Corría lo más rápido que podía, traía el café en una de mis manos y en la otra me encontraba cargando mis cosas, cuando el celular, comenzó a vibrar, parando en una esquina, para cruzar la calle, conteste la llamada.
- Chica, ¿Dónde te encuentras?, el jefe está a punto de llegar y su café, junto con su nueva asistente no se encuentran por ningún lado.
- Lo sé, estoy cruzando la calle, ya llego.
Dije, colgando y guardando el celular, corriendo cruce la calle y subiendo los dos escalones, entre en aquel edificio. Cuando note, que Anna me llamaba.
- ¿Qué? - dije exaltada.
- Acaba de llegar al estacionamiento.
- Genial. - dije, mirando que los asesores, se encontraba completamente llenos- Tengo que correr, deséame suerte.
- Oye, pero...
- Te cuento luego. - le dije, caminando a las escaleras. Subiendo lo más rápido, que podía, llegue al último piso, para mi suerte, el jefe aun no llegaba, por lo que, entrando a su oficina, deje su café y acomode unos documentos.
Saliendo cerré la puerta y me posicione en mi escritorio, prendiendo el equipo, note que las puertas del elevador se abrían e inmediatamente baje la mirada. Tal como se me había informado, la secretaria anterior.
Sin hacer ningún movimiento, espere a que pasara por mi lado y cerrara la puerta. Pero eso no ocurrió exactamente, al llegar a mi escritorio, se detuvo un momento, y me escaneo con la mirada.
- ¿Eres? - pregunto de la nada.
- Su nueva asistente. - respondí, sin mirarlo y con los nervios de punta.
- Mírame. - pidió.
Poniéndome de pie, levante la mirada y lo mire de frente. Y nuevamente, revisaba mi vestimenta.
- ¿Quién te ha contratado?
- La señorita Anna Morin.
- Recursos humanos. - dijo, para sí mismo. - Bien, estás despedida.
Y sin esperar mi respuesta, siguió su camino, cerrando la puerta de un portazo.
Sin saber exactamente qué hacer, volví a tomar asiento y empecé a realizar, las tareas que me correspondían, tomando unas llamadas, agendando sus citas y juntas de la semana. No sabía cuánto tiempo había pasado, hasta que la puerta se abrió nuevamente.
- Pensé que te había despedido. - dijo pasando a mi lado.
- Me comentaron que lo haría. - mentira.
- ¿Por qué sigues aquí? - menciono, mientras llamaba, al elevador.
- Es mi trabajo.
- No, no lo es. Te he despedido.
- Creo que no ha funcionado. - dije segura de mí misma - Creo que no hemos comenzado de la mejor manera. Permítame presentarme mí nombre es....
- Se muy bien cuál es su nombre señorita Lloyd - dijo seco. - Lo que no comprendo es ¿Por qué sigue aquí?
- Me contrataron para asistirle.
- Y yo la he despedido.
- ¿Y?
- Que graciosa. - menciono, con sarcasmo- Quiero que se vaya.
Diciendo eso ultimo las puertas del elevador se cerraron, sin darme nuevamente oportunidad para decir algo. Y como por arte de magia, un mensaje suyo, llego a mi celular.
Desconocido: Espero, ya no verla, cuando regrese a mi oficina. Tiene una hora.
Apagando el teléfono me quede en ese mismo, lugar, no tenia pensado irme, por lo menos seguiría dando pelea, al punto de que tuviera que llamar a seguridad.
Cuando un corre de la empresa, me llego, informándome que mis servicios ya no eran requeridos. Sin creer lo que estaba leyendo, marque el número de mi mejor sin obtener respuestas. Y fue cuando un hombre llego junto con una caja, regalándome una sonrisa triste.
Rendida, apague el equipo y comencé a acomodar el lugar, tome algunas de las carpetas y poniendo una nota en cada una de ellas, sobre lo que trataban y cuando se llevarían a cabo cada una de ellas. Y junto con ellas una copia de cada documento, que sería requerido.
Tomando todos los documentos en mis manos, camine a su oficina y los acomode en su escritorio, notando que el café que le había llevado seguía en el mismo lugar y con todo el contenido adentro.
Tomándolo, salí de la oficina, recogiendo mis cosas, llame al elevador y bajé hasta la recepción, donde las miradas de la mayoría de los empleados eran de sorpresa y una que otra de lastima.
Al pasar por aquella puerta, el Sol de la tarde, me pego en la cara, deslumbrándome un poco, tirando el café en el bote que se encontraba fuera, baje los dos escalones.
Con la poca valentía que tenía, levante la mirada y camine con la cabeza en alto, sin importarme, el cómo me veían las personas, que caminaban a mi alrededor. Al no tener dinero, no tenia otra opción que caminar con una caja semi vacía, hasta mi departamento.
Al llegar al edificio, subí las escaleras hasta mi piso, buscando mis llaves en mi bolsa, cuando mi celular comenzó a sonar.
- Anna, ¿Qué necesitas? – mencione, mientras intentaba abrir la puerta.
- ¿Dónde te encuentras?
- Estoy en mi casa. – al fin lográndolo abrir la puerta, entre al departamento, cerrando la puerta, me quite los tacones, dejándolos a un lado.
- ¿No se supone que deberías estar trabajando?
- Me despidió esta mañana. Y me volvió a despedir horas después.
- Imposible necesitaba a alguien con urgencia, ayer que envié tus papeles, no dijo nada, solo me contesto que estabas contratada. Y te envié el mensaje.
- Sí, bueno, ha sido el menor tiempo que he durado en un lugar, es un nuevo récord, - mencione intentando olvidar todo lo que había ocurrido.
- Vane, sé que no ha sido un buen día, pero…
- No te puedes dar por vencida. – mencione por ella.
- Exacto, vamos, puedo llamar a mis contactos y preguntarles si…
- Ann.
- ¿Qué pasa?
- Enserio te lo agradezco, pero, ya no puedo seguir así. Llevas dos semanas intentando que alguien me contrate, pero o no me necesitan o el puesto ya a sido ocupado. Creo que llamare a Rafael y le pediré mi empleo de vuelta.
- ¡¿Qué?!, ¡NO!, Claro que no, sé que necesitas el dinero, pero me prometiste que nunca más regresarías a ese bar de mala muerte.
- Ann, no tengo muchas opciones y si tengo suerte tal vez mi puesto siga libre.
- Y si no es así, y si quiere que …
- Entonces diré que no y me marchare de ese lugar y buscare otro trabajo.
- Es solo, que no quiero que te pase lo de la otra vez.
Flashback
Las luces brillaban por todo el lugar, la pista estaba repleta de gente, cuerpos bailando y chocando era lo único que se podía presenciar, tras intentar buscar a Anna en ese lugar me di por vencida.
Se suponía que me estaría esperando en la barra mientras me cambiaba, de ropa, pero no la encontraba por ningún lado, pregunte por ella a varios de mis compañeros, pero nadie la había visto.
Al darme por vencida, decidí salir y llamar un taxi. El clima era frío, y el viento comenzaba desatarse, abrazándome a mí misma, di un par de pasos, hasta que coche con alguien.
- Lo siento. - mencioné, y seguí con mi camino.
Tomando mi celular de mi bolsillo, intenta llamar varias veces a un taxi, pero no obtuve mucho éxito, con mis opciones reducidas, decidí seguir mi camino, la noche cada vez, se ponía más y más fría y los pies empezaban a dolerme y no era una opción quitarme las zapatillas.
Conforme seguía avanzando, sentí que alguien me seguía, por lo que aumente la velocidad, la calle se encontraban completamente vacía y no encontraba un lugar seguro para refugiarme, tomando firmemente mi teléfono, marque el número de Anna, sin obtener mucho éxito.
Sin tener otras opciones, decidí fingir que estaba hablando con alguien, conforme aumentaba mis pisadas.
Llevaba caminando alrededor de treinta minutos, cuando por fin logre ver a alguien.
- ¡Hola! - grite, logrando que el sujeto se girara. - Perdona, por no darte bien la dirección. - mencionaba, mientras me acercaba cada vez más a él.
- ¿Disculpe? - me miro todo confundido, al momento en que le di un abrazo.
- Necesito su ayuda. Un tipo me está siguiendo. - susurre.
- No te preocupes. También acabo de llegar. - menciono siguiéndome la corriente. - Vamos, el auto está cruzando la calle.
Tomándome de la mano, me condujo hasta su auto y abriéndome la puerta me invito a pasar. Dudándolo un poco, acepte su invitación.
- Y dígame ...
- Amanda Mcall – dije, intentando no sonar nerviosa.
- Y dígame Amanda, a donde la llevo.
- No sé, si sea una buena idea. – mencione, mientras miraba como el sujeto que me estaba siguiendo, no paraba de ver el carro.
- Déjeme llevarla a su casa, por lo menos así estaré seguro, de que ya no corre peligro. – menciono el hombre, quien se había percatado, de lo mismo.
- Si usted insiste, mi dirección es...
Fin del Flashback
-Estaré bien.
- Prométeme que si ocurre algo me llamaras de inmediato.
- Solo si tu prometes contestarme.
- Es un trato.
- Es un trato.
- Linda, tengo que irme, mi jefe me llama. Te veo en la noche.
- De acuerdo, te llamo luego.
Colgando la llamada, camine hasta el sofá y tome asiento, aun dudando lo que estaba a punto de hacer, marque el número y espera a que alguien me contestara.
- Hola ¿En qué puedo ayudarle? – menciono una voz áspera y rasposa.
- Estoy buscando al gerente. – conteste empezando a jugar con mi blusa.
- No está disponible en estos momentos.
- Sabe en qué momento llegará o estará disponible.
- Lamentablemente no. Pero si justa dejar un mensaje, con justo se lo daré.
- Solo dígale a Rafael, que Vanessa llamo.
- De acuerdo. – dijo el colgando la llamada.
Revisando la hora en el reloj que colgaba de la pared note que eran las tres de la tarde. Poniéndome de pie, caminé hasta la cocina, me dirigí al refrigerador buscando algo para comer, sin encontrar nada.
Lo que significaba comer nuevamente sopa instantánea. Mientras calentaba el agua y vertía el sobre con la sopa, mi celular comenzó asonar.
- ¿Hola?
- Vane, no sabes cuanto me alegro escuchar que estaba buscándome.
- Rafael. – dije, mientras apagaba la estufa.
- Y bueno, preciosa, ¿para qué me buscabas?
- Necesito un empleo. Me preguntaba si tenía espacio para mí.
- Le di tu lugar a una chica, hace tres días. Pero, si quieres, puedes trabajar en el área VIP.
- Sabes, que me negare rotundamente, si quieres ponerme atrás de la barra, adelante, a limpiar los pisos, lo acepto, pero no pienso entrar en esa área.
- Es en el único lugar que tengo vacantes. Tendrás el triple de propinas y la paga será el doble.
- Rafael, no podrías poner a alguien más en esa área.
- Preciosa, las chicas, que tengo en este momento son inexpertas y no queremos que los clientes, salgan insatisfechos o ¿sí?
- No, no lo sé, tengo que pensarlo.
- Te espero a las seis, si no llegas obtendré tu respuesta y le daré el trabajo, a alguien que realmente lo necesite.
Y colgó la llamada. Dejándome con más inquietudes, necesitaba el empleo, pero no quería arriesgarme, sabia muy bien como se trabaja en esa área y eso estaba fuera de mis límites.
Pensando en que decisión tomar, escuche el sonido de la puerta siendo golpeada. Caminando hasta ella, la abrí, notando la mirada de mi mejor amigo.
- Luis, ¿qué haces aquí?
- Hola a ti también. – dijo, pasando por un lado y entrando en el departamento.
- Hola. – dije cerrando la puerta.
- Llamo Anna, me conto lo que tienes pensado hacer.
- ¿Y vienes a impedirlo?
- No, solo estoy aquí para apoyar lo que tu decidas. – mencionaba mientras toma asiento en la sala.
- Lo he llamado, pero…ya dio mi puesto. – mencione, tomando asiento a su lado. – Me ofrece empleo, pero en el área VIP. Y….
- ¿Quieres tomarlo? – menciono mi amigo con seriedad.
- No lo sé, necesito el dinero, pero…
- Solo eran rumores. Trabajamos en ese lugar por mucho tiempo y nunca vimos o escuchamos nada fuera de lo norma.
- En eso tienes razón, pero ¿y si las cosas han cambiado?
- Sabes, que sobre piensas demasiado las cosas ¿verdad?
- Sí, lo sé, pero, ¿qué tal que algo malo pase?, ¿qué si los rumores eran verdaderos?, ¿qué es lo que tengo que hacer? – decía, poniéndome cada vez más nerviosa.
Y sí mi amigo tenia razón y le daba muchas vueltas a una sola cosa, necesitaba el empleo y Rafael me ofreció uno, no era el mismo, si no uno mejor y si todos esos rumores, eran solo rumores.
- ¿En qué piensas?
- Tomare el empleo, - mencione de la nada - tienes razón, tal vez solo sean rumores y, además, - me puse de pie y camine hasta la cocina – realmente necesito el dinero.
El resto de la tarde, no la pasamos platicando y viendo, películas, hasta que llego la hora de irme.
- ¿Te llevo? – pregunto mi amigo.
- ¿Puedes? – respondí yo poniéndome de pie.
- Claro.
- Me esperas, necesito cambiarme. – dije, mostrando mi atuendo.
- Te espero afuera.
Mirando la ropa de oficina que todavía traía, camine hasta mi habitación y escuche como cerraba la puerta del departamento. Tras sacar todo mi guardarropa, decidí poner un pantalón de mezclilla, unos tenis y una bonita blusa azul.
Tomando mi bolsa, salí del departamento cerrando con llave. Bajando las escaleras note a mi amigo revisando su celular, al momento en que escucho la puerta abrirse levanto la mirada y me regalo una sonrisa.
-No puedo creerlo, veinte minutos, pare eso. – menciono, mirando detalladamente mi atuendo.
- No, quiero, que pase lo de la ultima vez. – tomé la puerta del auto y la abrí entrando en él.
- Por lo que sé, no te quejaste, del misterioso hombre que te llevo hasta mi casa. – menciono, entrando y encendiendo el auto.
- Solo, me estaba ayudando, además fui yo la que lo tomo por sorpresa. – mencione, poniéndome el cinturón y dirigiéndole una mirada a mi acompañante.
- Claro, por eso la sonrisa boba, que tenias cada que pensabas en él.
- Era atractivo. – intente defenderme.
- Admítelo, te gustaría volver a verlo.
- Solo fue esa semana.
- Aun no comprendo, ¿por qué no le diste tu número?
- Claro, le iba a decir, sabes me gustaría volver a verte, este es mi número, llámame.
- Podrías haberlo hecho.
- No, yo creo que no.
- Como quieras.
Apenas termino la frase, el auto se puso en marcha, aun era temprano, el club no abría sino hasta las 7, pero sabía que había muchas cosas que hacer, a parte nunca me había justado llegar tarde, y conociendo a Rafael, me pondría buscar un disfraz y a inventarme un nombre, todo por nuestra seguridad. Algo que me llevaba tiempo, por el hecho de que nadie podría tener el mismo nombre y tampoco podían llamarse con el nombre verdadero de otra mesera.
- Para aquí. – mencione, a mi amigo.
- ¿Segura? – me pregunto, mirando el callejón, que teníamos a un lado.
- Sí, la entrada trasera es por acá. – mencione abriendo la puerta y saliendo de ella, cerrándola, me recargue en la puerta y le regale una sonrisa. – Estaré bien, pero de esto ni una sola palabra a Anna. ¿Ok?
- De acuerdo.
- ¿Puedes, pasar después por mí?
- Sí.
- Bien, te llamo cuando termine mi turno.
- Ok, cuídate.
- Igual.
Dándome la vuelta, camine hasta ese oscuro callejón, que conocía perfectamente. Contando diez pasos, gire a mi izquierda y toque la puerta oculta, que se encontraba en ese lugar.
- Contraseña. – dijo, una voz gruesa y tenebrosa, que conocía perfectamente.
- Rafael es un tarado. – dije, como solía hacerlo.
- ¿Cielo? – menciono Mike, el hombre encargado de protegernos a todas nosotras, cuando teníamos problemas con algún cliente.
- Podría decirse.
Se escucho, como quitaba varias cerraduras y abrí a la puerta.
- Mike. – mencione, dándole un beso en su mejilla. - ¿Me has extrañando?
- Solo un poco, princesa. – menciono dándome un abrazo.
- ¿Rafael?
- En su oficina.
- Gracias.
- ¿Eso quiere decir que estas de regreso?
- He regresado-. – mencione, girando a verlo y levantando mis manos, logrando sacarle una sonrisa, como solía hacerlo.
- Nunca cambias.
- Aunque lo intente, no puedo. – dije, así continuando con mi camino y escuchándolo reír por lo bajo.
Estaba a punto de tocar la puerta, cuando por ella un Rafael sonriente y entusiasmado, salía a mi encuentro.
- Haciendo tanto escandalo como siempre. Mi hermoso diamante en bruto. – dijo, mientras abría por completo la puerta y me invitaba a pasar.
- Hola a ti también. – dije entrando y tomando asiento en una de las sillas.
- Veo que tomaste una decisión. Así que ¿Cuáles son tus condiciones?
- Me conoces tan bien.
- Trabajaste para mi por cinco años, como no iba a conocerte.
- Estaré en una nueva área, no la conozco muy bien, quiero visitarla y aprenderme la localización de las cosas.
- Bien, podría darte el recorrido.
- Además, necesito sabes que es lo que voy a hacer exactamente.
- El trabajo es el mismo, servirás bebidas o las entregaras, sabes que cada noche se van turnando. Tenemos poco personal, por lo que algunos días necesitare que seas ambas.
- Las propinas.
- Son completamente tuyas. No tomare un solo centavo de tus propinas y tampoco se repartirán entre tus compañeras de áreas.
- Suena bien. Pero…
- ¿Pero?
- Se que ocurre algo más en la parte de arriba, así que quiero estar preparada.
- Algunas veces llegan con sus “damas de compañía”, en caso que te pidan pasar un rato con ellos, solo emociónalos, y sabes que, si se ponen rudos o te intentan hacer daño, estará alguien cuidando de ti.
- ¿Nombre?
- Si quieres, puedes quedarte con el mismo. – asentí con la cabeza.
- ¿Disfraz?
- Es más provocativo, de los que usabas.
- Creo poder manejarlo.
- Sabes, que cuidarlas, es lo más importante para mí.
- Lo entiendo.
- Esta noche estarás atrás de la barra, así podrás ver cómo funciona el sistema. Cualquier duda, Violeta, te asistirá.
- Bien, ¿mi casillero?
- Tienes el mismo. – me puse de pie y caminé hasta la puerta. - ¡Bienvenida! – grito, antes de cerrar por completo la puerta.
Caminando a los casilleros, note como varias chicas iban llegando, algunas ya las conocía, otras, me miraban como si fuera una extraña. Juntándome con las chicas entre, por la diminuta puerta, que nos daba acceso a nuestro llamado lugar seguro.
Localizando mi casillero, camine hasta el número 15, quitando la lleve que se encontraba colgando, lo abrí, dejando ver, el nuevo atuendo que tendría que usar. Consistía en una mino short, y un top, rojo, que definitivamente haría resaltar mi silueta.
Guardando, mi bolsa cerré el casillero, guardando las llaves en mi bolsillo trasero. Me dirijo al centro del lugar, donde la mayoría se encontraba arreglándose o simplemente platicando.
- ¡¿Violeta?! – mencione al aire.
- ¿Sí? - menciono una chica, alta, de tez blanca, ojos azules y cabello rubio.
Camine hasta ella y le regale una sonrisa. – Hola, Cielo, voy a ser tu nueva compañera, me preguntaba si podrías mostrarme el lugar.
- Ahh, claro, dame un segundo. – me dijo regresándome la sonrisa y guardando sus cosas.
- No, puedo creerlo, es quien creo que es.
- ¡Chicas!, ¡Nuestro querido Ángel ha regresado!
- Hola a ti también Diana, Sol.
- Te lo dije o no te lo dije. Tarde o temprano regresaría. – mencionaba Sol, quien miraba atenta a Diana.
- Lo dijiste. – menciona Diana, quien me abrazo de golpe. – No sabes cuanto te extrañamos.
- Sí, no es lo mismo sin ti.
- Bueno, ya estoy de regreso.
- Vamos. – menciono, la chica de ojos azueles.
- Después hablamos. – les dije, mientras seguía a mi compañera.
Cruzando la puerta, mi compañera freno de golpe.
-Así, que nueva.
- Trabaje por un tiempo aquí.
- Pero nunca deje el área de abajo.
- Así, que regresas y te dan un ascenso.
- No, el sabe que no quiero trabajar en la parte superior. Y por lo que tengo entendido, ya dio mi puesto anterior.
- Como tu digas. – menciono, con amargura y continuando su camino. – Quiero suponer, que sabes, que empiezas en la barra. No vamos a ir intercambiando, por lo que necesito, que seas rápida y aprendas rápido. ¿Entendido?
- Entiendo.
Conforme, me mostraba el lugar, pude notar varias cosas. En primera la barra, se encontraba oculta, por lo que no mucha gente se acercaría a ella, tenia una buena vista de las mesas, si así se podrían llamar y de los espacios privados.
Segundo, había una tela negra, colgando de la pared, que daba a una puerta que se encontraba cerrada, y por lo que entendí, no tendría que preocuparme por lo que pasaba ahí adentro.
Y tercero, el área se cerraba hasta que el ultimo cliente se fuera, sin importar si nuestro horario ya había terminado. De ahí las famosas propinas dobles y un aumento en el pago.
- ¿Tienes alguna duda? – me pregunto la rubia.
- No.
- Bien, vamos, ya estamos apunto de abrir, necesitamos cambiarnos. – asintiendo con la cabeza, bajamos al vestidor, donde la mayoría ya se encontraban listas.
- ¿Cielo? – me llamo un chico.
- Timmy, hola. – dije, acercándome para darle un abrazo, pero un carraspeo llamo nuestra atención.
- No, hay tiempo. – menciono la rubia.
- Tengo que … - la señale y el asintió con la cabeza.
- Hablamos al rato, búscame en el área VIP.
- Ahí estaré. – mencione, pasando la puerta y cerrándola a mi espalda.
Llamando la atención de las chicas. Poniéndome el atuendo, que tocaba esa noche, salí de la habitación en dirección a las escaleras traseras, para que nadie me viera, en caso de que alguien ya hubiera llegado.
Posicionándome en mi lugar, lo vi, nuevamente lo vi, era el, estaba segura de que era él.