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La Nerd

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Blurb

Lauren cuando ve por primera vez en el colegio a una pequeña morena queda flechada, ella cree que es una simple amistad y es por ello que la acompaña siempre a comer en el lugar aislado en donde Camila siempre se dispone a tomar su desayuno.

Pero a medida que se dispone averiguar sobre la chica, descubre mucho más de lo que cree y en lugar de alejarse siente aún más atracción.

¿Será que es quien dice ser?

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1
Estaban de camino a una escuela, no era cualquier escuela, era la escuela en donde ella estaria la cantidad de años hasta poder asistir al instituto, habían indagado poco a poco y esa esra un abuena escuela, por más que uno u otro dijera lo contario. -Papá  ¿porque debo estudiar aquí?-  pregunto la pequeña ojiverde que iba al lado de su padre tomándole la pequeña mano para no perderse entre el mar de niños que estaban pasando.   -Porque aunque tengamos dinero es lo mejor- le dijo el padre con suavidad mientras se agachaba para acomodarle un poco la ropa de la niña para luego entrar con ella a la escuela.   Al ser el primer día cada padre debía entrar con sus hijos para acompañarlos, debían dar las reglas y darse a conocer con el maestro a cargo y los demás representantes con los cuales sus hijos compartirían el trayecto en la escuela, siempre y cuando uno que otro no se fuera.   -Buenos días padres y representantes- les dijo la maestra delante de ellos con una gran sonrisa en sus labios, una mujer entusiasta de enseñar.   -Buenos días- dijeron unos primero que otros padres.   -Les he dicho que asistan para que los padres se conozcan y sepan de quien es cada niño- dijo la maestra de grandes lentes y sonrisa amigable delante de los padres.   Estaban comenzando a levantarse cada uno junto a sus hijos ya sea una niña o un niño a dar la presentación de ellos en conjunto.  Hasta que le tocó a la pequeña ojiverde.   -Buenas mi nombre es Michael Jáuregui y soy padre de esta preciosa llamada Lauren Jáuregui- dijo el hombre robusto presentándose delante de todos, su traje pulcro decía mucho pero su sonrisa le quitaba ese enorme peso.   -Buenas mi nombre es Lauren- hablo la pequeña parada al lado de su padre, extrovertida y nada temerosa como su padre, él le había enseñado.   -Hola Lauren y hola Michael-  dijo la profesora en saludo a los dos.   Cada quien se fue presentando, unos fueron con sus madres, otros con sus padres y uno que otro con sus abuelos, pero al fin y al cabo cada quien fue con alguien incluso tutores o hasta hermanos mayores.   -Buenos días, mi nombre es Sinuhe Cabello y ella es Camila Cabello, mi hija- dijo la señora mientras se presentaba junto a su hija, le paso la mano por su suave cabello.   -Mi nombre es Camila- dijo en tono suave la pequeña que se escondía detrás de su madre, tenía una mirada temerosa de todos alrededor, la mayoria que estaban atentos le dedicaron una sonrisa.   -Es un placer Camila y Sinú- dijo la maestra igual de amable que con cada padre que estaba dispuesto a realizar su presentación.   -Es bonita- dijo Lauren en un susurro que fue escuchado por su padre y este solo sonreía ante la escena de su hija mirando con intriga a la niña escondida.   -Si verdad- le respondió mientras le tomaba la mano, la pequeña ojiverde solo se sonrojo al saber que fue escuchada por su padre.   -Si- dijo tímidamente.   -Yo pensé lo mismo que tu madre a esa edad- le confeso el hombre mientras le dedicaba una sonrisa a su hija.       La mañana había pasado entre charlas motivacionales y como tratar a sus hijos, hasta las normas de la escuela y como debían asistir cada día con referencia a sus uniformes, era una escuela pública pero tenían muchas normas y eran bastante buenas aunque algunos no lo creyeran así.   Cada quien tomo su rumbo y antes de cada una entrar al auto de sus padres se dedicaron una inocente sonrisa.       Al día siguiente Lauren se había sentado con una niña que se llamaba Lucy, era una niña de otro país específicamente Colombia pero vivía allí desde hace unos tres años, a Lauren le agrado desde el mismo momento, pero su atención siempre estaba en la pequeña castaña que se sentaba sola al otro lado del salón, alejada de todos en su propio mundo.   -¿Siempre estás sola?- pregunto la ojiverde a la niña cuando se había podido acercar lo suficiente.   -Si- respondió alzando levemente la mirada.   -¿Te gustaría sentarte con nosotras?- le pregunto Lauren a la niña mientras que Lucy las miraba desde su asiento atenta a lo que pasara.   -No, gracias- respondió amablemente y saco su desayuno para comer sola como estaba acostumbrada hacerlo.   -Entonces yo tomare mi comida contigo- dijo la pequeña ojiverde sentándose al lado de ella y tomando su desayuno. La pequeña castaña solo sonrió en dirección a la niña y en silencio  comieron juntas, siendo esta la primera de muchas.   La tarde había pasado como la mañana, cada una estaba por su lado, por un lado la pequeña castaña sola en su rincón mientras veía e imaginaba algunas cosas y por el otro la pequeña ojiverde siendo sociable con sus amigos y compañeros de clase.       Para el ultimo año de preparatoria las cosas habían cambiado grandemente, la pequeña ojiverde no era tan pequeña y era muy conocida por varias personas a su alrededor, a ella le gustaba presumir su fortuna pero con ciertos límites que sus padres ni siquiera colocaban, ya que ella misma los hacia creando su propia responsabilidad al tener dinero.   En cuanto a la pequeña castaña había cambiado poco a poco, siempre usaba pantalón y era excesivamente aplicada, cuando había entrado al segundo grado había llegado con lentes, unos que otros se burlaban de ella y la ojiverde por su lado sin que ella se diera cuenta siempre le defendía  las espaldas.   Cada almuerzo o desayuno que tuvieran Lauren se escapaba y lo tomaba con la chica, tal cual como lo había hecho aquella vez, en total silencio con una sonrisa ocualta de la más pequeña.   En ocasiones la ojiverde había tratado de hablar con ella y como siempre se encontraba una pared de silencio y miradas, le encanta el color chocolate de la morena y sin decirlo la morena le gustaba el color verde de la pelinegra.   -Adiós Camz- le dijo a la morena para caminar derecho de nuevo a la entrada del lugar.   Por otro lado la pequeña morena tenía una vida normal de clase media, ella podía tener lo que quería pero a base de esfuerzo de sus padres, le encantaba leer al mismo tiempo que quería tener un auto. Un día les había rogado a sus padres que le regalaran uno  pero se lo negaron rotundamente, diciendo que era muy chica para eso.   La pequeña castaña pasaba horas viendo carreras de autos en la televisión, claramente después de hacer sus deberes, a sus padres no le molestaba que las viera ya que era tan buena en clase que le permitían varias cosas a costa de sus estudios, para ella no era un sacrifico simplemente lo hacía porque le encantaba.   -Camila puedes pasar a leer este artículo- dijo la profesora mostrándole el papel en sus manos.   -Claro- dijo levantándose de su pequeño asiento para ir a la parte delantera del salón de clases.   -Allí va la cuatro ojos- dijo un chico que desde siempre estaba detrás de la pequeña ojiverde.   -Cállate o no vas a mi fiesta- le amenazo Lauren haciendo una mueca con su mano causando que  el chico metiera su lengua detrás de su garganta.   Esa tarde había pasado lenta y fastidiosa para cada uno de los presentes menos para Camila que amaba la literatura.   -Camz ¿Vas a mi fiesta?- pregunto Lauren mientras se acercaba a la castaña con la mayor cautela.   -No Lauren- dijo y se dio la vuelta para salir del salón de clases.   Para el día de la graduación de salir del colegio e ingresar al instituto, Camila se fue con sus padres antes que la ojiverde pudiera acercarse como siempre estaba tratando de hacer y pasar un rato con ella.   En las vacaciones tanto la castaña como la ojiverde se habían ido cada una por su lado de vacaciones.   Camila conoció a Dinah, se hicieron muy buenas amigas pero descubrió que no asistirían al mismo instituto, así que antes que interferir con cualquier cosa ellas estaban conformes con su amistad.   La ojiverde había conocido a Verónica tampoco asistía con ella, pero le agradaba la forma que era con ella, y sin pelos en la lengua al momento de hablar o contar algo que le llamara la atencion.   Para el momento en que regresaron de las vacaciones, la ojiverde se encontró con Camila, a decir verdad este verano le había sentado muy bien, resulta que ahora tenía un buen culo y un bulto extraño delante del cual no le presto mucha atención, aun llevaba lentes pero ahora usaba camisas manga larga a veces hasta abotonada a tope, pero incluso así se le veían preciosas.   Camila casi babeo por Lauren una cantidad inmensa de tiempo pero nunca lo admitiría, siempre le gusto pero hasta allí quedo, le gustaba estar sola y ser una asocial a su manera, en las vacaciones se había tatuado el brazo, a sus padres no les gusto para nada esa decisión pero aprenderían a vivir con eso, siempre y cuando según la condición  de ellos era que asistiera al instituto con camisas manga largas que no dejaran verlos, la pequeña asintió y tal cual como había prometido en la calle de día usaba camisas tapadas pero en su casa o en la noche no lo hacía.   La ojiverde tenía un buen cuerpo tonificado, un gran trasero y un pecho para morirse sin contar sus lindos ojos y labios, siempre sintió un flechazo pero decidió dejarlo hasta allí, casi al igual que la morena.   Cada una pasaba por la acera de cada casa y casi se golpeaban con los posters de luz de su acera. Al darse cuenta que estaban absortas en su mundo ambas se sonrojaron, Camila iba a cruzar la calle para hablar con Lauren cuando un chico alto la detuvo y frente a los ojos de Camila le dejo un intenso beso en los labios, la castaña se devolvió y se dijo a si misma que chicas así de hermosas siempre debían estar con chicos como el, no menos.   Para el final del verano, Lauren no volvió a ver a la castaña, siempre había tenido pretendientes pero casi nunca salía con ellos, pero había accedido hacer novia de Chad porque el chico era insistente, incluso más de lo que se pueden imaginar, pero no se esperaba que la besara justo cuando Camila estuviera por cruzar la calle e ir hacia ella.   La castaña se había alejado como siempre y encerrado en su casa, esa noche había hecho lo que tanto había deseado desde pequeña, montarse en un auto de carreras.   Llevaba una chaqueta de cuero negra, junto a una camiseta blanca, unos vaqueros ajustados, junto a unos guantes negros, su primera carrera jugada, su primera ganada.        

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