—No, tú, como parte de su empresa gestora, eres el dueño del terreno, pero si el banco ejecuta la hipoteca para saldar tus deudas, los fondos restantes irán a la empresa gestora, es decir, a Elena y tus hermanos, además de a ti. Recibirías una buena suma después de que el precio de venta se dividiera entre los cuatro —dijo Kaeden con seriedad—, pero me imagino que tendrías que usar la mayor parte para pagar tus deudas y buscar otro lugar donde vivir. —¿Revisaste mis registros personales y financieros? —Se volvió hacia él de nuevo, con la ira reflejada en sus ojos. «Me fijé en el nombre de la compañía en los documentos del seguro. Pagué la indemnización hace dos días a esa corporación, y apostaría a que no has visto ni un centavo, ni lo verás hasta que empieces a armar un escándalo», defe

