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La Historia de Jake Harrison

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Precuela de la novela "La Dama del Fútbol".

La historia del gran futbolista Jake Harrison es tal vez la historia con más incógnitas de todos los personajes famosos del mundo. Wikipedia dice una cosa, las revistas deportivas dicen otra, y el mismo Jake dice otra, hasta el punto de que incluso para los seres amados de Jake su pasado sigue siendo una incógnita, y su infancia y adolescencia todo un misterio.

Pues, en esta historia se contará la verdadera historia de Jake, un niño huérfano que pasó de vagar por las calles londinenses rebuscándose su sustento, a ser el capitán de la selección inglesa y una de las figuras más importantes del gran Manchester United, hasta llegar a ser una leyenda, convirtiéndose así el nombre de Jake Harrison en un nombre que generaciones y generaciones seguirían recordando.

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Historia Registrada en la Dirección Nacional de Derechos de Autor de Colombia bajo el registro #10-972-354

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Capítulo 1
Los 11 titulares de la selección inglesa caminaron en hilera por el túnel camino a la cancha para disputar el primer partido de la primera ronda del mundial de fútbol. Los contrincantes en esa ocasión, la selección italiana, observaban con asombro al muchacho de tan solo 20 años que iba de primero en la hilera, con la banda de capitán en su hombro, convirtiéndolo en el capitán más joven que haya tenido la selección inglesa en toda su historia. Los murmullos por parte de los italianos no se hicieron esperar, pero era algo que ya se esperaban, después de todo, aquel muchacho en el mundial pasado, con tan solo 16 años de edad, fue el que llevó a la selección inglesa hasta la final, y aunque no ganaron, este muchacho hizo historia, ya que aparte de ser el futbolista inglés más joven en jugar para selección de mayores en un mundial, convirtió un total de 7 goles en toda la competencia, lo cual lo ayudó a ganar el botín de oro, y ni qué decir de su participación en el Manchester United. Su juventud y su fiebre goleadora lo hicieron merecedor del apodo de "El Pelé inglés". Los rivales italianos, aunque estaban sorprendidos (ya que el DT inglés se había guardado muy bien quién sería el nuevo capitán de la selección inglesa, después del retiro de Rio Ferdinand) miraban al muchacho con respeto, sobre todo los defensas, ya que el joven era un experto en dejar a los defensas de todos los equipos contra los que jugaba en ridículo. Este muchacho inglés, portador de la banda de capitán, se trataba nada más y nada menos que de la joya del Manchester United, Jake Harrison. Jake tenía miedo, sin duda alguna. Aunque ya era su segunda vez en el mundial, este sería su primer partido portando la banda de capitán, sobre él recaía un peso enorme, y ahora con mayor razón debía de esforzarse y comandar a su equipo a la victoria. Ya se imaginaba a los crueles periodistas hablando sobre la absurda decisión del coach de la selección inglesa de darle la banda de capitán a un muchacho de 20 años, habiendo otros jugadores más experimentados como Wayne Clooney y Steve Gerard. -Se te notan los nervios por encima, Jake, cálmate un poco – le susurró su compañero, el arquero inglés Joe Hart, al oído. -No puedo, le daré la banda a Gerard – dijo Jake, dirigiendo su mano al hombro para quitarse la banda, pero Joe lo detuvo rápidamente. -¿Cuántas veces debo decirte que dejes de subestimarte a ti mismo? Eso es lo que los equipos rivales y la prensa quieren que hagas – dijo Joe. Llegó la hora. Los árbitros salieron a la cancha, y ambos seleccionados salieron tras ellos. El estallido de aplausos y gritos de júbilo por parte de los hinchas ingleses no se hizo esperar, todos se emocionaron al ver al joven Jake Harrison con la banda de capitán en el hombro. Todas las cámaras lo enfocaron a él, convirtiéndolo en la atracción principal del partido, y los comentarios por parte de la gente de la prensa y de los narradores de todos los países tampoco se hicieron esperar, todos decían lo mismo: que por primera vez en la historia de la selección inglesa, escogían a un capitán tan joven, algunos comentaristas no tuvieron piedad y dijeron que era absurdo que un "bebé" comandara a los pesos pesados como Wayne Clooney y Gerard, pero lo que no sabían esos crueles comentaristas es que en tan solo unos minutos, ese "niño" los iba a callar y haría historia.                                                                               10 años antes...   Ian Albert Harrison, un detective de ascendencia irlandesa radicado en el sur de Londres junto a su pequeña familia, regresó a su casa después de un arduo día de trabajo en la comisaría, y por supuesto, con el regalo que le había prometido a su hijo Jake de 10 años de edad. -¡Papá! - Exclamó el niño eufóricamente al ver a su padre ingresar por la puerta de la pequeña pero cómoda casa, para luego correr y abrazar a su progenitor fuertemente. -Hola hijo ¿Cómo estuvo la escuela hoy? - le preguntó Ian a su hijo. -Muy bien, señor - respondió el niño. -¿Y el entrenamiento? Fuiste ¿verdad? -Si señor - respondió el niño, con los ojos brillosos, esperando a que su padre dejara ver qué tenía en la mano que ocultaba tras su espalda. -Bueno, ya que has sido un niño muy obediente, te traje algo – dijo Ian, revelándole al niño un balón de fútbol original con el logo de la Champions League. -¡Oh vaya! ¡Gracias papá! - dijo el niño, muy emocionado, para abrazar fuertemente a su padre. -Bueno, ve a guardar ese balón, Jake, ya serviré la cena – dijo Sophia, la esposa de Ian y madre de Jake, la cual tenía una abultada panza de 8 meses de embarazo. El niño corrió a su habitacion para guardar el balón, y Sophia aprovechó entonces para hablar con su esposo el importante asunto que tenían que hablar. -Ha llegado otra amenaza, Ian – dijo Sophia, mostrándole a su esposo un sobre que había encontrado esta mañana bajo la puerta de la casa –. Te están dando una clara advertencia de que no te sigas entrometiendo en el caso de la princesa. -Solo estoy asesorando a la policía metropolitana - respondió Ian, no dándole importancia al mensaje amenazante. -Pues deja de asesorarlos – dijo Sophia, sirviendo los platos. Ian, aparte de ser detective de una de las comisarías del sur de Londres, también era asesor de la policía metropolitana londinense, la cual estaba investigando la muerte de la princesa Diana de Gales, mejor conocida como Lady Di; Ian estaba completamente seguro de que no fue un accidente, y lo estaba tratando de demostrar, y eso no le estaba gustando para nada a alguien, e Ian quería descubrir quién era ese alguien, que desde el inicio de su investigación con la policía, lo habían estado amenazando haciendo llegar cartas a su casa diciéndole que si no abandonaba la investigación, tomarían medidas poco ortodoxas. -Ganaré buen dinero si demuestro que la muerte de la princesa no fue un accidente – dijo Ian, ayudándole a su esposa a poner la mesa. -Así como estamos, estamos bien – dijo Sophia seriamente. -No lo estamos, y lo sabes – replicó Ian –. Tendremos una bebé, y eso implicará más gastos... -Si no hubieras hipotecado la casa tal vez no estarías tan preocupado – dijo Sophia, empezando a estresarse –. Ya dejemos así por hoy, no quiero volver a discutir ese tema contigo. La situación económica por la que estaba pasando la familia Harrison no era buena, Sophia nunca había tenido un buen trabajo, ya que ni siquiera pudo entrar la universidad, apenas salió del colegio se casó con Ian, y el sueldo de detective de este último no es que fuera muy bueno, y con todas las deudas que tenía apenas le alcanzaba para los gastos de la casa y demás. Cuando terminaron de cenar, Ian se sentó junto a su hijo en el sofá viejo de la sala y prendieron el tv para ver el partido del Manchester United, equipo del que ambos eran hinchas. -¡Oh, mira papá! ¡David Beckham! - exclamó Jake al ver a su joven ídolo en la pequeña pantalla del tv. -Sí, hijo, y mira, también estará de titular Ryan Giggs - comentó Ian. -Papá ¿yo también estaré un día ahí, verdad? ¡Jugaré como titular en el Manchester United! - dijo el niño, con el brillo en sus ojos que siempre se le veía cuando hablaba de su equipo del alma. -Sí, hijo, algún día estarás ahí, y espero poder verte – dijo Ian, dándole un beso en la frente a su hijo – me sentiré muy orgulloso. -Ustedes deberían apoyar al Crystal Palace, se supone que todos los del sur de Londres son hinchas de ese equipo, o por lo menos apoyar a otros equipos de la ciudad como el Chelsea o el Arsenal...no le veo gracia apoyar al equipo de otra ciudad - comentó Sophia, sentándose al lado de su esposo y su hijo. -Eso lo dices porque tu padre detestaba al Manchester United – dijo Ian, sin despegar su vista del tv.   6 meses después...   Jake acomodó a su hermana en el corral después de llegar de un increíble viaje de vacaciones que hicieron a las playas españolas, viaje para el cual Ian tuvo que pedir unos préstamos más. Se la quedó observando un buen rato, asegurándose de que no sufriera algún ataque de asma...lamentablemente la niña había nacido con el asma heredado de su madre. -No te preocupes, estoy seguro de que esta vez no le dará un ataque de asma nocturno – dijo Ian desde la puerta de la habitación. -Ok, me iré a dormir entonces – dijo el niño, saliendo de la habitación de su hermana. Una vez Ian se aseguró de que sus hijos y esposa estuviesen dormidos, salió de la casa y se dirigió al lugar en donde se podían hacer llamadas internacionales, necesitaba hacer aquella llamada tan importante. -¿Hola? - contestó al otro lado de la línea su buen amigo Richard, un adinerado irlandés que conoció durante el tiempo en que vivió en Dublín. -Hola Richard, soy Ian. -¡Ian! ¡Amigo! ¿Cómo estás? - lo saludó Richard extasiAdánente. -Las cosas no andan bien, querido amigo. -Oye, si me vas a decir que te preste más dinero... -No es para eso, Richard – lo interrumpió Ian –. Necesito que me prometas que si a mi esposa y a mí nos llega a pasar algo, cuidarás de mis hijos. -Ian, amigo ¿Qué ocurre? - preguntó Richard, sin entender nada. -Estoy sentenciado a muerte, eso es lo que pasa - respondió Ian, apretando los labios –. Por favor...prométeme que si me pasa algo te harás cargo de mis hijos. -Claro que si amigo, no te preocupes – le respondió el irlandés. -Gracias, amigo mío, te hablaré luego si tengo la oportunidad – dijo Ian, para luego colgar. Esa sería la última vez que Ian hablara con su amigo Richard.   Días después...   Jake anotó un gol más, asegurando la victoria del equipo de su escuela, y asegurando la clasificación a las nacionales. -¡Ese es mi hijo! - dijo Ian, abrazando orgullosamente a Jake apenas entró a la cancha en compañía de su esposa, la cual tenía a su pequeña hija en brazos - ¡Has jugado como todo un profesional! -Sin duda alguna será un gran futbolista cuando esté jugando en el Crystal Palace – dijo Sophia, convencida de que su hijo jugaría en ese equipo. -¡Jugará en el Manchester United! - gruñó Ian. Subieron al auto todos felices, camino a Nando’s, para celebrar allí la victoria de Jake. El niño jugaba con su hermanita, la cual estaba bien acomodada en la silla para bebé, y cuando iban por una zona desolada de la carretera, hubo un fuerte choque, y el auto se volcó. El primero en perder el conocimiento fue Jake, al golpearse la cabeza contra el techo del auto. Jake despertó, y al abrir sus ojos, vio que seguía en el auto, el cual estaba al revés, y él había quedado en el techo de este, y escuchó los lloriqueos de su hermana. La bebé estaba amarrada en la silla, y estaba de cabeza. Jake entró en pánico, no sabía qué hacer, miró hacia donde se supone que estarían sus padres, pero no los vio. De repente, escuchó unas voces. -¿Están muertos? - escuchó una voz varonil. -Él sí, ella no - respondió otra voz. -Con que él esté muerto tenemos suficiente. -Vámonos rápido antes de que llegue la policía. Jake escuchó unos pasos, vio unos pies acercarse al auto, y luego la luz de una linterna lo apuntó, dejando ver a un hombre que lo miró con algo de asombro. -Oigan, creo que el niño nos escuchó, está consiente - dijo el hombre. -Entonces hay que matarlo, no podemos arriesgarnos a que hable – dijo otro hombre. -Sabes cuál es el código ¡no matamos niños! - respondió el hombre de la linterna. -¿Entonces que propones? - preguntó otro. -Llevárnoslo – propuso. -¿A dónde, idiota? ¡No podemos regresar con ese niño a la base! -Yo me haré cargo de él, y de su hermana – dijo el hombre de la linterna. -Haz lo que quieras, pero debemos irnos ya. -Adelántense ustedes, yo me encargaré de los niños - respondió, abriendo la dañada puerta del auto para sacar al asustado y herido niño del vehículo, y también para sacar a la bebé de la silla en la que estaba amarrada, la cual permitió que resultara ilesa. Jake, el cual quedó sentado en el piso, vio a un par de autos largarse del lugar, y a un lado del auto volcado, vio a su madre, la cual estaba sangrando por todos lados, y al lado de ella, el cuerpo inerte de su padre. Esa sería una imagen que en toda su vida no se borraría de su cabeza, y la cual lo atormentaría con horribles pesadillas. -Sí, hola, llamo para reportar un accidente - escuchó al hombre de la linterna –. Dos adultos y una bebé. ¿Dos adultos y una bebé? ¿Y qué pasaba con Jake? El niño no entendía nada. Apenas el hombre de la linterna colgó,  se quitó su chaqueta para envolver a la bebé en ella y dejarla a un lado del auto. -Las ambulancias no tardarán, la bebé estará bien – dijo el hombre, mirando al asustado Jake –. Tu vendrás conmigo, así que despídete de tu hermanita, porque no la volverás a ver en un buen tiempo.  

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