No era consciente de mi descuido, mis manos estaban muy apretadas y debido a mis largas uñas rompí las palmas de mis manos haciendo que hilillos de sangre salieran de ellas. Cuando el sudor llegó empezó a arder y me di cuenta, apenas en ese instante. Llegamos, se veía limpio y decente. Le pagué al taxista y bajé, entrando por un caminar de flores pequeñas y arbustos podados, había una pequeña puerta de vidrio que daba a una pequeña recepción muy bonita donde una señora de cabellos dorados atendía. -Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarla? -Buenas, vengo a ver a Maddy Moore- dije con tono cortés y ella tecleó un poco sobre el computador. -¿Es usted familiar de la niña? -Soy… Soy amiga de la familia, de su hermano- dije y ella me miró intrigada. -Manuel y Maddy no tienen más familiares- d

