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Blurb

La vida de Lea era perfecta.

Estaba todo en orden, su trabajo, su vida personal y también su economía.

Junto con su mejor amiga levantaron un estudio de abogacía que era muy exitoso en su país.

Cuando sus padres murieron ella solo tenía a su hermana, hasta que un día decidió abandonarla y no supo más nada de ella hasta aquella noche de abril.

El problema fue que ella no volvió para quedarse, sino que la engañó y le dejó a cargo a su pequeño hijo de cuatro años, sabiendo que ella jamás habia tenido experiencia.

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Capítulo 1
El ruidoso sonido de los autos pasando por la avenida más transitada de Buenos Aires estaban reventando su cabeza. La noche anterior había sido lo suficientemente agitada como para poder soportar tantos sonidos a esa hora de la mañana. No era la primera vez que la resaca la estaba matando, pero tampoco es como si la experiencia ayudara a la hora de despertar. Ella abre los ojos de a poco, tratando de saber que día los está pasando a su alrededor y también de recordar en donde se encuentra y acompañada de quién. Con un gemido de dolor mueve su cabeza y busca a la dueña de ese cuerpo desnudo que está a su lado. La mujer rubia está en el quinto sueño mientras ella tiene su delirio mental, Lea sabe que tendrá que hacer un gran esfuerzo para levantarse de allí e ir a la oficina. Porque ese es otro punto, en media hora tendría que estar trabajando y eso lo comprobó cuando se sentó en la cama y miró el reloj de noche. Tenía que huir de ahí antes de que pierda su trabajo. Ella se ríe ante ese pensamiento, Lea es su propia jefe y no hay manera de que puedan despedirla, pero quizás si existe la posibilidad de perder al primer cliente de la mañana. Entonces ese fue el motivo por el que inhaló y terminó de levantarse, con el objetivo de buscar su vestido por algún sitio de esas habitación. Festejó en silencio cuando encontró su vestido n***o, la ropa interior y su bolso, necesitaba un rápido aseo antes de salir, por lo que miró la puerta entreabierta de la derecha y entró sin mas. Murmuró por lo bajo cuando vio su rostro en el reflejo, ella no se veía tan mal, pero su maquillaje se había corrido bastante. Abrió su bolso y tomó unas cuantas toallas húmedas para limpiar su cara y su escote, sabía que no podía hacer mucho por ella en esa casa, pero al menos quería verse presentable. Una vez que ató su cabello y acomodó el vestido en su cuerpo, tomó las gafas que estaban en su bolso y salió de allí. La mujer que la acompañaba en la cama ni siquiera se dio cuenta de todo el movimiento que la castaña había hecho, pero en cierta forma lo agradecía, estaba apurada y no quería tener un momento incómodo de un lunes por la mañana. Cuando salió del ascensor y notó que la señal de su teléfono volvía a estar allí, marcó el número de la única persona que podía ayudarla mientras salía del edificio ajeno y saludaba con un gesto al conserje. —Dime que no te quedaste dormida —murmura la chica desde el otro lado de la línea —Oriana, necesito un favor —dice ella mientras busca las llaves del auto dentro de su bolso. —Buenos días ¿No te parece? —responde con una pequeña risa— ¿Debo ir a tu departamento a buscar algo para ti? ¿Es eso? —Si —suspiró—¿Puedes elegirme algo para la reunión que tengo con Warren? —festeja en silencio cuando encuentra la llave y la saca del bolso—. Luego te explico, lo prometo. —¿Cuantas me debes esta semana? —hace un sonido con su garganta—. Te veo en la oficina, intenta llegar rápido. Ahora le aviso a Normani que si la señorita Allison llega la haga esperar en la sala. —Te amo, eres la mejor. —Arreglate un poco, seguro te ves como la mierda —se ríe por lo bajo—. Te quiero, adiós. Da un largo suspiro y apoya su cabeza en el volante un momento antes de arrancar. Por un momento recuerda haber venido sobria con la chica hacia su departamento y de allí hicieron una fiesta privada entre ellas, entonces era el motivo por el que por primera vez en su vida tenía su auto estacionado fuera de los edificios de las personas con las que estaba. Se le parte la cabeza y hace una nota mental para pedirle a Normani que le consiga una pastilla, ella en serio necesita una de esas para poder comenzar el día. Estaciona y mira el reloj, dándose cuenta de que aún está a tiempo. Siempre a tiempo. Apaga el motor y da un largo suspiro antes de escuchar como dos golpes contra el vidrio la sorprenden —¿Que tan muerta estás? —murmura mientras le ofrece su mano para salir del auto. —Tuve peores resacas, supongo —da un largo suspiro. —Agradece que podemos entrar por el ascensor privado. Oriana, su mejor amiga, toma los lentes de sol que estaban en la cabeza de Lea y se los acomoda para que tape sus ojos. La chica en serio se ve mal y eso la delata demasiado. La castaña camina junto a su amiga y la abraza por la cintura, poniendo su rostro en el pecho de la más alta. Ambas entran en el ascensor y cuando Oriana se estira para apretar el botón, Lea se apoya contra la pared de espejos. El camino fue corto, pero le revolvió todo el estómago. —Buenos días Mani —la saluda con una sonrisa y su secretaria y amiga se ríe en cuanto la ve. —Buenos días —respondió mirándola mientras contenía una sonrisa— ¿Cómo estas? —Perfecta —sonrió—. Voy a mi oficina ¿A llamado la señora Allison? —De hecho acabo de cortar con ella, me dijo que estaba retrasada por el tránsito, así que estaría aquí en cuanto pueda —Perfecto. Tengo tiempo para darme una ducha, supongo. —Le pasé la cita para dentro de una hora, así que sí —comenta la chica dándole un guiño Oriana y Normani solo se dedicaron una mirada cuando ella siguió a su mejor amiga. —Deberías parar un poco con todo esto —dice Oriana apenas cierra la puerta de vidrio detrás de ella. Ambas sabían que podían hablar sin problemas, la oficina estaba insonorizada y al cerrar las cortinas tampoco se podía ver por dentro, por lo que tenían la privacidad suficiente. —Por favor, no empieces —da un largo suspiro mientras baja de sus zapatos. —Comienzo porque me preocupada más allá de cualquier broma —Oriana niega con su cabeza y deja la ropa de su amiga arriba del escritorio de madera—. Ahora ni siquiera te importa despertar un día de semana así, cuando sabes que tienes trabajo. —Jamás ha pasado esto un día de semana, es la primera vez. —Si, así comenzaste a salir todos los fines de semana. Me dijiste lo mismo hace dos años cuando era "la primera vez que salías dos días seguidos" —pone los ojos en blanco—. Puedes hacer de tu vida lo que quieras, pero no así. Ni siquiera tiene sentido que llegues en este estado. —¿Y qué pretendes? ¿Que me quede en casa aburriéndome? —No solo te diviertes con alcohol de por medio, pero no estás lista para esta conversación —hace una mueca cuando ve que su amiga camina hacia el baño mientras abre los botones de adelante de su vestido—. Solo trata de no romperte en el camino de tu diversión —Lena se gira antes de entrar al baño y mira a su amiga con el vestido a medio desabrochar. —¿En serio estarás enojada conmigo? —hace un puchero— ¡Lo siento! —Métete a la ducha y ponte presentable. Hay unos tres clientes que te esperan en la mañana. Oriana no esperó a que le diera una respuesta y simplemente salió. No entendía cómo es que su amiga se había convertido en este tipo de persona en el último tiempo. Bueno, ella sabía el motivo por el que terminó desahogando sus penas en las constantes salidas y terminó por agarrarle el gusto, pero últimamente se estaba pasando. Bastante tiempo atrás la ruptura de Lena con su ex novia la había destrozado, la chica había conseguido refugio en el alcohol y las fiestas, a lo que Oriana siempre estuvo en contra. Y no es de aguafiestas, pero todo lo excesivo era terriblemente malo para tu salud y más cuando debes tomar pastillas constantemente por la terrible resaca y luego te desvelas leyendo documentos y contratos. Ella está acostumbrada a que Lena salga cada fin de semana, la chica en los últimos meses no tuvo control alguno y ella sentía que cada vez tenía menos oportunidades de hacerle ver la realidad. Normani la observa salir y hace una mueca, sabe que su amiga está bastante molesta y frustrada por la actitud de la otra. Personalmente piensa igual, su amiga ha perdido bastante el control. —¿Está todo bien? —pregunta mientras muerde su labio inferior —Si, está todo bien —responde peinando su cabello—. ¿Crees que ella dejará de ser tan idiota en algún momento? —Ya se dará cuenta, no te frustres. Intentaré tener una charla en cuanto se sienta bien. Ahora voy por un café ¿Quieres uno? —No, gracias. Llévale uno a Lena, por favor. —Si, no te preocupes —le guiña un ojo—. Por cierto, nos debemos una charla. —Ahora no Mani, tengo mucho trabajo —la mujer le evadió la mirada y rápidamente comenzó a huir. —Si, como quieras. ¡No pasa de hoy! —le grita cuando su amiga está cerca de la puerta. Oriana la ignora una vez más y entra a la oficina que está literalmente frente a la de su mejor amiga. Se sentó en su silla, suspirando mientras pensaba en lo que le había dicho Normani y es que ya no podía ocultar que estaba enamorada de Lea desde hace años, pero se negaba a confesarlo, ya que la latina remarcaba siempre lo amigas que eran y temía que las cosas entre ellas cambiaran. Eso había sido un tema terrible en cuanto se dio cuenta, tuvo una disputa dentro de su cabeza sobre alejarse por un tiempo o continuar con su martirio. Y por más que al principio intentó la primer opción, Lea no se lo había hecho fácil y terminó desistiendo de ello. Más allá de sus sentimientos, ellas tenían otro tipo de relación en donde ambas se apoyaban en todo, así que en cuanto Lea la necesitó a su lado para afrontar la ruptura, como mejor amiga estuvo. Entonces Normani era la única que sabía sobre su enamoramiento, por lo que ella siempre quería hablar al respecto pero Oriana huía. Cómo ahora, que se sumergió en sus papeles y trató de dejar de pensar en sus amigas. Después de acomodar algunos casos la puerta se abrió, dejando ver a su amiga Normani con un café y una sonrisa en su rostro. —Lea me mandó a que te comprara uno —ella deja la caja y el café arriba del escritorio— ¿Estas ocupada? —Puedo tomarme unos minutos ¿La señora Howell viene a las 10? —Si, no tienes clientes hasta entonces. —Siéntate ¿Desayunaste? —Si, antes de que las dos llegaran —la miró mientras se sentaba y acomodaba su cabello— ¿Puedo preguntarte algo? —Si es sobre Lea prefiero que no. —No es sobre ella, ya sé la respuesta —relamió sus labios—. Quería saber si hoy en la noche tenías planes. —Supongo que no ¿Tienes alguna propuesta interesante? —Muy —sonrió—. Saldré con una chica y ella irá con su amiga. —No...no —dijo negando, sabiendo que era lo que seguía. —Vamos Oriana ¿Hace cuánto no sales? Además si no te interesa no la vuelves a ver y listo. Esto no es tan complicado ni te obligo a que la lleves a casa, solo una cena compartida. Oriana se quedó pensando, quizás era su oportunidad para salir un poco después de trabajar por tanto tiempo. Ella de había estado ocupando de dos casos tan importantes las últimas dos semanas, que apenas había tenido tiempo para salir de casa sin tener que pensar en ello también. Se convenció a sí misma de que era lo que se merecía, después de todo seguía siendo una mujer joven de veintisiete años. Normani cómo última opción, al ver que su amiga estaba en silencio, tomó su celular y buscó una foto de la chica para mostrarle. Oriana no podía evitar pensar en que era preciosa. Pero aceptó más por ella misma, necesitaba salir y también ahora esperaba que tuviera una buen compañía por la noche. —Está bien —suspiró— ¿A qué hora tengo que ir? Lea, Oriana y Normani eran mejores amigas desde la secundaria. Jamás habían perdido el contacto, incluso cuando Normani había decidido viajar por dos años, mientras las chicas se dedicaban a sus estudios. Ahora la morena trabajaba como su asistente hasta que terminara su carrera. Las dos mejores amigas habían hecho su carrera de abogacía con honores, ambas eran las mejores de la ciudad y por supuesto de que su bufete de abogados era muy reconocido y contratado. Debían admitir de que quizás el apellido de Lea ayudó un poco al principio ya que su padre y abuelo también fueron exitosísimos abogados, pero ambas habían trabajado muy duro durante esos dos años para que pudieran tomarse el crédito. Desde el otro lado del piso, Lena ya estaba completamente renovada. La ducha y las pastillas para la resaca hicieron maravillas con ella. Aunque claro, el maquillaje para tapar sus ojeras fueron lo principal para que ella se viera mucho mejor ahora que estaba con su cliente. —Debemos realizar una reunión con su ex esposo para acordar la división de bienes —dice ella mientras mira a Allison. —Él dijo que no se llevaría nada, pero no quiero eso. Y sinceramente prefiero tener todo por escrito —responde la mujer —Citaré al abogado del señor Niall Oglieme para el viernes 23 ¿Le parece? —Perfecto —sonrió mirando su reloj—. Debo ir a buscar a los chicos al colegio. —No se preocupe, ya terminamos por hoy. —Muchas gracias, señorita Warren. Ambas de estrecharon la mano con una sonrisa y luego Lea acompañó que la señora hacía la salida, encontrándose con Oriana que estaba hablando con una de sus nuevas clientas. La escaneo con la mirada, su cabello castaño caía sobre su espalda, tenía un cuerpo espectacular, pero por alguna razón ni siquiera le tomó tanta importancia al ver como reía con Oriana. ¿Su mejor amiga estaba coqueteando con aquella chica? —Buenos días —saludó levantando la voz, para que ambas la pudieran escuchar. —Hey —sonrió Oriana— Voy a presentarte a una amiga. Ella es Karla. Karla ella es Lea. —Un placer Lea —Karla con una sonrisa, tomando la mano que Lea le ofreció y dejándole un beso sobre sus nudillos. —El gusto es mío —sonrió Lea. —¿Quieres pasar a mi oficina Karla? —preguntó Oriana mirando la manera en la que ellas habían clavado sus ojos entre sí. —Si —miró un momento a su amiga y luego volvió hacia Lea—. Espero volver a verte, fue un gusto Lea. Lea solo se limitó a sonreír. Antes de coquetear con ella quería asegurarse de que no tuviera nada con Oriana y por esa razón, en cuanto la vio salir de la oficina de su mejor amiga, entró sin permiso. Oriana estaba distraída con el celular, trataba de ignorarla y ella levantó una ceja y se acercó. La silla fue retirada y Lea se sentó, cruzando las piernas y mirando a su amiga —Así que estas saliendo con alguien... —¿De que hablas? —preguntó levantándose y mirándola a un lado. —Karla, la chica que se acaba de ir. —Ella es una amiga, solo una amiga —asegura. —¿Una amiga?-Levantó una ceja- Si jamás me la has nombrado —¿Recuerdas a la chica que atendía el buffet de la universidad? —ella negó—. Bueno es la chica que me hice amiga en la universidad. Ahora ha venido para que la asesore. —¿Divorcio? —No, sobre una propiedad. Ahora en vez de preguntar tanto ¿Porque no vas a trabajar? —¿Porqué? ¿Te pongo nerviosa? —No, pero creo que tú estas celosa. —¿Celosa? —levanta una ceja. —Si, celosa. —No, nada de eso. No puedes reemplazarme, soy la mejor —aclara la garganta—. Te espero esta noche en mi casa, haré algo para cenar. Y salió de la oficina sin darle la oportunidad de explicarle de qué ya tenía planes. El día después de eso pasó rápido para las chicas, el trabajo y los asuntos personales hicieron que no se dieran cuenta del momento en el que la noche había llegado. Aunque todo esto no fue tan fácil para la castaña que se encontraba a unos cuántos kilómetros de distancia. Ella estaba preparando el bolso mientras algunas lágrimas caían por su rostro, ella sabía que ahora mismo debía hacer probablemente lo más difícil de su vida. Mira a su hijo, quien está totalmente dormido en su cama y no puede dejar de pensar en que todo será diferente a partir de ahora. Su novio sabía que el niño estaría lejos por un tiempo, la idea había sido suya desde que los problemas comenzaron. —¿Ya te vas? —el chico entra mientras está tomando una lata de cerveza, había estado afuera de la casa fumando pero ahora sus amigos ya no estaban, por lo que prácticamente lo obligaron a entrar. —Si, ya casi ¿Porque? —Iba a decirte que tendrás que tomar el tren, Sebastián acaba de llevarse el auto. —¿Estás bromeando? —responde mirándola con mala cara. —El motor estaba haciendo un poco de ruido, no es mí culpa —el hombre pone los ojos en blanco y chequea su lengua, restando importancia. —¿Ni siquiera piensas acompañarme? —¿No crees que si salimos los dos esto será bastante sospechoso? —levanta una ceja—. Además irás a lo de la abuela, solo queda a media hora en tren. —Como sea. Ella apretó los dientes y tragó sus palabras, no tenía ganas de discutir en ese momento. Suficiente tenía con todo lo que estaba pasando y con lo que sabía que pasaría incluso luego. La idea principal había sido llevar al pequeño a la casa de la abuela de Joel, la mujer podría cuidarlo por el tiempo en el que ambos no podían pero en el momento de llegar a la estación de trenes y ver el nombre de Buenos aires tan grande y llamativo, una loca idea pasó por su mente. Ella rezó todo el camino para que las cosas salieran bien, aunque no estaba muy segura. No había visto a su hermana en años, no tenía idea de que carajo era de su vida ni tampoco lo que pensaría ahora mismo. Pero a pesar de todo eso, no había nadie mejor para cuidar de su hijo mientras ella no estaba, conocía a su hermana. Estaba segura de que la chica seguía viviendo en aquel departamento lujoso del que se había enterado. POV LEA Acostada sobre mí cama me pongo a pensar en Oriana. Mí mejor amiga me había dejado plantada para ir a una cena con Normani, y aunque en cierto punto me alegraba por ella, también sentía unos celos terribles. Ella no había querido salir conmigo una de las tantas veces que la invité y ahora va con una desconocida a la primera de cambio. En mí defensa debo decir de que jamás la he dejado plantada para salir con nadie, pero quizás tengo que dejar de ser tan egoísta y pensar en que ella hace tiempo que no sale con una chica. Se supone que eso no debería darme celos, es mí mejor amiga, por favor. Trato de no darle demasiado importancia a eso y pienso en qué puedo ocupar mí tiempo libre. Justo cuando la película comienza escucho como el timbre del departamento suena. Arrugo las cejas bastante extrañada, se supone que nadie vendrá ahora y en el caso de que sea Oriana, ella tiene las llaves. Camino en pasos lentos porque en cansancio ya atacó mí cuerpo y voy hacia el teléfono que está puesto en la pared. —¿Quien es? —pregunté a través del portero —Soy Ana. —¿Ana? —Si, tu hermana. Me quedé un momento en shock, no veía a mi hermana mayor desde hace tres años, cuando decidió irse a vivir a otra ciudad con su novio. Todo eso fue un verdadero caos porque ella de un momento para el otro se disgustó conmigo y no quiso hablarme más, incluso cuando la busqué decidió ignorarme y pedirme que me fuera. La relación con mí hermana siempre había sido bonita, incluso hasta cuando fuimos mayores, pero desde ese tiempo que no tenemos relación alguna. Todo esto me parece extraño y me mantiene ansiosa, no entiendo porqué está aquí pero estoy feliz de verla. Toqué el botón para que abriera la puerta de abajo y abrí mi departamento para esperar a que el elevador la dejara en mi piso. Es como si todo mí pasado viniera de repente, posándose sobre mis hombros como una mochila. Cuando ella se fue sufrí demasiado, Anna era la única persona que quedaba de mí familia biológica después del accidente que tuvieron nuestros padres. El sonido del ascensor hizo que mi corazón se acelerara, los números iban aumentando mientras me ponía más y más nerviosa. ¿Cómo se verá ella? ¿Habrá cortado su cabello? ¿De verá más adulta? ¿Me habrá extrañado? Todas mis dudas se fueron en cuanto el sonido del ascensor avisó que ella estaba allí. Mí mandíbula cayó y no podía dejar de mirarla, estaba impresionada. Ella para nada la persona que recordaba como mí hermana, se supone que Anna no tendría ese tipo de sufrimiento en el rostro. Podía notar su cansancio, sus ojeras, su boca reseca y su ropa no muy limpia. No logro entender cómo es que ella está así ahora, cuando toda la vida se preocupó por su imagen y su salud. No parecía mí hermana la que estaba frente a mí, ni siquiera un poco. Mí cuerpo se mueve para abrazarla pero entonces percibo algo que no esperaba, un niño en sus brazos. Me detengo en él, está completamente dormido y abrazado contra ella, es una copia exacta de Anna. Ese niño tiene todos los genes de nuestra familia, incluso puedo notar que tiene la misma nariz pequeña de mamá y mis ojos se llenan de lágrimas. —Hola —dice ella en voz baja. Sigo en shock y solo la miro, aún sin saber que decir ni como actuar. Mí hermana parece bastante ansiosa porque se mueve en su lugar. —¿Puedo pasar? —Oh, dios. Si. Me disculpo en voz baja y me hago a un lado para que ella pudiera pasar. Me golpeo mentalmente penando en que estoy demasiado lenta para poder preguntar algo. —Parece que te fue bien —dice mirando alrededor. Intento distinguir el tono de su voz, pero en vez de replicar lo que dice intento quitar mis dudas. —¿Cuando volviste? —Hace unos minutos —me responde de manera seca. —¿Y tu novio? —Está esperándome abajo —doy un largo suspiro —¿Y porque no le dices que suba? —Mira Lea, no vine a quedarme mucho tiempo —su voz era seca y baja—. Solo quería que me hicieras un favor. —¿Que favor? —pregunto mientras que me siento frente a ella —Cuídalo, necesito estar afuera por unos días. —¿De que hablas? —De Theo. No puedo tenerlo y te necesito. —¿Quien es él? ¿A donde irás? —comienzo a desesperarme—. Ana por favor, necesito que me expliques. Ella levanta la mirada y se conecta con mis ojos. Me dio miedo saber que no vi nada en su mirada, que ni siquiera podía reconocer aquel brillo en sus ojos. —Theo es mí hijo, no hay mucho que explicar. Voy a meterme a rehabilitación. Necesito recuperarme para estar con él, tengo que estar afuera por un tiempo —Oh Dios, no. Mis manos comenzaron a sudar mientras que mí cabeza no dejaba de culparse una y otra vez. No puedo entender cómo es que mí hermana terminó metida en las drogas y carajo, ella tenía todo el aspecto que una drogadicta en avance pudiera tener. —Iré a una granja. Solo quiero que lo cuides, no pido otra cosa que eso. Estaré bien y te enviaré dinero para él, en cuanto consiga. —¿Cómo que en cuanto consigas? ¿Ana? —la miro sin entender— ¿Porqué no tenes plata? —No pedí que te metas en mi maldita vida, solo haz lo que te pedí para devolverme lo que hice por vos durante tantos años, Lea —ella deja al pequeño en el sillón mientras la miro incrédula, no puedo entender que esté diciendo eso. —¿Porqué me tratas así? ¿Que mierda te pasa? —En el bolso he dejado una constancia para certificar que eres su tutora, están sus documentos y lo demás. Está todo en regla, solo déjame ir. No entiendo que carajo está pasando, pero solo sucedió un segundo desde que miré al pequeño allí hasta que me doy cuenta de que Anna está huyendo de mí piso. Trato de correr hacia ella mientras entra en el elevador. —Maldita sea Ana, espera ¡ANA! No me escuchó, las puertas metálicas se cerraron y ni siquiera tuve oportunidad de seguirla. Estaba dando vueltas por la sala sin saber si correr a buscarla o no. Esto tiene que ser una jodida broma. Ni siquiera caigo en la situación. Ella no me dijo nada sobre él y el bebé está durmiendo en mí sillón. Probablemente en algún momento despierte y comenzaré a entrar en pánico, porque no tengo ni una puta idea de cómo cuidar a un bebé ni que carajo hacer con él. ¿Cuántos años tendrá? Creo que ni siquiera supera los tres años, es muy chiquito para estar lejos de su madre y Ana es una hija de puta. Porque puedo entenderlo todo, pero ella ni siquiera me dio la oportunidad de poder hablarlo, de que me diga que debo hacer, como puedo ayudarla. Se largó sin más, dejándome con el niño que todavía es desconocido para mí y que probablemente para él también soy una desconocida. Carajo. No sé en qué momento mí hermana se volvió una mierda, pero no tengo tiempo ahora para pensar en ello, el niño comienza a moverse y creo que estoy a punto de correr. Mí corazón entra en colpso cuando él se sienta de repente y frota sus ojos, siento que voy a desmayarme. No digo nada y me quedo mirándolo mientras él busca que es lo que ocurre a su alrededor, con el ceño fruncido. —¿Mamá? Su voz me quiebra por completo, siento pena porque él no va a poder tener lo que quiere ahora mismo. En su boca se forma un puchero y sus ojitos están aguados hasta que me encuentra. Siento miedo por ser descubierta por un pequeño niño y entonces él frunce el ceño aún más y luego comienza a llorar. —Ahora viene mamá, por favor no llores —trato de tranquilizarlo mientras me acerco a él pero parece incluso más asustado—? Bebé, por favor. —¡Mamá! No hay manera de que él deje de llorar, no entiendo como es que funciona todo este mundo de niños y bebés, pero necesito calmarlo ahora mismo. Sé que mí mejor amiga puede ayudarme en esto y lo siento mucho por ella si estoy a punto de interrumpirla, pero la necesito. El teléfono suena mientras que miro como el bebé aún está sobre el sillón, tengo ganas de llorar y quiero a mí mamá también. —Lea ¿Está todo bien? —responde mi amiga por encima de la música. —Por favor, te necesito. Vení a casa. —¿Estás bien? ¿Que pasa? —No puedo creer explicarlo por teléfono, solo tienes que verlo. —Está bien, tranquilizate. Dame unos segundos y estaré allí. —Apúrate, por favor. —Dame unos minutos, estoy saliendo —corto la llamada a punto de llorar. Dejó caer el teléfono en el sofá de la derecha y corro asustada hacia el bebé que intentó moverse para salir del sillón. Entonces lo tomo entre mis brazos y se asusta peor, por lo que el llanto continúa. —Bebe, por favor. Por favor, deja de llorar. Él me mira por un momento y comienza a llorar de nuevo, pero está vez me abraza por el cuello y se recuesta en mí hombro. No sé que es esto, pero creo que es un avance, aunque su llanto continúa. ¿Que carajo puede hacer que un bebé dejé de llorar? Con él en brazos buscó su bolso y comienzo a sacar todas las cosas que hay dentro, incluso allí hay un par de juguetes pero él no parece querer nada de esto. Intento de todo, juguetes, cuentos, hablarle pero no importa lo que haga, soy terrible con los niños. Comienzo a llorar con él mientras cierro los ojos y pienso en Oriana, espero que ella realmente este cerca. Aunque pueda solucionarlo no tengo idea de qué haré con él.

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