bc

Entre Zapatillas y Balones 2

book_age18+
938
FOLLOW
5.3K
READ
love-triangle
bxg
city
friends
passionate
Romantic-Suspense Writing Contest
like
intro-logo
Blurb

Bella llega a Francia para cumplir su sueño de bailar en la Opera de París, la mejor compañía de ballet del planeta; presa del desamor, se niega a volver a amar, y decide concentrarse de lleno al ballet, pero su vida y la de Jeremy se vuelven a cruzar, justamente en la ciudad del amor, pero un nuevo triángulo amoroso se formará, volviendo a confundir el corazón de nuestra protagonista.

Además, también veremos la lucha de Bella por convertirse en primera bailarina de la compañía, y por sobrevivir a los estragos por los que tienen que pasar todas las bailarinas profesionales, encontrándose con que el ballet profesional no es tan lindo como aparenta y esconde un oscuro mundo tras los telones.

El ballet puede ser una de las artes más bellas en cuanto al manejo del cuerpo humano, pero es también un arte con un lado bastante macabro que la mayoría desconoce.

¿Podrán el fútbol y el ballet volver a encontrarse sin causar estragos? ¿Podrá Bella hacer frente a un nuevo y complicado triángulo amoroso? ¿Podrá Bella sobrevivir en el oscuro mundo del ballet y cumplir su sueño de ser una bailarina élite?

**********

Historia Registrada en la Dirección Nacional de Derechos de Autor de Colombia bajo el registro #10-972-357

chap-preview
Free preview
Capítulo 1
Manchester. Una ciudad llena de carácter, rica en arte, patrimonio y que se siente tan orgullosa de su panorama musical, como de sus equipos de fútbol. Pero para mí, tenía una significado mucho más especial. Fue la ciudad que me vio crecer, y que ahora, desde hace 5 años, solo puedo respirar su aire poco menos de un mes al año. Detestaba que la compañía solo nos diera a los bailarines 3 semanas de vacaciones al año, en agosto. Ni siquiera podía pasar la navidad ni año nuevo con mi familia, y eso me entristecía enormemente, pero yo misma fui la que quise este estilo de vida. El ballet era un trabajo en donde no se podía dar el lujo de descansar. Ahora, me encontraba en el balcón del apartamento de mi hermana, el cual tenía una hermosa vista de buena parte de la ciudad. Quería ver la ciudad todo el tiempo que pudiera, antes de regresar a París, para lo que sería otra temporada llena de recitales, en los cuales esta vez sí que esperaba tener un papel importante, porque lamentablemente, en los 4 años que llevo bailando para la Opera de París, no había pasado de la categoría de sujets, un rango bajo de bailarines de la compañía, los cuales éramos los que bailábamos al fondo, sin tener mayor relevancia en la presentación y que pocas veces las luces y las cámaras nos enfocaban, y Brian también estaba entre esos. Los maestros nos aclamaban a Brian y a mí, les encantaba nuestra forma de bailar, y aunque varios de ellos habían metido las manos al horno por nosotros tratando de convencer al director de la compañía de subirnos de rango, este se negaba por razones que Brian y yo aún desconocíamos. Brian jura que la razón es porque el director, el cual se llama Dimitri Fontaine, odia a los ingleses. Y bueno, sería una excusa razonable, en estos últimos años la relación entre Inglaterra y Francia estaba tensionante, tanto que había rumores de guerra, pero yo no creía que esa fuera la razón por la que Dimitri nos hiciera el feo a Brian y a mí. Debía de haber algo más, y yo tenía que descubrirlo. -Tía Bella, la cena ya está lista – me dijo Tim, tirando de mi falda. Tim ya tenía 6 años, y vaya que estaba grande, y cada año se parecía más a Kai. Aunque yo no evitaba encontrarle cierto parecido con Ethan. Incluso Klay bromeaba diciendo que Ethan había tenido una aventura de una noche con mi hermana y que habían concebido a Tim. Entré de nuevo a la sala-comedor, en donde Ethan estaba en uno de los sofás haciéndole cariñitos a Kate, la cual ya tenía 3 añitos y era idéntica a mi hermana, con el caballo n***o azabache y los ojos azul zafiro estampa de los Harrison. Ojazos que Ian y yo lamentablemente no habíamos heredado. -Timmy, cariño ¿puedes poner la mesa? – le pidió mi hermana a Tim. -¡Si mamá! – respondió mi sobrino energéticamente, corriendo a la cocina para sacar los implementos necesarios que tenía que colocar en la mesa. -Bella, lleva la lasaña a la mesa por favor – pidió mi madre, y me dirigí a la cocina para recibirle el recipiente de vidrio que contenía la lasaña. Mi madre había tenido planeado de cena una lasaña italiana, con carne y toda la cosa, pero la convencí de que hiciera en vez de eso una lasaña con verduras. Aunque estuviera en vacaciones, no era razón para descuidarme con la dieta, debía llegar delgada a París. Me iría mañana, por eso mi hermana había planeado una cena de despedida en su apartamento. Mis padres ya me habían hecho una cena de despedida el día anterior, antes de que mi padre, mi hermano y el dúo Clooney tuvieran que irse de viaje con el equipo a yo no sé cuál ciudad a disputar un partido de liga. Mi hermana había invitado a esta cena a Brian y Claire, pero ambos se negaron a ir al saber que estaría Ethan. Brian prefirió pasar entonces su última noche en Manchester con su madre y su hermano, seguía odiando a Ethan. Yo, lo quisiera o no, tenía que aceptar que Ethan era de la familia, y bueno…ya había pasado el tiempo, y el rencor que le tenía ya se había ido. Pero siempre sentiría un no sé qué en el pecho al ver a Ethan…él fue mi primer amor, y el primer amor nunca se olvida. -¡Que rica lasaña má! ¿Tú la hiciste? – le preguntó Tim a Sophia apenas la probó. -Sí, claro que la hice – respondió mi hermana, y mi madre la fulminó con la mirada. -No le mientas a tu hijo, Sophia – le dijo mi madre. -Ok Timmy, no la preparé yo, fue tu abuela – reveló mi hermana a regañadientes. -¡Pues que rica está! – exclamó Timmy, para seguir devorando su lasaña. -¡Rica rica! – repitió Kate, la cual estaba sentada en el regazo de Ethan, y este le estaba embutiendo la comida, ya que la muy inquieta aun no comía por si sola. Si se la dejaba comer sola, lo que hacía era correr por todo el apartamento y dejaba que la comida se le enfriara. -Tía Bella ¿y el tío Brian por qué no vino? – preguntó Tim. Por habérsela pasado toda la tarde jugando con Ethan y Kate, no había reparado en la ausencia de su padrino. -Decidió pasar todo el día con su madre y su hermano – respondí en una sonrisa. -¿Cuándo tendrás hijos con él? Estás casada con él desde hace rato y no tienen hijos, y todas las parejas que se casan tienen hijos – dijo Tim inocentemente. A él todavía no le habían explicado que mi matrimonio con Brian era una farsa, y mucho menos que él en realidad era novio de Ian. Ethan no evitó reprimir una risa mientras tomaba un sorbo de vino, mi madre reprendió con la mirada a Tim, y mi hermana me dijo con los labios “perdón”. Y bueno, Tim no era el único que me preguntaba cuándo tendría un hijo con Brian…en París yo tenía una vecina que cada vez que me veía me preguntaba si ya estaba embarazada. Era una anciana de unos 80 años, era simplemente adorable, y yo me limitaba a decirle que aún no podía tener hijos, por cuestión de mi trabajo. -Aún estoy muy joven para tener un hijo, Timmy, tengo 22 años apenas – le expliqué. -Pero mi mamá tenía 21 cuando me tuvo a mí – dijo Tim inocentemente, y esta vez Ethan no pudo reprimir más la risa y soltó una sonora carcajada que contagió a Kate. -Bueno, cariño, lo que pasa es que no todas las mujeres deciden tener hijos siendo tan jóvenes – le explicó mi madre – tu tía Bella aun no tendrá hijos. -Si Timmy, tan solo mira a tus tíos Klay y Liceth, ya tienen más de 30 años y nada que se asoma un bebé – comentó Ethan. -Oh…entiendo – dijo mi sobrino, volviendo a su lasaña. Cuando todos terminamos con la lasaña, mi madre regresó a la cocina para salir con una gran tarta de manzana en las manos, y el primero en dar exclamaciones de emoción fue Tim. -¿Hiciste tarta abuelita? – dijo Timmy, haciéndosele agua la boca. -Sí, mi amor, pero de una vez te digo que no es solo para ti, es para todos – le dijo mi madre, empezando a cortar los trozos de tarta para cada uno. -Yo paso – dije, en realidad con la boca hecha agua. Claro que quería tarta, pero ya había tenido suficiente con la lasaña, si comía más harina, se me inflaría el abdomen, y no quería eso justo dos días antes de volver al trabajo. -Oh vamos Barbie, no volverás a probar la tarta de mamá hasta dentro de mucho, así que aprovecha – me dijo Sophia, recibiendo con agrado el trozo de tarta. Le acepté un pequeño trozo de tarta a mi mamá, y aunque quería comer más, me tuve que contener. Y entonces sentí envidia por todos los que estaban en la mesa. Ninguno vivía con la paranoia con la que yo y muchas bailarinas vivimos: de que cualquier cosa que comemos, nos engorde. Tal vez mi hermana haya tenido que cumplir con una dieta exigente en su época de futbolista, pero ahora que no lo era, ya podía comerse lo que sea sin preocupación alguna. Mi madre, aunque si se cuidaba mucho para mantener su curvilínea figura, tampoco tenía la paranoia que yo tenía. Ethan, era hombre…los hombres por alguna extraña razón no engordan con la facilidad de las mujeres, y mis sobrinos…ellos están en crecimiento, pueden comer lo que sea y no engordan. Así que yo era la única en esa mesa que contaba las calorías de cada comida que ingería, y rogaba porque no me inflamara el abdomen. -Gracias por la cena má – le dije, apenas todos hubimos terminado con el postre. -Sí, gracias Mel, estuvo todo delicioso – dijo Ethan, sobándose su abdomen – y gracias por la invitación. -Si te autoinvitaste Ethan – refunfuñó mi hermana. -Gracias abuela – le dijo Tim a mi madre, parándose de su silla para abrazarla y besarla. -Gracias abuela – gesticuló la pequeñísima Kate desde el regazo de Ethan. -Con gusto mis amores – dijo mi madre, haciéndole cariñitos a Tim. -Ahora, mocosos, a dormir – dijo Ethan, incorporándose para poner a Kate en los brazos de mi hermana – yo me encargaré de los trastos. -Bella, ayúdale a Ethan con los platos – ordenó mi madre. Y así, después de mucho tiempo, me volví a quedar sola con Ethan. En estos años yo había tratado de evitarlo, en las reuniones familiares siempre trataba de estar pegada a mi hermano para no tener que quedarme sola con Ethan, pero esta vez no lo había podido evitar. Estaba sola con él en la cocina, poniendo a lavar los platos. -Entonces… ¿Tu vuelo sale mañana temprano? – me preguntó Ethan, mientras ubicaba los platos que yo le iba pasando en el lavavajillas. -Si – respondí. -Viajarás en un Air France… ¿por qué no viajas en el jet de Ian? – preguntó, sabiendo que hasta Klay utilizaba el jet de Ian. -Es un avión pequeño, se mueven mucho, y sabes que me mareo facilidad – dije, y Ethan no evitó soltar una leve carcajada. -Sí, recuerdo la vez que fuimos a España con mis padres en el jet de mi padre, teníamos 8 años, y tú vomitaste en todo el trayecto – me recordó Ethan, y yo reí. -Sí, fuimos a Ibiza esa vez, y recuerdo que las olas te revolcaron tanto, que aun seguías con arena en los oídos dos meses después – dije y ambos reímos. -¿Y recuerdas el gran castillo de arena que hicimos? – preguntó. -Si…Klay nos lo derrumbó – dije, haciendo un puchero – y luego tú te vengaste llenando de arena su maletín. -Bueno, lo de la arena en el maletín fue tu idea – me recordó y yo reí. -Extrañaba tu risa, Bella – dijo Ethan, mientras ponía a calentar agua en la tetera para preparar algo de té –. Deberíamos estar más en contacto ¿no crees? No respondes mis WhatsApps. -No creo que a Tara le agrade la idea de que tú y yo estemos en contacto – le dije, en referencia a su novia. -Ella se habla con su ex ¿por qué yo no puedo hablar con la mía? – Inquirió, cruzándose de brazos y mirándome con un semblante que no logré descifrar – Bella, ya ha pasado tiempo ¿No podemos volver a ser los de antes? Antes de ser novios éramos mejores amigos, éramos inseparables. -Bien dicho…éramos – dije, empacando la lasaña y la tarta sobrantes. Brian me había dicho que le guardara de lo que hiciera mi madre, en especial la tarta, la cual él adoraba. -Oye, por lo menos, contéstame los mensajes de vez en cuando – dijo casi que en suplica –. Ya me cansé de tener que saber de ti por medio de Klay y Kai. -Ok, te contestaré los mensajes – dije a regañadientes. -Oye, y… ¿Enserio no has estado con ningún chico en todos estos años? ¿Ni siquiera aventuras de una sola noche? Porque Tara no se cansa de decir que los bailarines de la Opera están buenos. -No, no he estado con nadie – revelé. -Me gustaría poder decir que me amaste tanto que te niegas a amar a alguien que no sea yo, pero todos sabemos que no es así – dijo, sirviendo las tazas de té –. Es a otro al que aun amas con locura. -Jeremy ya es cuento pasado – dije, haciendo una mueca. No me gustaba ni que me lo nombraran –. Han pasado 6 años. -¿Y si te lo volvieras a encontrar? ¿Qué pasaría? – me preguntó seriamente. -No creo que me lo vuelva a encontrar, él está feliz en Colombia – dije, sin evitar sentir que la sangre me hervía. Claro que Jeremy era feliz en Colombia, salía con infinidad de mujeres cada fin de semana, y siempre salen fotos de él en su yate en las playas de Cartagena rodeado de muchas chicas en bikini, como un típico hombre con dinero. -Te lo pregunto porque…- dijo, exhalando aire pesadamente –. Porque hay rumores de que el Paris Saint Germain lo quiere fichar en el mercado de invierno – dijo, y yo sentí que el corazón me daba un brinco – él termina contrato con el Atlético Nacional de Colombia en diciembre, y aunque son varios los clubes europeos que lo quieren, se dice que es el PSG su primera opción, porque es el único equipo de talla en donde podrá brillar, no tienen delantero estrella, mientras que los otros equipos si tienen… -Ya, Ethan, no me interesa – lo interrumpí. -Solo…recuerda que Jeremy ya no es el que conociste, es un patán, mujeriego…no te conviene, y ahora sí que lo digo enserio – me dijo, con una sincera preocupación. -¿Y tú que crees? ¿Qué apenas él llegue a jugar a París lo iré a buscar? – inquirí. -Pues él podría buscarte a ti. -En estos 6 años él no ha hecho ningún esfuerzo por comunicarse conmigo, ni siquiera me sigue en ** – dije, no sin cierto dolor en el pecho –. No creo que llegue a París a buscarme, de seguro lo primero que hará cuando llegue será conseguirse unas francesas con las cuales disfrutar. -Pues que estúpido ha sido Jeremy todos estos años – dijo, tendiéndome una taza de té y dándole un sorbo a la suya – porque yo de haber estado en sus zapatos, me hubiera importado un bledo todo y no te hubiera dejado. Bebí de la humeante infusión pesadamente. Claro que sé que Ethan de haber estado en el lugar de Jeremy, no me hubiera dejado. Miré a Ethan, y aunque él trataba de disimularlo, noté el dolor en su semblante. Claro que era inevitable recordar nuestra época de novios, el primer amor nunca se olvida. -Bella, ya vámonos – dijo mi madre desde afuera de la cocina. -Gracias por el té – dije, terminando con la taza y cogiendo las bolsas con la comida que empaqué - ¿necesitas que te acerquemos? ¿O te quedarás a dormir? -Sí, me quedaré, haré maratón de películas de terror con tu hermana – dijo, acercándose para envolverme en un fuerte abrazo –. Buen viaje, feliz navidad, feliz año, feliz cumpleaños – dijo, sabiendo que nos podríamos ver solo hasta el próximo verano. -Que sigas comiendo libros, este es tu último año, no lo eches a perder en los últimos semestres – le dije todavía fundidos en el abrazo. -Te haré llegar la invitación a mi graduación – dijo, dándome un beso en la frente – cuídate, mi bella flor. Después de despedirme de mi hermana y de mis sobrinos, mamá y yo partimos a casa. Ya cuando llegamos, me dispuse a ultimar los arreglos de mi maleta, y cuando finalicé ya siendo bien tarde, me acosté al fin en mi cama para tratar de conciliar el sueño. Mi habitación seguía siendo la misma, mis padres no habían hecho ninguna modificación, al igual que las habitaciones de mis hermanos. Ellos, como padres normales, mantenían las habitaciones de sus hijos en el estado en que estos la dejaron, por si volvían a vivir con ellos. Me pregunté entonces si yo volvería a vivir con mis padres algún día. Por mi mente entonces pasó la posibilidad de que definitivamente las cosas en el ballet no resultaran bien y me tocara regresar. Unos toquecitos en la ventana interrumpieron mis pensamientos, y no tuve que ser adivina para saber de quien se trataba. Al abrirla, Brian saltó como si fuese Spiderman, para saludarme con un beso en la frente. -No tenías que entrar por la ventana, Brian – dije y él se rio. -Solo quería recordar mi época de adolescente – dijo, y volvió a soltar otra carcajada - ¿recuerdas la vez que tu padre me pilló? -Sí, casi te rompe las piernas – recordé y también reí. -Oye ¿me guardaste comida, verdad? – preguntó, y yo asentí. -Está en el refrigerador – contesté. -Gracias, esposa – me dijo, dándome un rápido beso en una mejilla y saliendo de la habitación casi que corriendo. -¿Vas a comer a esta hora? – le pregunté, siguiéndolo - ¡es media noche! -¿Y? – preguntó con desinterés, bajando las escaleras rápida pero silenciosamente. Algo que solo los bailarines de ballet sabíamos hacer. No caminábamos, levitábamos. -¡Pues que engordarás! -Ya deja la paranoia – dijo, entrando a la cocina y sacando la lasaña y la tarta –. Tu hermano acabó con toda mi reserva de calorías y grasa anoche. -Ya me imagino – dije, viendo como Brian empezaba a devorarse la lasaña así, fría, y con un hambre voraz – tendrás que controlar tu apetito Bri, ha aumentado mucho últimamente, siempre quieres andar comiendo algo. -Ya ya, tranquila, mañana que estemos de regreso en París te aseguro que se me cerrará el estómago – dijo, guiñándome un ojo. Lo miré mientras comía. La barba que se había dejado en estas vacaciones sí que le lucía bien, ojalá que se la pudiera dejar, pero desgraciadamente, en la compañía exigían que todos los bailarines se depilaran absolutamente todo. Cuando él se devoró toda la lasaña y la tarta, regresamos a mi habitación. -¿Dormirás conmigo? – le pregunté, al ver que él no tenía intenciones de irse. -¿Acaso no puedo dormir con mi esposa? – dijo él, empezando a desvestirse. Sonreí. Ya quisiera yo que enserio fuéramos esposos, y aunque lo éramos ante la ley y ante los ojos de la sociedad, no lo éramos en realidad. En estos 5 años habíamos tenido que fingir que éramos esposos, darnos muestras de cariño en frente de nuestros compañeros en la compañía y todo, porque no queríamos correr el riesgo de que alguien hiciera la denuncia anónimamente de que nuestro matrimonio era una farsa y que me quitaran la visa francesa. La farsa también había implicado que Ian y Brian tuvieran que ser más discretos, y ya no publicaban fotos juntos en sus r************* . Ante los ojos de la sociedad, prácticamente yo le había robado el novio a mi hermano, y este supuestamente estaba soltero. Y sin duda alguna Brian y yo parecíamos enserio un verdadero matrimonio; vivíamos juntos, nos preocupábamos el uno por el otro, nos hacíamos cariñitos, teníamos las típicas peleas de una pareja…lo único que nos faltaba era, como dijo mi inocente sobrino, tener un hijo. -¿En qué piensas? – me preguntó Brian en un susurro. Ya ambos estábamos acostados en la cama, yo sobre su fornido pecho. -Tim preguntó por ti en la cena – le dije, mirándolo a sus azulados ojos – y preguntó que cuándo tendríamos hijos. -¿Enserio? – Preguntó, y soltó una leve risita –. Ay, mi Tim…tan inocente. No evité hacer un gesto melancólico. Hijos. Ver a mi hermana con mis sobrinos, y hasta ver a Brad  y a mi prima Sarah con Angelina me habían despertado unas fuertes ganas de ser mamá. Sí, yo quería tener hijos, incluso no me importaba tener que abandonar el ballet si llegaba a quedar embarazada de quien fuera. Para mí, la maternidad era algo hermoso, y si yo llegaba a tener un hijo, esa sería mi prioridad antes que nada. -Oh Bella… – dijo Brian, al adivinar lo que estaba pasando por mi mente. Él ya sabía de mis ganas por ser mamá. -Ya, no importa, estoy muy joven de todas formas – dije, y él me apretujo contra su pecho. -Sabes que tú y yo…bueno…podríamos intentarlo – dijo Brian, y yo no evité sonreír. Él también ansiaba con ser papá – aunque bueno, no tiene que ser precisamente de la forma manual, puede ser por inseminación, porque si lo hacemos de la forma normal, tu hermano y tu padre no me dejarán vivo – dijo y volví a reír, y él me miró seriamente –. Oye, enserio, si quieres que tengamos un hijo, no tengo problema. -No ahora, quiero disfrutar del ballet unos años más, no descansaré hasta lograr ser primera bailarina – dije, un tanto dubitativa – Un bebé solo implicaría un año de pausa,  y tan solo piénsalo…- dije, ahora pensando en la cruda y cruel realidad – No tendríamos tiempo para cuidar de un hijo…clases, recitales, viajes… -Oye, no seriamos la primera pareja de bailarines con hijos ¿acaso no ves a Leonid Sarafanov y Olesya Novikova? – Dijo, refiriéndose al matrimonio más famoso del ballet – Tuvieron un hijo y eso no les impidió seguir bailando. -Pero apuesto a que dejaron al bebé con niñeras – dije – y eso no es lo que quiero. -Ya, no pienses en eso entonces, que las cosas se den como las tenga el destino deparadas – dijo Brian, mirando al techo. -Tu… ¿cómo harás con Ian? – le pregunté. Tenía que tocar ese tema con él así no le gustara – Sabes que Ian quiere tener como 20 hijos, y querrá tenerlos pronto, tiene 29, y ver que todos sus amigos son padres no es que le ayude de a mucho. -Bella, durmamos ya ¿Sí? – dijo secamente, y yo me callé. Si…cada vez que le sacaba ese tema a colación, siempre lo evadía. Y también hacía lo mismo cuando era Ian el que le tocaba el tema. Brian quería ser papá, pero no sabía cuándo lo podría ser…estaba igual que yo, e igual que todos los de nuestro gremio. Los bailarines llevábamos un ritmo de trabajo en donde era casi que imposible tener una familia, y sé que Brian temía en que llegara el día en donde Ian lo presionara con formar la tan anhelada familia que quería. Día que no estaba muy lejos de llegar.   Al día siguiente…   Aterrizamos en suelo parisino a las 9:00 a.m. Aunque solo había sido un vuelo de hora y media de duración, yo aun así había quedado con el efecto del jet-lag. Si no vomité fue porque no desayuné nada. -¡Hola mis amores! – nos saludó mi tía Laura una vez salimos con nuestras maletas. -Hola tía – la saludé, aguantándome que me diera miles de besos por toda la cara. -Ay pero mírate, estás más pálida de lo normal – me dijo ella, tomándome de las mejillas - ¿Estás bien? -Me sentiré mejor apenas llegué a acostarme en mi cama y dormir todo el día – dije, mientras ella cogía mi maleta, viendo que yo no tenía fuerzas para arrastrarla y que Brian ya tenía las manos ocupadas. -Bueno, vamos pues – dijo mi tía, guiándonos al parking. Y así, mi tía nos llevó a Brian y a mí al apartamento en donde yo había vivido con él en estos últimos 4 años, el cual quedaba en un privatizado edificio residencial, cerca de la torre Eiffel. El apartamento pertenecía a la madre de Brian, pero ella nos lo había prácticamente que regalado. En las escrituras de la vivienda figuraban, desde hace 4 años, los nombres de Brian Adams e Isabella Adams. -Les llené el refrigerador y la alacena – dijo mi tía apenas entramos al apartamento - ¿Tienen hambre? ¿Les preparo algo? – nos preguntó, mientras se dirigía a la cocina, haciendo resonar sus altotes tacones aguja. -Yo sí que tengo hambre – dijo Brian, sentándose en una de las butacas de la barra de la cocina. -¿Y qué quieres primor? ¿Huevos fritos con bacón y frijoles? – le preguntó mi tía, ofreciéndole el típico desayuno inglés. El cual le encantaba a Brian. -Te amaré por siempre si enserio me cocinas eso – dijo él en una reluciente sonrisa. -¿Y tú, Bella? – me preguntó mi tía, empezando a buscar cosas en la alacena. -Un café estará bien – dije, no queriendo llenar demasiado mi estómago justo un día antes de volver al trabajo. -No desayunarás solo con un café, Bella – dijo mi tía, poniendo a hacer café en la cafetera de embolo francesa – No te ganes que te embuta la comida – me dijo, mirándome con aquellos ojazos azul zafiro idénticos a los de mi padre, e igual de intimidadores. -Ok, un cereal con algo de fruta estará bien – dije. Mi tía ya sabía perfectamente cómo convencerme para comer. En el primer año de estadía en París, Brian y yo habíamos vivido con ella y mi tío Nate, y ella prácticamente que me había embutido la comida. Mientras esperaba a que estuviera el desayuno, la veía a ella moviéndose con soltura por toda la cocina, dominando a la perfección sus tacones aguja, mientras su larga cabellera azabache ondeaba con naturalidad, y su risa al escuchar las anécdotas de Brian retumbaban por todo el apartamento como una dulce melodía. Mi tía Laura siempre me parecería una de las mujeres más hermosas del planeta, ella era como el vino, aunque ya tenía 45 años, no se le notaban, y solo se hacía más hermosa con el paso del tiempo, seguía pareciendo una veinteañera, su cuerpazo era envidiable, y no tenía ni una arruga en la cara gracias al botox. Y del parecido físico que tenía con mi padre ni hablar…de no ser por la década de diferencia que se llevaban en edad, cualquiera diría que son gemelos. -¿Y el tarado de Jake? ¿Lloró al despedirte? – me preguntó mi tía, y yo reí. -Se contuvo esta vez – respondí – y te manda saludos. -¿Ah sí? Pues yo le mando cachetadas – dijo ella, en una mueca - ¡Le dije que me consiguiera el autógrafo del sexy entrenador del Liverpool y no lo ha hecho! – se quejó, y Brian y yo soltamos una sonora carcajada. -Sabes de la enemistad histórica que hay entre el United y el Liverpool – dijo Brian – mi suegro por nada del mundo se atrevería a pedirle un autógrafo al DT de ese equipo. -Me importa un bledo la enemistad entre ambos equipos ¡yo solo quiero un autógrafo de ese bombón! – dijo mi tía, mordiéndose el labio inferior. -Si te viera mi tío Nate ahora mismo…- musité por lo bajo. -Recuerdo cuando era una puberta…quería autógrafos de muchos jugadores, y tu padre nada que me hacía el favor, solo me consiguió la camisa de la selección de Portugal autografiada por Cristiano Ronaldo ¡y eso porque eran amigos! O si no, créeme que no me hubiera conseguido el autógrafo el muy idiota – dijo mi tía, haciendo un puchero – No era por orgullo que no lo hacía, sino por celos. -Sí, lo sé, mi padre es muy celoso, cela a todo el mundo, hasta a mi hermano lo cela – comenté. -Pues que bueno que cele a Ian, así no permite que ningún hombre que no sea yo se le acerque – dijo un sonriente Brian. Ya cuando hubimos desayunado, fui directo a mi habitación a darme un relajante baño, para luego caer profunda en mi cama y dormir todo el día. El lunes que se venía sería solo el inicio de lo que sería la dura temporada de ballet que determinaría el rumbo de mi carrera…y de mi vida.  

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

La guardaespaldas

read
52.7K
bc

Efimero (Devil's touch)

read
372.2K
bc

Mi vida como la esposa del duque

read
573.8K
bc

La Mirada de Jade

read
88.2K
bc

Sazón del corazón

read
163.9K
bc

AMOR VERDADERO

read
303.1K
bc

Al otro lado de la calle

read
44.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook