Fiore suspiró, ya estaba, lo había hecho, desde su percepción las cosas habían salido bien, era buena bailando y según la forma como él la había mirado parecía complacido, aunque no sabía si había sido suficiente. Esa era su última oportunidad y si había fallado nuevamente ya no quedaba más que comenzar a procesar poco a poco su destino. Ya nada podía hacerse. —Ha sido un buen baile Fiore—Comentó una de las mujeres que pasaba a su lado asiéndola asentir. Las puertas se abrieron haciendo a las mujeres voltear encontrándose con una mirada azulada que las intimidó de inmediato, Vittorio acompañaba a Lucían quien había pedido mirar a la chica antes de que fuera entregada a Leonard. —Fiorella Rinaldi—Murmuró el italiano—La belleza de Palermo, interesante título y creo que lo honras, aunque

