Con la primera mordida, Nina cerró los ojos involuntariamente. El sabor intenso y complejo explotó en su boca, tan diferente a las comidas funcionales y económicas que solía preparar en casa. A su lado, Emir masticaba lentamente, como queriendo prolongar cada sensación. —El hotel donde nos quedaremos también será bonito —comentó Nina entre bocados, disfrutando de la textura aterciopelada del puré—. Estaremos unos días allí mientras busco otro empleo. Compraremos ropa nueva para los dos. —Quiero unos zapatos—dijo Emir con entusiasmo, con sus ojos brillantes ante la perspectiva. —Claro que sí —Nina sonrió, cortando otro trozo de carne—. Compraremos… un par de zapatillas nuevas y quizás chaquetas para cuando llegue el invierno a Norteamérica. —Ah, y podremos ir a un cine también, ¿verdad?

