«Este sabor… es tan familiar y también… su lengua» El indiscutible y poderosísimo sabor a menta combinado con notas sutiles de cardamomo y vainilla de un enjuague bucal de 100 dólares, especializado para combatir todo mal aliento durante hasta 48 horas, invadió los sentidos de Nina durante aquel beso, despertando en ella una inquietante familiaridad. Era exactamente el mismo sabor que había probado en los labios de Ahmed. A su vez, a pesar de que el beso era hambriento y algo sádico, el movimiento de sus labios seguía un patrón idéntico, una danza que su cuerpo reconocía instintivamente, aunque su mente no pudiera explicarlo. «Mmmm, cómo quería besarla»—pensaba Salomón mientras devoraba aquella boca pequeña con pasión desenfrenada, con sus labios firmes moviéndose con precisión calculada

