Eileen —Parecía que necesitabas ayuda —dice—. En la bañera. Me muerdo la lengua, porque básicamente mi preadolescencia consistió en decirle a Cassian: te diré cuando necesite ayuda, ahora quítate de encima, seguido de mis primeros años de adolescencia, cuando él pegó un estirón, descubrió las pesas, se puso atractivo y finalmente me dejó a mis anchas mientras hacía todo con Francis. Linda, perfecta, indefensa-sin-Cassian Francis. Que no es asunto mío. Aunque preferiría pensar en Francis antes que en la última vez que vi a Cassian. —Gracias por intentarlo —digo, educadamente, porque eso haría feliz a mi madre, y mi madre piensa que Cassian colgó la maldita luna. Y no quiero discutir con él ahora. Tengo que guardar mi energía para esta noche. Y mañana. Y el día siguiente. Hasta el vier

