Capitulo 6

864 Palabras
- Ha ido bien-dijo contento. - Sí -respondió notando un extraño calor en sus mejillas-. Iba a decirte que me sorprende que todo el mundo pareciera alegrarse por nosotros. Sobre todo tu padre. - ¿Por qué no iba a alegrarse? - Oh, quizás porque hasta ayer yo era tu ama de llaves y tú eras un hombre con muchas novias. - Quizá se encontraron aliviados porque por fin encontré una buena mujer. - Sí -dijo con una sonrisa de broma -, debe de ser eso. - ¿Y te sorprende lo de mi padre porque siempre ha sido un incordio hasta ahora? - Bueno, por lo que dices de él, nunca le gusta que sus hijos se casen con mujeres sin dinero. - Creo que ha cambiado. Y lo digo en el buen sentido. ¿Sabes que mi madre lo dejo una temporada el año pasado? - Sí Lo recuerdo. Hablas mucho de ello con Julieta - a Alejandra le caía bien Julieta. Después de descubrir el verano anterior que eran hermanos, Julieta y Alejandra se habían hecho buenas amigas. Julieta iba mucho a casa de Rafael. Siempre tuve una Alejandra con cortesía, le preguntaba por Daniel y Mónica, bromeaba con su hermano diciendo que tenía malcriado y que era una suerte de alguien tan inteligente y capaz se ocupara de él. - Mi padre es mucho más tratable desde que mi madre lo dejo -dijo Rafael-. Y ha dejado de tratar de imponer sus ideas -era una gran familia. Rafael tenía seis hermanos y dos hermanas, tres con Julieta. Resulta agradable tener un padre que no discute constantemente. Espero que dure -añadió mientras la limusina se detenía delante del hotel. En el comedor privado reservado para la fiesta, las mesas estaban adornadas con brillante porcelana de cantos dorados y las paredes recubiertas con pan de oro. En la decoración dominaba el rojo, incluyendo corazones en honor del día de San Valentín. Una pila de hermosos regalos esperaba en la segunda mesa. Alejandra parpadeo al verlos. Las mujeres se echaron a reír por su sorpresa y Julieta dijo: - Hemos ido de compras esta mañana. Mónica y yo con Alina y Leonor, mientras que Karla y tú miraban vestidos y se dejaban mimar en el spa. Julieta y Leonor intercambian una sonrisa. Despacio empezará a aceptar mutuamente una hija de Don Rafael con otra mujer, y la otra, su esposa durante más de treinta años. - Hemos comprado cosas en Macy's y Nordstrom y en Williams Sonona - anuncio Mónica con su acento texano. Había sido bailarina y animadora. Daniel la había conocido en la universidad cuando él jugaba al rugby. -        Ha sido muy divertido -dijo Leonor-. Siéntense los dos -saco las sillas de la mesa -y abran los regalos. Alejandra, riendo de placer se aliso la falda y se sentó. Rafael hizo lo mismo a su lado. Mónica les entrego un gran paquete envuelto en un brillante papel. -        A trabajar -dijo. Alejandra le dio las gracias y tiro del lazo que lo rodeaba. Eran copas de cristal, bonitos juegos de mesa y candelabros de plata además de caros utensilios de cocina. Rafael se acercó a ella y dijo: -        Todo el mundo sabe que a mi esposa le gusta cocinar. Ella se volvió a mirarlo y él la beso en los labios muy ligeramente. A él le pareció muy natural. Así que ella, rápidamente, se estaba acostumbrando a sus suaves besos, y sus ligeros roces. Sonrieron los dos. Rafael lo estaba pasando bien. Lo sabía por su expresión relajada. Ella también estaba disfrutando, lo que la sorprendió. Pero ¿Por qué no iba a disfrutar? Sí, era una boda por papeles, pero eso no significaba que no pudiera ser un día feliz. Después de los regalos llego la cena con muchos brindis. Y después la tarta, que Rafael y ella cortaron juntos como cualquier pareja en su boda. En una boda tradicional Argoviana, la tarta tenía mucho significado. Su belleza y su dulzura significaban prosperidad y fertilidad en el matrimonio. Esa tarta era una fantasía de azúcar glas decorada con remolinos y cupidos, con corazones rojos y flores de un rojo más suave. Era muy dulce, comprobó al chupar una pizca de azúcar con un dedo. Después de la tarta, los niños se descontrolaron. Corrieron alrededor de la mesa riendo y gritando. -        Hora de irse a la cama -dijo la esposa de Fernando, Alina. Karla y Mónica, la ayudaron a acostar a los demás pequeños. El salón tenía una zona de baile y lo que Aarón llamo un combo de tres músicos. El combo había tocado música suave durante la cena, pero en cuanto se llevaron a los niños, los músicos empezaron a tocar un poco más fuerte. Rafael la tomo de la mano y la saco a la pista. Ella le susurro en el oído sintiéndose repentinamente tímida: -        Yo no bailo. -        Esta noche sí -respondió él en voz alta. La tomo entre sus brazos. Fue despacio y con cuidado, con cada movimiento la acercaba un poco más. No comprendía su miedo a que la tocaran, pero lo conocía y actuaba de un modo considerado. Y fue como el beso en la capilla. Bailo como había dicho el que tendría. Rígida, sí, en cierto sentido incomoda por estar tan cerca de él, pero era algo bueno, como era ser: los novios bailando la noche de su boda.
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