Capítulo 4.

1560 Palabras
"Un día despiertas y el corazón está tranquilo, nada duele, nada angustia, nada grita. Entonces ya fue, ya acabo, volviste." -Rafael Cabaliere.  Dos años despues.  Astarot. -Necesito un descanso.-deje los libros sobre la mesa y me tire sobre la silla, si Taher me viera en este momento tendría algún tipo de castigo, pero Sadie solo me miraba y me sonreía. -Te falta solo pulir alguno de tus trucos y luego ya lo tienes.-su voz, como siempre, me relajó.  Rodé los ojos y volví a tomar el libro entre mis manos. No necesitaba esto, ya me sabía de sobra mis trucos, ya me sabía todo; pero claro, esta familia era demasiado perfecta y necesitaban que todo salga perfecto. -Esta noche tendremos una cena crucial con unas personas muy importantes.-Sadie me desvió de mi estudio haciendo que dejara el libro para siempre.  La mire interrogándola, eso era nuevo; en mis dos años aquí, el palacio nunca había tenido visitas muy importantes, solo algunos príncipes que venían a pedir la mano de Sadie, pero nada fuera de lo común. -¿Me puedes contar más? ¿O está prohibido?-pregunté; sabía que me contaría, ella siempre lo hacía.  Sadie negó con su cabeza haciendo que su cabello se sacudiera solo un poco. La mire intensamente haciendo que un sonrojo comenzara a asomarse en ella. -Odio que hagas eso, mi padre no te tendría que haber enseñado nada, ahora sabes utilizar tus trucos para el mal.-bromeó haciendo que una carcajada brotara de mi. -Entonces... ¿no me puedes decir más nada?-mi voz triste pareció tocar algún punto en ella ya que sentí como su cuerpo se calentaba de cariño. -Bien, tú ganas, pero solo te contare una sola cosa... luego te quedas con la duda.-me hablaba como si fuera una niña pequeña, pero era nuestro pequeño juego y así yo obtendría aunque sea un poco de información.  Asentí con la cabeza y espere a que ella comenzara a hablar, parecía debatirse entre que contarme y que no. -Se avecina una guerra que...-su voz se fue apagando.  Unos pasos se escucharon afuera de la biblioteca.  Mierda.  Tome el libro con rapidez y empecé la actuación. -Padre.-Sadie sonaba dulce, pero nerviosa.  No quise ver a Taher, pero sabía que nos conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta de que algo estaba pasando. -Sadie, hija, necesito hablar un momento con Astarot... a solas.-escuchar a Taher nervioso no era algo normal.  Deje el libro en la mesa justo cuando Sadie se retiraba con cautela de la habitación. Taher se sentó delante de mí y me miró con profundidad, como cuando tenía que mostrarle algún truco nuevo. -Esta noche habrá una reunión, aquí.-lo mire, jugaba con sus dedos y parecía estar cansado- Necesito que te presentes... no puedo decirte mucho, pero se avecina una guerra y tu eres una pieza importante en esto.  Asentí. Él me había enseñado todo lo que yo sabía hasta el momento, no podía decepcionarlo ahora.  Una sonrisa se asomo en la cara de Taher, pero no llego a salir. Me levante cuidadosa, tomando mi vestido por los costados; mis zapatos resonaban en la madera por la que caminaba haciendo que una sonrisa se posara en mi rostro. No podía olvidar a Sadie tratando de enseñarme a caminar con estas cosas, tantos intentos fallidos, tantas caídas, pero al final... al final logre hacerlo, como cada cosa que se había puesto en mi camino desde aquella noche hasta hoy; pero un nombre... ese nombre seguía rondando en mi cabeza.  ¿Qué habrá pasado con él?  Mi mente me preguntó, pero yo no tenía la respuesta... y también quería saberlo. ◬◬◬  Sadie me miraba desde la otra punta de la habitación, solo estaba ahí, sentada mirándome pensativa. Su cuerpo decidió reaccionar, se levanto del sofá en el que estaba, y caminó directo hacia mi armario.  A cada paso que daba, me confundía aún más. -¿Qué haces?-pregunté. -Cállate, estoy concentrada.  Levanté mis cejas y la miré, su comportamiento me había dejado helada.  Luego de unos minutos, saco del ropero un vestido n***o que nunca en mi vida había visto, lo dejo sobre mi cama y luego me miro. -Lo lamento, debía concentrarme.-sonrió- Mi padre me ha pedido que te vista... para seducir, para hacerte ver como la poderosa diosa de la lujuria que eres-enfatizó- , y me dio la tarea de buscarte un bonito vestido que te haga destacar.  Rodé los ojos y suspire. ¿En serio? ¿Qué mierda era esta cena? -Bien.-dije finalmente y ella dio un saltito emocionada.  Me sentó sobre una pequeña silla que se encontraba enfrente de un espejo, comenzó a jugar con mi cabello mientras yo decidí relajarme y dejar que se divierta un rato.  Esta noche tendría que usar mis armas de seducción; era la segunda vez que las usaba, y me ponía nerviosa no saber a que me enfrentaba, pero era un demonio y debía enfrentar todo aquello que paraba en mi camino.  Sadie termino y me obligo a mirarme al espejo.  Wow.  Me había convertido en la verdadera Astarot. Me había convertido en una maldita diosa de la lujuria.  Sadie me miraba orgullosa con su trabajo, tenía un brillo especial en sus ojos, se sentía feliz. -Todavía falta el vestido.-su voz sonaba alegre y eso hizo que una sonrisa apareciera en mí. -¿Tu iras a la cena?-pregunté luego de caminar hacia donde se encontraba lo que usaría esta noche. -No... me veré con Ruy.-sus mejillas se sonrojaron y sentí como su sangre comenzaba a calentarse.  La lujuria estaba creciendo en ella. -Buena noche para hacerlo.-le sonreí y procedí a ponerme el dichoso vestido. - Mi padre lo quiere,-su voz se escuchaba insegura- pero no sé si lo suficiente como para dejar que me case con él.  La mire, su alegría se había esfumado y ahora la tristeza invadía su cuerpo. Maldita sea, yo sabía seducir, no ayudar con sus problemas románticos... siempre me tenía que suceder a mí.  Tome aire, todas las noches en las que Sadie decidía juntarse con él, había algo en la mente de ella, que impedía que todo fuera perfecto. -Tu padre no sabe que lo amas.-mi voz trataba de sonar dulce y comprensiva, pero estaba nerviosa, no sabía que decir realmente.  Sus ojos se llenaron de lágrimas y al cabo de unos segundos, ella ya estaba sollozando.  Cruce la habitación con rapidez, no soportaba verla así, tan triste, tan miserable. Abracé su delicado cuerpo con cuidado de no romperla, tratando de que en esa muestra de afecto se transmitiera todo lo que pensaba y no podía decir debido a que las palabras correctas no se desenvolvían rápidamente en mis cuerdas vocales. -Estoy segura-susurré, no me hacía falta hablar muy fuerte, estábamos muy cerca- de que si tu padre supiera cuanto amas a Ruy, te dejaría casarte con él; porque eres lo más preciado que él tiene, te ama con su vida y haría cualquier cosa para verte feliz. Sus brazos me apretaron más, y supe que había dicho lo correcto. Cerré mis ojos y decidí disfrutar el abrazo. ◬◬◬  Los pasillos eran interminables, estaba llegando tarde a la cena y mi cuerpo se estaba alterando. -Tranquila Astarot, solo vas 2 minutos tarde, nada más.-Sadie iba a mi lado tratando de tranquilizarme.  Su voz sonaba levemente agitada, estaba prácticamente corriendo. -¿Con quién es la cena? -Con unos hechiceros, magos o algo así.  Y frené.  Tyron.  Sus dedos de fuego me vinieron a la mente, junto a su aroma a hierbas.  Ese recuerdo me chocó. Sadie había frenado a mi lado, escuchaba como intentaba tomar aire desesperadamente.  Todos los pensamientos quedaron atrapados en un lugar oscuro de mi cabeza. No necesitaba pensar en él ahora, si bien era un buen hechicero, no sabía que había pasado con él, tampoco sabía si seguía vivo.  Sacudí todos mis pensamientos y continué mi recorrido; Sadie me siguió. -¿Por qué corres a mi lado?-le pregunté.  Ella soltó una pequeña risa, pero no paro de caminar. -Porque debo ir hacia allá, para poder escaparme sin que nadie me vea.  Su respuesta parecía tener sentido.  Frené frente a la gran puerta del comedor, Sadie me dio un rápido abrazo y siguió su recorrido; la mire irse y una sonrisa salió de mi, ella… estaba tan enamorada de ese chico.  Mire el espejo que se encontraba a mi lado. El vestido n***o marcaba todo mi cuerpo, el peinado que traía junto al maquillaje me daban un toque especial.  Me veía sexy.  Tome una respiración profunda y mentalice seguridad.  Soy la diosa de la lujuria. Todos deberían temerme.  Entre al comedor afianzada, me sentía poderosa. Mi caminata lo decía todo.  Al primero que vi fue a Taher, estaba en la punta de la mesa; su traje era elegante, todo él gritaba riqueza y poder. -Ella es Astarot.-me miro, estaba orgulloso- Diosa de la lujuria.  Sonreí con confianza y mire al resto, pero olvide como respirar. Mi mente se nublo, y todo a mí alrededor pareció denso. -¿Estás bien?-la mano de Taher se posó en mi hombro.  Quise decir que sí, pero mi voz estaba atrapada detrás de un nudo de sensaciones. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.  Después de 2 años... después de aquella noche... Tyron estaba frente a mí, igual o más sorprendido que yo.
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