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La historia de nuestras vidas

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¿Cuánto suele durar el dolor por la pérdida de un ser querido?

Para Sebastián la vida es sencilla se resume en comer, dormir, trabajar y los fines de semana de farra, sin preocupaciones pues siempre fue hijo de papi y mami, quienes le dieron todo cuanto quiso, las cosas cambian para el cuando de un momento a otro lo pierde a sus padres y con eso su buena vida, pues una de las cláusulas del testamento hará que todo se le ponga de cabeza.

Valentina mujer sencilla de noble carácter, tímida profesora de idiomas, latina, conoció la crueldad desde muy pequeña, aun con traumas y secuelas de los mismos intenta mantenerse sonriente y ayudar a los demás, hasta que aparece él con uno de los retos que nunca en su vida se había propuesto a superar, ayudar a alguien a superar una gran perdida para que pueda ser mejor persona.

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Conociendo la crueldad
La vida de las personas cambia de un momento a otro, era un día frio en La Paz-Bolivia, una mujer emigrante caminaba con un pequeño bolso y un bebe en sus brazos, al parecer no había pasado buenos días últimamente, vio que a lo lejos en uno de los parques cerca de una iglesia había algunas personas, pero para ser exactos no muchas, temía que descubrieran que era lo que estaba planeando hacer, sin seguirlo pensando mucho tomó camino hacia el parque, se sentó en una de las banquetas, saco de su pequeño bolso un trozo de papel previamente escrito, pues ya tenía algunos días planeando lo que haría, lo metió en entre la mantas que llevaba la bebe, una vez que lo hizo miro hacia todos lados para saber si podría dar el siguiente paso, sin remordimiento alguno se levanto de la banquete dejando a la bebe envuelta en sabanas allí a la deriva sin siquiera pensar en lo que le sucedería después. […] Después de estar un buen tiempo en esa banqueta fue por así decirlo rescatada, pues la persona que la encontró dio parte a la policía y estos lo único que iniciaron fue llamar a servicios sociales, ellos por su parte la llevaron al albergue más cercano, al revisarla se dieron cuenta que era una niña y que en el trozo de papel que estaba entre las sabanas estaba el nombre que descorazonada madre le había puesto y también la fecha en la que nació. Valentina era su nombre y había nacido cuatro meses antes de la fecha en que fue abandonada. Con el tiempo ella haría que su nombre tuviera peso, pues le toco demostrar valentía en diversas ocasiones.   […] -Valentina esta pareja que tienes frente a ti quiere adoptarte, así que por favor ve a recoger lo que tengas para que vengas a reunirte con los señores mientras yo termino con el llenado del formulario. -Como usted diga señorita.   -Valentina- Nunca me imaginé que después de ese día mi vida fuera peor que la que llevaba en el orfanato. Una vez que se terminó de llenar las formas con los señores Ramos, partimos del orfanato, no fui de las que tenia muchas amigas ni amigos así que a mis ocho años de edad estaba siendo adoptada por una familia que a simple vista parecía buena, y cuando digo parecía es porque con ellos fue que supe el significa de la frase “las apariencias engañan”. Al llegar a la casa de ellos me dijeron que yo tenía normas que cumplir en la casa y que a pesar que estaba pequeña tenia que encargarme de mi ropa, y aprender los oficios de la casa que no me la iba a dar de niña bonita, que ellos solo me apoyarían para que vaya a la escuela si es que me lo ganaba, aunque al principio no entendía mucho de eso solo me limite a asentir ante lo dicho.   […] Así fueron pasando los días, las semanas, los meses y hasta porque no decir los años, cada vez me ponían más cosas que debía hacer para que me permitieran estudiar, gracias a mi buen desempeño en la escuela uno de mis profesores me ayudo a que me inscribiera en una buena universidad, pues ya solo me faltaba un año para terminar la educación secundaria, él era mi único amigo pues seguía siendo tímida y no me acercaba a nadie.   En la casa las cosas eran normales por así decirlo, los señores Ramos tenían una vida un poco alocada, no eran muy mayores que digamos, era un matrimonio joven, la señora Betty Ramos tenía apenas dieciocho años cuando me adoptaron y el señor Omar Ramos tenía veinticinco, aun no tienen hijos propios, aquí en esta casa hace muchas fiestas vienen muchas personas a tomar alcohol y fuman a más no poder, cuando hacen ese tipo de reuniones yo me encierro en el cuarto que me dieron para mí, y procuro no hacer ningún ruido para que no me llamen a que les sirva en algo o que les ayude atendiendo a sus amigos. El profesor Héctor me ayudo a que pudiera trabajar en línea, pues como me emocionaba aprender idiomas el me ayudaba para que yo pudiera hacer traducciones y que me pagaran por ello, como era menor de edad aun, el saco una cuenta a mi nombre, pero poniéndose el como tutor para que me pudieran hacer los pagos y tener dinero para mis gastos o para cualquier eventualidad.   Por mi mente nunca paso que iba a necesitar de eso más temprano que tarde. Una de las noches en la que los señores hacían sus fiestas, me pude dar cuenta que no solamente tomaban alcohol y fumaban cigarrillo sino que también fumaban algo que los dejaba como idos, y me puse a averiguar por internet y supe que era un tipo de droga que tenia efectos alucinógenos, porque los veía como hablaban solos y hacían algunas otras cosas, en una ocasión fui por algo de comer a la cocina pues pensé que al no haber ruido ya todos se habían ido y no fue así, sino que estaban tirados por algunos lados unos dormidos otros teniendo relaciones sexuales, inclusive vi a dos hombres teniendo sexo con una sola mujer.   Pero lo que estaba por venir fue lo peor, al irme de la cocina asqueada por lo que había visto, me dirigí a mi cuarto, pero para mi sorpresa allí se encontraba el señor Ramos sentado en el filo de mi cama, yo al verlo allí pegué un brinco pues él nunca había entrado a mi dormitorio. -Porqué te asustas al verme aquí, si esta es mi casa y puedo estar donde yo quiera. ­-Lo se señor, discúlpeme. -Recuerdas que Betty te dijo cuando te trajimos aquí, que debías hacer lo que te dijéramos para que así te pudiésemos dar lo que necesitabas. -Si lo recuerdo señor, he tratado de cumplir con todas las obligaciones que ustedes me han impuesto. -Pues desde hoy en adelante te impondré otra. ¡Ponte de rodillas! -Señor yo no he hecho nada malo, ¿Por qué me tengo que poner de rodillas? -Ya lo veras.

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