Estaban en la mesa cuando apareció Pedro. - ¿Quieres hablar conmigo Pedro? - Quiero hacerlo, pero volveré más tarde. - ¿Es serio? - No, no, se trata de la habitación de mi hermana. Ya tengo el presupuesto. - Cene con nosotros y luego lo veremos. - Entonces comeré allí en la cocina con las chicas. Era el turno de Laura de interferir. - Siéntate con nosotros, Pedro. Te prometo que te dejaré postre. El chico sonrió. - No quiero abusar. - No es abuso, es nuestro invitado. El chico se sentó, al principio un poco avergonzado, tenía un futuro prometedor, y lo más importante para Marco era que podía confiar en él con los ojos cerrados. Pedro provenía de una familia sencilla y no estaba acostumbrado a que sus jefes lo trataran bien. Ya había renunciado antes a otros, el sala

