—¡Tu nuera esconde dinero y no nos quiere dar para la comida, no hay para desayunar mañana! —acusó Driztan, sin soltar a Emir—. ¡Seguro tiene guardado en algún lado!
Los ojos de Maruja se iluminaron con avaricia apenas disimulada. Sin mediar palabra, se dirigió hacia el bolso desgastado de Nina que descansaba sobre la pequeña mesa de la sala.
—¡Voy a ver qué dinero tienes aquí! —declaró, hundiendo sus dedos huesudos en el interior del bolso.
—¡No! —gritó Nina, intentando liberarse—. ¡Es mi bolso! ¡Suéltalo Maruja!
Driztan, viendo que Nina intentaba zafarse para detener a su madre, la agarró con más fuerza. Con un movimiento brusco, también sujetó a Emir, quien forcejeaba intentando ayudar a su hermana.
Sin embargo, afuera, en el pasillo mal iluminado, una figura se movía silenciosamen
