Sin embargo, el hombre mientras ella se temblaba no se detuvo. El malvado seguía moviendo sus caderas con una precisión implacable. Una sonrisa sádica curvaba sus labios, con sus ojos verdes brillando con un deleite perverso mientras observaba cómo ella temblaba bajo él, atrapada en las secuelas de su orgasmo. Luchaba por mantener el control, pero Nina sin saberlo tenia algo especial, su la vag¡na se apretaba a su alrededor, con una fuerza instintiva, la cual a él, lo llevaba al borde de la locura. ―¡Habibi! —se le escapó, de nuevo―Sí, sigue, así —gruñó, con su voz ronca vibrando con un deseo que apenas podía contener. Cada apriete de ella era como un latigazo de placer que lo empujaba al límite. «No puedo más… voy a explotar dentro de ella»― pensó,con su mente nublada por la lujuria

