XANDER Olvídala. El pensamiento resonaba en mi cabeza mientras subía al autobús de la gira, con la mochila colgada al hombro. Me encantaba estar en la carretera. Bueno, al menos eso creía. En este momento, no estaba seguro de lo que sentía… pero sí sabía que no era nada parecido a emoción. —¡Dios mío! —escuché decir a Maeve detrás de mí—. ¡Esto va a ser increíble! Su voz era como uñas rasgando una pizarra para mis oídos. Hice una mueca, deslizándome en la cabina y enfocando mi atención hacia la ventana. —Es una mierda que Renata no haya podido venir —añadió Maeve al pasar junto a mí, lanzándome una mirada de desprecio—, como si de alguna forma fuera mi culpa que ella no estuviera aquí. Decidí no hacer ningún comentario, principalmente porque no tenía nada amable que decir sobre todo

