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1212 Palabras
Viktor Va A La Guerra Residencia Vodrak - Sala Familiar, días después de la partida de Viktor y Markel Isabella bajó las escaleras con paso decidido, aún sintiendo el peso en el pecho de la partida reciente. La casa, aunque habitada, parecía más silenciosa, como si esperara que algo estallara en cualquier momento. En la sala, Tharion - el abuelo de Viktor, un hombre de porte firme y ceño perpetuamente fruncido - hojeaba unos documentos. A su lado, Aldren conversaba en voz baja con un sirviente. Isabella se acercó con cautela, su voz suave, pero firme: - Lord Tharion, ¿Cree que podríamos reunir a las familias Vodrak que están en la ciudad en el castillo? Mientras no sepan lo que está por venir, podría ser bueno mantenerlos cerca... en calma. Tharion la miró, arqueando una ceja. - ¿Traer a toda la manada al nido? - rio con un deje seco - Siempre has hecho lo que quieres, sangre del viento. No me preguntes, no es mi estilo. Pero eres la duquesa ahora y te apoyaré en esto. Isabella sonrió conmovida, sintiendo que aquella muralla de gruñido y dureza se resquebrajaba. Se acercó con decisión y besó la mejilla del viejo guerrero. Tharion quedó descolocado, parpadeando en sorpresa. A su lado, Markel no pudo contener una sonrisa ladeada. - Parece que la sangre del viento también ha derretido al viejo gruñón. - murmuró Markel divertido. Tharion resopló, negando con la cabeza, aunque su expresión ya no era tan severa. En ese momento, un sirviente apareció con una carta sellada, entregándola directamente a Isabella. Ella rompió el sello y desplegó el papel con manos temblorosas. Era de Viktor. Carta de Viktor (fragmento leído en voz baja por Isabella): “...He sido movilizado para seguir a los enemigos. Baviera se ha aliado con Prusia y recibiremos a Napoleón III el 24 de enero. Poco después, los ejércitos bávaro, de la Confederación y de Francia cruzarán la frontera. Esto se torna cada vez más peligroso y rápido...” Isabella guardó la carta con firmeza, apretando los labios. - La tormenta no solo golpea las puertas de Austria, sino también las nuestras. Tharion se levantó, ya con la mirada del estratega. - Entonces es hora de prepararnos. - Sí - asintió Isabella - Y de reunir a los nuestros, antes de que esto se descontrole. Juntos, en aquella habitación silenciosa, parecían la primera línea de defensa, en la mansión que pronto sentiría los ecos de una guerra que ya no se podía evitar. Habitación De La Duquesa - Medianoche La noche se cernía pesada y silenciosa en la mansión. Isabella, recostada en su habitación, sentía la ausencia de Viktor como un vacío frío que le apretaba el pecho. No había llegado ninguna carta, ni noticia alguna desde aquella última nota. Sin embargo, podía sentirlo cerca, aunque lejos: su agotamiento, la fatiga que embargaba su cuerpo y alma, la preocupación que le mordía. Entonces, en mitad de un sueño inquieto, la pesadilla la atrapó. Voces distorsionadas, sombras que se alargaban como tentáculos y un frío que calaba hasta los huesos. De repente, un torrente de energía brotó desde su interior, un pulso de luz tenue que iluminó la habitación en un resplandor azul pálido. Sus manos temblaron, el poder fluyó sin control y se extendió como viento invisible por el aire. Desde su habitación, Tharion sintió la oleada de energía en la sangre y sin dudarlo, corrió hacia la habitación. - ¡Levántate, niña! - ordenó con voz grave - Si sigues esperando como una viuda, solo atraerás la desgracia. Isabella, aún temblando, se incorporó, dejando que Tharion la ayudara a ponerse una bata oscura y sus botas resistentes. - Te enseñaré a controlar esa energía. - dijo con una mirada severa, pero protectora. Sin más, la condujo por pasillos apenas iluminados hasta un sector aislado del castillo. - ¿Qué me está pasando? - Tu sangre del viento es más especial de lo que creíamos. Al descender unas escalinatas de piedra, un gran espacio se abrió ante ellos, un salón amplio y austero, pero impregnado de una atmósfera ancestral. - Aquí entrené a Viktor y a su padre, - explicó Tharion - nuestras habilidades no deben ser vistas por los humanos. Isabella sintió el aire cargado de poder y una mezcla de miedo y esperanza. - ¿Qué habilidad es esa que despertó? - preguntó, mientras sus dedos todavía vibraban con el eco de la energía y sus ojos casi blancos por el cambio. - Es el don de la sangre del viento. - respondió Tharion - La capacidad de percibir, manipular y canalizar la energía vital que fluye en la sangre, no solo la propia sino la de los demás. Te permitirá sentir las emociones, el cansancio, la fuerza o la debilidad, incluso a distancia, pero también es un arma poderosa si aprendes a dominarla. Isabella inhaló profundo, dispuesta a aceptar lo que fuera necesario si eso la ayudaba a controlar el dolor en el pecho. Tharion la miró con seriedad, mientras la luz tenue del gran salón de entrenamiento danzaba sobre las paredes de piedra. - La sangre del viento no es solo sentir. - comenzó - Es un vínculo con la esencia vital que corre en nosotros y en aquellos a quienes te conectas. Cuando aprendas a controlarla, podrás percibir las emociones profundas e incluso anticipar movimientos o intenciones, como si pudieras leer la corriente oculta que guía sus cuerpos y mentes. Isabella frunció el ceño, intentando imaginarlo. - ¿Es como una intuición amplificada? - Exactamente. - asintió Tharion - pero con la capacidad de extender ese sentido a otros. Por ejemplo, ahora mismo, aunque no lo veas ni te hable, tú sientes el cansancio de Viktor, su lucha por mantenerse firme en medio de la guerra. - Sí. - respondió Isabella, sintiendo de nuevo ese hilo tenue que la conectaba a él. - Pero hay algo más. - añadió Tharion - Viktor y tú están protegidos por una barrera de distorsión. No sé cómo pudiste asimilarlo. Es la habilidad de Viktor. - ¿Viktor tiene una habilidad especial? - Si. Todos los Vodrak de sangre pura tenemos una. - le dijo mostrando como, desde sus manos, se producía hielo. - ¿Cómo puedo tener la de Viktor? - preguntó confundida. - No la tienes. Sólo la compartes. Es como si ese testarudo te estuviera protegiendo desde el alma. Es un hechizo ancestral que distorsiona la percepción de humanos y animales sobre ustedes. Nadie puede verlos claramente, ni sentir sus verdaderas energías o presencias. Es como un velo que los hace pasar inadvertidos, casi como si fueran sombras o fantasmas. Isabella palideció un poco. - Entonces… ¿Nadie notaría si usara la sangre del viento? - Exacto. Esa barrera te permite usar tu don sin despertar sospechas. Pero eso no significa que puedas abusar de él, porque la energía es poderosa y peligrosa. Debes aprender a canalizarla con cuidado, sin dejar que te consuma ni te haga vulnerable. Tharion la observó, serio y firme. - Esta es la clave para que puedas protegerte a ti misma y a Viktor, especialmente ahora que la guerra ha comenzado. Isabella respiró hondo, decidida. - Quiero aprender. Cómo él me protege a mi. Entonces, empecemos.
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