ERIK Observé cómo las luces rojas y azules parpadeaban en la calle, reflejándose en el parabrisas del coche. Mi mandíbula se tensó porque sabía que no podía perder la calma. Sin embargo, cada fibra de mi cuerpo me gritaba que esa presencia policial no era una coincidencia. Estaban ahí por Mark, o porque Damiano de alguna manera está siguiendo a Dominika. La chica estaba pálida como una cebolla blanca en una buena temporada. Le di un apretón en el hombro para tranquilizarla. — Quédate aquí —. Susurró con firmeza, lanzándole una mirada seria a Dominika—. No salgas del auto por nada del mundo. Deja averiguo primero qué es lo que está pasando. Ella asintió sin decir nada. — Ya llegaste hasta aquí. No nos vamos a rendir fácilmente. Le sonreí, antes de tomar aire y salir del auto, buscan

