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Leeikos Storm

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Blurb

En París de los años 1920, una pareja enamorada está por enfrentar la peor de las situaciones, su hijo de meses de nacido, ha sido secuestrado y violentamente asesinado. Su pequeño cuerpo maltratado es dejado en las afueras de la humilde vivienda. La relación de pareja, no sobrevive a tal situación y se separan. Sin conocer la realidad el uno del otro, ellos buscan venganza y a pesar de haber firmado los pactos de renuncia, vuelven a sus orígenes a tomar lo que les pertenece por nacimiento, el poder inmortal terrenal y todo el conocimiento en pleno, nada se les es oculto.

Cien años más tarde, un grupo de jovencitas llega a la ciudad, para disfrutar los placeres terrenales, mientras que un siete mellizos, tocan tierra el mismo día, para deslumbrar con su belleza y grandes dotes físicos, todos menesteres para cualquier mujer. La tierra se estremece y ese mismo día se experimentan fenómenos naturales de gran envergadura. El mundo no se imagina, todo lo que está por suceder, cuando en la tierra, las 7 de Stoorm y los 7 de Leeiko, llegan a la misma ciudad para vengar aquel dolor que sus padres llevan encima, sin saber, que sus vidas son más cercanas, de lo que se imaginan.

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Nolite loqui
― Es hora de dormir, dulces sueños. - Exclamó ella sin siquiera girar para mirarle, era mejor de esa manera, eso lo tenía claro. El rostro de Luciano se arrugo, no quería quedarse con la curiosidad, tampoco quería rogarle por una conversación más. O podría notar sus intenciones. ― No puedes dejarme así, sin más. ― Reprochó el masculino, tratando de convencerla, sin ejercer mayor presión. ― Es algo de lo que no puedo hablar. ― Sus respuestas eran secas, sin ningún tono de emoción y cortantes, no le daba espacio a continuar hablando. ― No puedes o no quieres – Luciano hizo un ademan con su mano, exigiendo explicación, uno que ella no vio por qué continuaba dándole la espalda. Aunque si sentía los movimientos del individuo con el que compartía cama. ― Después de todo lo que te he dicho – Quiso girarse para encarar el descaro de sus argumentos, pero se contuvo, mirarlo a los ojos era facilitarle las cosas - ¿Cómo dices que no quiero? - Resopló― Siempre serás tan inmaduro. Eso me pasa por dormir con niños. - Refunfuño Grecia ― A manera de recordatorio…- Sonrió antes de hablar, ella sabía que lo estaba haciendo, podía leer sus emociones, y sonrió también sin que él pudiera verlo ― Soy solo dos años y tres meses menor que usted dama ― Fingía un tono elegante y respetuoso ― O, más bien… Vejestorio – Soltó una risa fuerte y ella tuvo que contenerse para no caer en el evento ― Y, no dilates más el tema. ¿Cómo es eso de la vida eterna? ― Lamento defraudarte, pero no oirás más de mi boca ― Se removió en su lugar, giró su cuerpo para enfrentarse a los ojos verdes de Luciano, unos que siempre, en cierta medida, le desarmaban ― Créeme cuando te digo que, sabes hasta donde se me es permitido contar. Y así estas a salvo ― Grecia puso su mano sobre su hombro en un intento de persuadirlo. ― Estás hablando de una especie de código moral o una estructura secreta. ― Insistió sosteniéndole la mirada. Para Luciano, los labios rosados y gruesos de la femínea, eran ese incentivo que tanto le costaba rechazar.   Ella balancea su cabeza de lado a lado, en una explicación de proximidad, de su respuesta, con respecto a la teoría de él. Lo que desata más duda en Luciano, esta noche finalmente, nadie dormirá. -― ¡Roma! ― Chilló ―Enserio no vas a decirme algo más. No creerás que me iré a dormir así. ― ¡Es Grecia!...  G R E C I A ― Vocaliza lentamente cada letra ― Y ya te dije que así estas a salvo, no tengo intenciones de estar cuidándote después, mucho menos, de tener que dar explicaciones del por qué, de tu conocimiento de ellos. ― Le irritaba que bromeara con su nombre, eso le recordaba que tuvo que cambiarlo, en un intento de sentirse segura. Se giró de nuevo para darle la espalda, no podría seguir viéndole a los ojos, y contenerse para no hacerle daño. Luciano cubre su rostro con su mano derecha, mientras que empuña la izquierda, como su mantra personal para drenar rabia, ella sabía de esa necesidad de reprimir sus sentimientos, aunque él no lo mencionara directamente, siempre ha dejado en claro, que no se le permite sentir de más, ni alegría, ni dolor… ― Si me sueltas algo de información, yo te hablaré de los Leeikos ― Él sabía que era una oferta peligrosa, más para su seguridad, pero necesitaba conocer la información del código que ella guardaba celosamente en su mente. Grecia se gira de inmediato para mirarlo a los ojos, ese era su seguro ante las mentiras de Luciano, sus verdes intensos se oscurecían o aclaraban con las emociones. Ahora están nuevamente frente a frente y la cercanía le recuerda su lado humano derrumbado nuevamente ante el rostro perfecto del chiquillo. ― Mientes… ¿Qué sabes tú de ellos? ― Lo enfrentó visiblemente irritada como te atreves a mencionarlos. Luciano sonríe divertido, sabe que la tiene en su mano, y ambos tendrán que hablar ahora, es imposible que le saque información del código sin decir lo que sabe de la legión de Leeikos, tendrá que hablar ahora o será torturado, de una manera que el universo no entenderá jamás. ― Ya te lo dije. Sabes que puedes creerme, te lo dicen mis ojos ― Se ayudó con los dedos para abrirse los ojos demás ― Eso que dices que pasa con mi color ―Acercaba su rostro a ella y eso le intimidaba, ambos debían contenerse demasiado para no caer en un beso que puede ser mortal ― Dime primero, ¿Cómo consiguieron la vida eterna? Grecia se muestra frustrada e impotente, sabe que ha caído en el fuerte de un Leeiko, y que probablemente de allí no salga pura, pero tampoco lo hará él, si es necesario, se entregaría en deseo y pasión. Algo que sabe, Luciano no resistirá. Deseo haber notado antes las señales, él no era un ángel puro, de esos ya no existen, era un maldito Leeiko, al parecer todos los años de entrenamiento no dieron fruto. ― Serás idiota, no sabes que esos códigos no se rompen sin perder la pureza o hasta la gracia. No me arriesgaré por un Leeiko atrevido. Ella se concentró en recordar claramente lo que le fue enseñado, estaba segura que la debilidad de su legión era justamente un riesgo fuerte delante de un Leeiko, pero no lograba centrar su mente, sentía que todos sus pensamientos revoloteaban por la gran burbuja espesa de recuerdos, sin poder centrarse en uno. Veía imágenes pasar frente a sus ojos, como si le presentaran cortes de una película muy familiar. Luciano sonríe de nuevo, Grecia no ha notado que entre más se frustre, debilita su concentración y podrá ser leída. La tiene en sus manos, es momento de averiguar el código y lo ha hallado, está en el fondo de sus recuerdos, al parecer se los enseñan desde cuna, cuando aún ni siquiera desarrollan el habla o el andar, pero en la conciencia está ― Anda, sigue enojándote, ya casi lo sueltas todo. 

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