Natalia? hoy es tu día de libertad. Posiblemente.
No me hace gracia su intento de broma.
– Voy a ir a una fiesta. Me han invitado
– Enserio. ¿Porque has accedido esta vez?
– Pues quiero ser normal, tener conocidos, esto de estar aislada ha sido caótico, necesito normalidad – murmuro mirando el techo como hago en cada sesión.
– Natalia cuantas veces voy a decírtelo... tu eres normal. Solo has tenido que soportar cosas terribles para tu edad.
– Aun no tengo 50 así que no estoy tan vieja – se que sonríe. Pero no me vuelvo.
– Y tus pesadillas ¿Como vas en la noche?
– Sigo sin dormir – no añade más porque no me gusta repetirme.
– Natalia, ¿Has pensado en tener una relación?
Por primera vez desde que hablamos me siento y lo miró fijamente.
– ¿Qué? – inquiero aunque lo escuche perfectamente.
– Quizá si haces lo que una chica normal a tu edad haría. Cómo buscar el amor pueden calmar tus pesadillas. Tener más intimidad con las personas.
– Intimidad – digo entre dientes – Creo que usted mejor que nadie sabe porque no puedo tener "intimidad" con alguien.
– No pretendo atacarte... Natalia... Es un tema que quería tocar en nuestra última sesión, en tu casa.
Enfatiza la últimas palabras.
– ¿Así? – murmuró y sonríe.
– El señor Roberts ya dio su aprobación a mi diagnóstico. Y no quería irme sin plantearte este tema. Te veré una vez al mes en mi consultorio. Con respeto al amor solo quiero que te lo plantees, se que odias salirte de tus normas y tienes motivos, pero para las personas el contacto emocional al físico es una forma de interactuar. Ponte al límite. Ve qué tanto puedes permitir una cercanía, no creo que sea imposible, incluso un sicópata tiene perturbadoras formas de amar.
– Usted y yo sabemos cuales son mis límites. Y nada lo ha perturbado, ¿Porque cree que no sería catastrófico si me permito sentir?
– Porque te guste oh no, eres un ser humano con necesidades básicas.
Odio esas palabras aún que lleven razón.
– De acuerdo. Límites.
– Llámame si tienes una crisis de ira incontrolable – se acerca con maletín en mano, me estrecha la mano y sale del despacho.
Segundos después salgo cuando ya se cierran las puertas del ascensor y está el de control sentado en el banco.
– Lista para la libertad – agita el seguro entre sus manos.
Sonrió encantada.
¡Somos libres! Grita mi subconsciente con las manos en alto.