Manteniendo los ojos cerrados y con un ronroneo bajo que retumba en mi garganta, doy un largo y lento estirón para darme la vuelta sobre la cama y quedar boca arriba. Sin abrir todavía los ojos, extiendo mi mano y toco con las yemas de mis dedos el duro abdomen de Deian acostado a mi lado. Una ligera sonrisa se extiende por mis labios y abro los ojos para voltear a verlo.
Han pasado poco más de dos semanas desde que mi madre murió y él no se ha despegado de mi lado. Ha pospuesto sus negocios y obligaciones para estar aquí mientras el dolor y la tristeza pasan. Ha sido mi gran apoyo y una fortaleza tremenda.
Dios, cada día me enamoro más y más de él con una intensidad que hasta me causa miedo, pero no puedo evitarlo. Es todo lo que tengo y él me hace sentir justamente eso; que verdaderame
