Tomó la salida de la autopista, condujo algo más de un kilómetro y se detuvo en medio de ninguna parte. Apago el motor, pero no las luces.
- ¿Dónde está este lugar? –Pregunto preocupada. ¿Tenía miedo de él? La idea de que podría tener miedo le hizo sentir como un gusano.
Agarro el volante con las dos manos y después lo soltó. Dejo las manos en los muslos.
- No es ningún sitio. Volveremos a la carretera en un minuto. Solo ... solo quería pedirte que me perdonaras, eso es todo. Si te ofendido ... si te asustado.
Lo miro serena. Y después, sin venir a cuento, se echó a reír. Una carcajada corta.
No era exactamente la respuesta que esperaba. La miro con el ceño fruncido.
- ¿Qué he hecho?
- Es solo ... Oh, Rafael. No eres tú, creo, soy yo, ¿sabes?
- Eh ... en realidad, no.
- Aprendo, e
