Cuando atravesé el umbral , lo primero que vi fue a Edward sentado al pie de la escalera. Se incorporó al verme.
- ¿Qué? - espeté, molesta.
Sonrió- ¿Mal día, amor?
-No me digas "amor"- subí la escalera, pasando de él.
Una vez en mi habitación, me deshice de mi mochila y de la ropa que llevaba puesta para reemplazarla por otra.
-El viernes iré a la casa de Peter- habló desde la puerta de mi habitación.
Como si me importara...
Lo miré por encima de mi hombro- ¿Y qué? ¿Necesitas mi permiso?
-Necesito que te hagas pasar por mi novia
Me quede inmóvil. Esperaba tener algún problema de sordera porque...
- ¿Estás loco? - casi grité.
-Es solo una noche...- empezó.
-Tengo una fiesta el viernes- señalé.
-Y prometí llevarte para que ellos te conozcan- continuó él.
-¿De todas las mujeres que conoces, me lo pides a mí?-dije- Además ¿De qué va eso de que tengo que ser tu pareja por una noche? ¿Es otro de tus juegos para humillarme?
Giré por completo al ver que no respondía. Edward yacía con la cabeza gacha, igual que un niño cuando recibe un regaño.
Exhalé- No importa, olvídalo.
Quite el cobertor de la cama, dispuesta a echarme una siesta con o sin Edward en la puerta.
-¡Ashley! ¡Marius está aquí!- anunció Luna desde abajo. Miré más allá de Edward ¿Qué estaba haciendo aquí?
Antes de darle tiempo si quiera a pestañear, salí corriendo hacia el recibidor y lo llevé al escritorio de mi padrastro. Quién sabe qué escándalo haría Edward otra vez.
-Y bien ¿Vas a la fiesta?- inquirió Marius. Cerré los ojos pues no quería ver su expresión.
-No puedo..
Hubo unos minutos de silencio en los cuales me obligue a mirarlo. Su cara era de mármol.
-Es Edward ¿cierto?
-¿Alguien me llamó?- dijo entrando en escena.
-Edward..- le advertí, severamente.
-TÚ eres la razón por la cual ella no va a la fiesta- señaló Marius, las mejillas se le tiñeron de rojo.
Edward sonrió- Ashley es libre de elegir
¡Hijo de perra!
Cogí aire haciendo acopio de mi fuerza para no sacarle los ojos a Edward.
-¿Saben qué?- dije, finalmente- Da igual, no quería ir a esa fiesta de drogadictos- Adiós a la paciencia. Volví a la habitación, ignorando las miradas de ambos. No transcurrieron más de cuarenta segundos cuando..
-Ashley- llamaron al unísono. Los miré con mala cara.
-No quiero hablar con ninguno de los dos
Me cubrí con la colcha hasta la cabeza. No sabía con quién estaba más cabreada, si con mi novio por sus escenas de celos, con Edward por sus comentarios llenos de sarcasmo, o conmigo misma por permitir que éste último controlara mi vida. Al cabo de unos minutos, supe que estaba sola y me dejé llevar por el sueño.
El reloj marcó las cinco cuando mi madre subió con una porción de tarta y un vaso de jugo.
-Te visite antes para saber qué sucedió con Marius pero estabas dormida- dijo.
-Le mencione que no iba a asistir a la fiesta del viernes porque...- me interrumpí al ver a mi madre poner los ojos en blanco.
-Edward- dedujo.
-Me pidió que me hiciera pasar por su novia el viernes, en la casa de Peter- mama alzó ambas cejas, si ella estaba sorprendida, yo lo estaba aún más.
-Ashley tienes que dedicarle más tiempo a tu vida.. a tu novio, sal a divertirte. Mientras tanto, me ocuparé de Edward- besó mi frente y se marchó sin mas.
Una hora mas tarde, el enemigo vino a mi puerta.
-¿Puedo pasar?- miré hacia la puerta, donde se encontraba el idiota.
-Entraras de todos modos si digo que no- dije, me encogí de hombros.
-Conseguí que Marius no se fuera como una pava hirviendo- comento, sentándose a mi lado, orgulloso.
-¿Qué hiciste?
-Le prometí que te dejaría asistir a las próximas dos fiestas, claro, si es que las hay
-Espero que cumplas tu palabra
-¿Que, alguna vez no lo he hecho?- preguntó, ofendido.
-Sí
-¿Cuándo?- quiso saber.
-Tengo una lista- indiqué.
-Empieza
-Uno, no me dejaste asistir a la fiesta de Halloween. Dos, no fui al cumpleaños de Kate. Tres, falté a mi primer día de natación. Cuatro, no entré en el grupo de porristas. Cinco...
-Vale, quizás no siempre cumplo lo que digo- me interrumpió ¿Quizás?
-Deberías hacerlo- señale.
-¿Por qué?
-Porque eso te hace una persona digna de confiar- expliqué- Además quiero tener mi vida. Ser libre- agregué.
Enarcó una ceja- ¿Libre?
-Libre- volví a decir.
-Termina con Marius y serás libre
¿Qué? Parpadee varias veces, perpleja. No hablaba en serio ¿O si? Aunque, teniendo en cuenta el "amor" que le tenia a mi novio, sí hablaba en serio.
-No lo haré, Marius me hace sentir libre. Tú, por el contrario, no
Sonrió, de esa manera que hace mi estomago cosquillear.
-Somos enemigos ¿Verdad? - aventuró- Entonces ¿Por qué pides libertad sabiendo que nunca la tendrás?
Oh.
-Estoy para hacerte la vida imposible, amor- me recordó, besó mi mejilla y se levantó de la cama. Antes de dejar mi habitación, volteo para disfrutar el efecto que sus palabras habían causado en mi. Me había dejado, como siempre, con la boca cerrada y sin argumentos validos para contraatacar.