Por unos segundos Fiore se miró sumida en su clara mirada grisácea. Tragó saliva y se puso de pie.
¿Qué hacía allí?
El italiano se adentró en la habitación dejando tras él su imponente aura. Fiore analizó su elegante atuendo. Conforme él se iba acercando la chica retrocedía, al darse cuenta Leonard se detuvo para mirar todo a su alrededor. Todo parecía estar en perfecto estado, de hecho, parecía ser la estancia más cómoda que había visto donde se tuvo cautiva a una prisionera alguna vez.
Debía estar en la habitación…enferma, eso era lo que le habían dicho. La chica tomó su camisón y envolvió su cuerpo en él para luego amarrarlo de manera precipitada. Leonard sonrió. Sus manos le temblaban.
—¿Por qué demonios hiciste eso? —preguntó el italiano mirándola con un enfado fingido. Ocultando
