—¿Dónde está usted, Rey Salomón? —la forma en que pronunció su título fue cargada de un sarcasmo tan evidente que prácticamente goteaba veneno. Salomón notó inmediatamente el cambio en su tono, y su mandíbula se tensó bajo la máscara de licra. Hassan, quien escuchaba la conversación porque estaba en alta voz, observando la reacción de su amigo, tuvo que morderse los labios para no soltar una carcajada. —Salí a hacer algo —respondió con voz controlada—. ¿Por qué me hablas con un tono raro? —Es mi tono normal, no sé a qué se refiere —contestó Nina, continuando su búsqueda mientras fingía inocencia total, paseándose por el vestidor con la capa siguiéndola majestuosamente. —Noto tu tono sarcástico —declaró Salomón, con su voz adquiriendo un filo peligroso. —Pues está en su mente —replicó

