Minutos después… Dos caminos divergían bajo el mismo cielo abrasador de Dubái. Salomón Al-Sharif se deslizaba en su Bentley Continental, donde el aire acondicionado mantenía una temperatura perfecta, sus dedos, aquellos mismos que habían explorado cada rincón de Nina la noche anterior, ahora tamborileaban con impaciencia sobre su muslo pensando en que Nina hacia en su empresa. «¿Será que… fue a pedirme el empleo?... Mierda, lástima que estaba ocupado o si no… hubiera… ido tras ella» La idea lo atormentaba, creando un torbellino de posibilidades en su mente calculadora. El magnate acostumbrado a controlar cada variable se encontraba ahora a merced de la incertidumbre, un territorio tan desconocido para él como el genuino afecto. Hassan en el asiento delantero observaba el reflejo de su

