—Bueno querida... Es hora de irnos a la cama. —miro a la señora que esta conmigo día y noche y ni siquiera sé su nombre—. Acompañala a que se aliste.
—Si señor. —me paro intentando de que no se me vea nada ya que estamos rodeados de sus hombres que lo vigilan aún cuando come.
—Dame un beso Ester. —me agarra la mano cuando paso por su lado, me trago las arcada mientras me inclino dandole un beso en la mejilla.
—Frente a tus hombres no...
—¿Porqué no?. —ahora me aprieta el brazo mirándome más que enojado.
—Me da vergüenza. —sonríe de lado asintiendo.
—Esta bien... Ve a descansar.
—Hasta mañana. —sigo a la señora intentando ver todo sin que se note que lo hago.
—Pase señorita. —me abre la puerta así entro a la habitación en la que me estoy quedando.
—Gracias. —me quedo parada viéndol
