Estaba intranquila, las palabras de Poseidón me dejaron perturbada, no entendía lo que había dicho, ¿quién querría separarlo de mí? ¿Para qué? Por más que le pregunté, no contestó nada, no quería hablar de eso, solo me pidió que tuviera mucho cuidado. De todas formas, ningún otro fans se había unido a Fernando, por lo menos hasta ese momento. Una tarde, Felipe, mi hermano, me pidió que fuera a hablar con él a su oficina. Él era arquitecto y tenía su estudio en el Edificio López Gómez, en pleno centro de Antofagasta. Subí hasta el séptimo piso y Belén, su secretaria, me hizo pasar de inmediato. ―Hermanita mía. ―Felipe se levantó de su silla donde trabajaba en un plano y se acercó a saludarme con un beso y un abrazo―. ¿Cómo estás? ―Bien, ¿y tú? ―contesté un poco temerosa, si me había lla

