Capítulo 52. El león enamorado-4

1422 Palabras

—¿Ahmed va a una cita? La voz de Hassan, cargada de sarcasmo apenas disimulado, lo sobresaltó visiblemente. Salomón se giró con la velocidad de un depredador acorralado, descubriendo a su amigo apoyado contra la pared a pocos metros de distancia, con los brazos cruzados y una expresión que mezclaba diversión y preocupación a partes iguales. Enseguida, Salomón poniendo su máscara de indiferencia, le dijo: ―Sí. La pobretona está en la playa. Está cerca de donde vivo —miró su reloj de oro—. Ya son las cuatro, ya no tengo nada. ―Pues vayamos, señor Ahmed, a que se cambie —respondió Hassan, con el tono burlón de quien conoce demasiado bien las debilidades ocultas de un amigo. Salomón, alzando una de sus cejas pobladas pero bien definidas le preguntó: ―¿Mandaste pedir los lentes de contact

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