Angeles y Demonios

Desde que tengo memoria, siempre he odiado a los demonios, incluso antes de saber que nacería para ser un ángel los odiaba. Pero había algo que odiaba más que los demonios, los humanos. Eran seres despreciables y egoístas que hacían cosas buenas por el simple hecho de recibir algún benefició o retribución, y no porque en verdad les importara su prójimo. -¿Cómo estás Angie?, ¿lista para conocer a tu protegido? -No puedo creer que Dios me obligara a ser niñera de un mortal irresponsable. -No tienes opción, ¿Quiénes somos nosotras para desobedecer sus órdenes? -A veces creo que le gusta jugar con nosotros. -No digas eso, te puede oír. -¿Dónde estuviste ayer?, no te vi en todo el día. -Estaba con él. -Alice, no puedes ir allí. Si los demonios te llegan a descubrir en sus dominios, no tendrán compasión de ti. -Itan no dejaría que me hicieran daño. -Eres muy ingenua, deberías abrir los ojos. -Él no es como los demás demonios, si lo conocieras, estoy segura que te agradaría. -Los conozco lo suficiente como para recomendarte que no confíes en él. -No tienes que preocuparte, sé lo que hago. -Solo espero que no te arrepientas después. -No pasará nada si no se lo dices a nadie. -No hay forma de convencerte, ¿verdad? -No. -Bueno, ya me voy. -Que tengas suerte. -Gracias, la voy a necesitar. Extendí mis alas y volé al mundo de los humanos. No me molestaría mi trabajo si no fuera por el mortal que me tocó; un joven adicto, depresivo y s*****a. ¿Por qué de entre todas las opciones, me tuvo que tocar el humano más problemático de todos? Aterrice sobre un vehículo y me quede observando a los ángeles que cuidaban de su mortal. Ni un humano podía ver a los ángeles, solo algunos niños y animales podían percatarse de nuestra presencia. Los animales por ser criaturas nobles y los niños por tener una mente inocente. Una niña se detuvo a ver el auto en el que estaba y se lo señaló a su madre, ella la ignoró y la estiró del brazo para que siguiera caminando. Eran tan inocentes, pero todo era falso. Cuando creciera y fuera consciente de todo, se volvería igual de egoísta que los demás. Me dirigí a la casa del mortal y lo observe por la ventana. Estaba tumbado sobre el piso de la cocina con botellas de cerveza alrededor y sobre la mesa había unos cuantos polvos blancos. Entre atravesando la pared y me acerque a él. Lo toque para ver si reaccionaba y note que su pulso estaba grave. Mi primer trabajo como ángel guardián y ya estaba fracasando. Lo levanté del suelo y lo saque fuera de su casa para que los vecinos lo vieran. Unas personas que estaban pasando, se preocuparon al verlo inconsciente y lo llevaron al hospital. Sus vecinos se quedaron esperándolo afuera pero yo me quedé en el cuarto acompañándolo durante todo su tratamiento. Los doctores lo dejaron descansar y luego de un rato, despertó. -¿Qué pasó?-miró a su alrededor.-¿Dónde estoy? Se desesperó un momento pero luego se calmó. -Ya sé que pasó. Uno de los doctores regresó y sonrió al ver que su paciente había despertado. -Qué bueno que estas bien, esta vez tardaste mucho en reaccionar. -¿Cómo llegué aquí?, no recuerdo nada. -No me sorprende, después de todas las sustancias que ingeriste, tuvimos que hacerle un lavado de estómago. -Gracias Doctor. -Realmente me sorprendió que siguieras con vida, fue una dosis mucho más grande que la última vez. -Le agradezco todo lo que hizo por mí, ¿ya puedo irme? -Puedes hacerlo. -Gracias doctor-se levantó de la cama, tomó su ropa y entró en el baño para cambiarse. El doctor salió de la habitación y los vecinos del joven entraron. Esperaron a que saliera y luego lo llevaron a su casa. No comentaron nada sobre lo que ocurrió, solo se mantuvieron callados durante todo el viaje en auto. Por lo visto era normal para ellos verlo en ese estado. Entró a la cocina y recogió las botellas del suelo para meterlas en una bolsa, limpio su mesa y se fue a bañar. Me quedé esperándolo detrás de la puerta del baño, se quedó allí durante varias horas y comencé a preocuparme de que no saliera. Atravesé la puerta sin importar que estuviera desnudo y lo vi durmiendo en su ducha mientras que el agua le seguía cayendo. Cerré la ducha y dejé que siguiera durmiendo. Si lo llevaba a su habitación sería extraño para él. Lo cubrí con la toalla y me quedé con él hasta que despertó. Salió del baño confundido y se encerró en su habitación. Espere a que se vistiera y entre para vigilarlo. Mi trabajo era un dolor de cabeza, pero no tenía más opción que seguirlo a todos lados para evitar que se metiera en problemas y al juzgar por lo que vi al llegar, no iba a poder dejarlo solo ni un minuto. Encendió el televisor y se acostó en su cama. No pudo terminar de ver ni un capítulo de su serie porque enseguida se quedó dormido. Se le notaban mucho las ojeras, parecía tener problemas de insomnio. Pasaron las horas y me estaba comenzando a aburrir. Para colmo, su serie solo empeoraba la situación. De repente la ventana de su habitación se abrió y una fuerte brisa entró apoderándose de todo el lugar. Un demonio se posó sobre él y comenzó a absorber su energía. Lo embestí con un golpe de aire provocando que chocara contra la pared, este me miró con la típica sonrisa que caracteriza a todos los demonios. -Qué sorpresa, no esperaba encontrarme con un ángel aquí y menos contigo. -Este humano está protegido por Dios, ahora vete. -Sí, “Dios lo protege”-se burló. -Lárgate ahora, y vuelve por donde viniste. -Habiendo tantos ángeles poderosos, ¿te eligió a ti? -Yo sola puedo contra ti, no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacerte. -No es de mí de lo que tienes que preocuparte. -Entonces, ¿de quién?, ¿acaso hay más? -No podrás defenderlo de todos-me embistió contra la pared y me atacó con su espada haciéndome caer con el brazo ensangrentado. Mostró su lengua de serpiente y salió por la ventana advirtiendo que regresaría.