Novia Fugitiva

Una boda es la manera más ostentosa de decirle al mundo que dos personas se aman, y que han decidido pasar el resto de sus vidas juntas. Hay miles de bodas por año, pero lo que conlleva ese grandioso acto, no es duradero en muchos casos. Pero las personas siguen realizando bodas sin tener en mente el significado que conlleva esto. Es aquí donde inicia esta historia, una pareja de dos jóvenes que están a punto de casarse. El lugar está repleto, conformado por amigos y familia de ambas partes, parientes que han viajado de diferentes partes del mundo para celebrar con la feliz pareja. Todo está repleto de flores blancas, incluso el suelo está lleno de ellas, llenado previamente por la pareja de niñas floristas. La música empieza a sonar, indicando que la novia estar por entrar, mientras que el novio está sudando del nervio, los padrinos le envían miradas de aliento, pero él sigue pensando en lo que pasará, una parte de él está aterrada, sabe que desde hoy su vida con cierta libertad ya no existirá, de ahora en adelante estará comprometido de por vida, ya no tendrá que pensar solamente en él, sino que habrá alguien más, algo aterrador al momento de describirlo, en cambio la otra parte no puede esperar en ver a su amada, está ansioso por levantar su velo, por todo lo nuevo que van experimentar, en especial en esta su primera noche de marido y mujer, se podría decir que este es uno de los principales incentivos a seguir allí de pie, con esa sonrisa crónica, vuelve a decirse “es lo mejor de tu vida”, no para convencerse, sino para recordar lo afortunado que es. Al otro lado de la iglesia, específicamente afuera de ella, la novia está huyendo, corriendo con sus zapatos altos, sosteniendo su ramo de flores con una mano, y con la otra su vestido para poder seguir corriendo, su tío la espera en la puerta principal, para entregarla al ansioso novio, pero ella está huyendo, salió de la iglesia, no teniendo muy en claro lo que estaba haciendo, no sabía para donde ir, solo quería salir de allí, dejando a su amado, y a toda su familia y amigos esperando su entrada, pero ella no llegaría. Finalmente detiene un taxi, el hombre confuso se detiene, ella sube sin decir nada, él espera unos segundos su dirección, pero ella se mantiene en silencio, el conductor se da cuenta que ella no dirá nada, así que se atreve a preguntar. - ¿algún lugar para ir? - la novia fugitiva sale de sus pensamientos, mira alrededor, como si acabara de darse cuenta de que estaba dentro de un taxi. - oh, sí… bueno no tengo un lugar en mente- balbucea- lléveme lejos de aquí. Por la mente del conductor cruzó la intención de bajar y acompañarla dentro de la iglesia, pero el rostro de la novia era de decepción, confusión, y angustia, era obvio que no quería estar allá dentro. El auto empezó a avanzar, nuestra novia expiró con gran fuerza, como si hubiera estado conteniendo la respiración en todo este tiempo. Después de unos quince minutos de estar conduciendo por la ciudad, el conductor detiene el auto, no seguiría sin ningún punto de referencia, había aceptado la carrera, pero había empezado a sospechar que estaba perdiendo su tiempo, tenía un gran presentimiento de que no le pagaría aquel trabajo, y el necesitaba el dinero. -No quiero parecer grosero, pero ¿ya decidió a dónde irá? - la novia se dio cuenta de su acción, sonrió apenada. - lo siento, esto no estaba dentro de los planes. - ¿en serio? Podría jurar que recoger a una novia fugitiva es bastante normal – el conductor pensó que un pequeño de chiste funcionaria para romper aquel ambiente tenso que había invadido su vehículo desde el momento que la novia fugitiva había subido en este. Esto pareció funcionar, la chica sonrió, luego guardó silencio, buscando en su mente un lugar donde ir. - lléveme a Aveneu Park, el edificio The Willows- el conductor asintió y se dirigió allí, se sintió aliviado, pronto se desearía de la novia fugitiva, y podría volver a su trabajo. Unos minutos después estaban frente al edificio, el dedujo que la chica debía buscar dinero, pues normalmente una novia no lleva entre su liga dinero para pagar un taxi- podría esperarme, bajaré con su pago. - por supuesto- contestó, era claro que no se iría sin su dinero. Así que se acomodó a esperar a la novia con el dinero. Nuestra novia fugitiva, había tenido tiempo para pensar que era lo que haría, había escapado de su boda, llena de invitados, la que había costado una fortuna. Había pasado veinte minutos desde su huida, no demoraría más hasta que se dieran cuenta de su jugada, por el momento había ganado tiempo trancando la puerta de su camerino, con una canción de fondo, que solía escuchar cuando estaba nerviosa, sabía que todos pensarían que sus nervios la estaban reteniendo, pues no era un secreto que no había podido estar tranquila la última semana. Lo primero que hizo al entrar a su apartamento fue quitarse su vestido de novia, busco una ropa cómoda y se cambió, tomó la cantidad de ropa que cupiera en su maleta de mano, sus documentos, teléfono, billetera, llaves, y se dispuso a salir, pero sin antes dejar una nota a su tío. Con respecto a sus sentimientos, ella se sentía en paz, era la primera vez que lo hacía desde el momento que su novio le había propuesto matrimonio. Por un momento el conductor había pensado que la mujer no saldría y que tendría que irse, pero de pronto la puerta trasera del auto se abrió, la mujer estaba de vuelta, esta vez cambiada, y con una maleta, el estaba mas confundido que antes. -bien, podemos seguir- dijo nuestra novia, el hombre cansado y algo molesto apaga el motor del auto. -¡No! No encenderé este auto hasta que me diga que ocurre, es algo extraño recoger a una mujer en mitad de la calle, vestida de novia, luego vagar por la ciudad hasta que ella me dirija hacia un lugar, luego quiera que la lleve a… ni siquiera me ha dicho a dónde quiere ir, además que aun me debe. - le pagaré, se lo prometo, tengo dinero- alzó su bolso. - ¿cómo sé que es cierto lo que dice? No la conozco, y lo poco que he visto, no me da confianza. - cien dólares por traerme aquí- el hombre la miró asombrado, aquello era mucho, había pensado en cobrar unos veinte dólares por el recorrido, tal vez treinta, pero nunca cien. La novia fugitiva buscó el efectivo en su bolso, se lo entregó- le daré mas si me lleva a Luisiana. - ¿Luisiana? - ella asintió- es un día de viaje, no hago ese tipo de viaje por cien dólares. - le daré quinientos. - no iré. - ¿mil dólares? - el conductor no lo esperó, se quedó observándola. - ¿por qué hace esto? Ni siquiera me conoce, ¿no sabe que hay gente demente? - ¿es usted un demente? - no… ¿pero cree que si lo fuera se lo diría? - quiero pensar que sí. - creo que es usted la que está demente, pienso que debería volver a su casa. - no volveré, si usted no lo hace tendré que buscar a otro que sí lo hará, y tal vez ese sí sea un demente, y me haga algo horrible, y quedará en su conciencia el no ayudarme. - puede pagar un boleto de avión con ese dinero. - odio los aviones- se estaba dando por vencida, pero era mucho sus ganas de salir de Manhattan, fuera de aquel problema que había formado, su teléfono empezó a sonar, ya se habían dado cuenta de su huida- mire, acabo de escapar de mi boda, una boda que costo una fortuna, deje en el altar a un buen hombre… pero su familia no lo es, el único lugar en donde estaré a salvo es Luisiana, necesito ir allí ahora mismo… por favor ayúdeme- suspiró, mil dólares no eran nada, sabía que necesitaba dar mas- le daré dos mil, quinientos ahora, y luego lo otros mil quinientos cuando esté en Luisiana. - debo ser un demente- el conductor se dijo a si mismo, aunque fue en voz alta, lo que no le daba cierta confianza a la novia fugitiva, pero por alguna razón, desde el momento que montó aquel taxi, supo que el hombre era de confianza y no se equivocaba de eso. El hombre se había criado en las afueras de la ciudad en un pueblo pequeño, donde todos se conocían, donde podías vivir con las puertas abiertas, y tu vecino era tu mejor amigo, era un hombre de valores que había ido a la ciudad en busca de oportunidades. Y en este caso, necesitaba el dinero, era una buena cantidad para sus ahorros, a pesar de que tendría que hacer un viaje largo. - ¿me llevará?- preguntó para confirmar su sospecha. - antes debo cambiar de auto, este taxi no es mío. - bien- miró su teléfono, las llamadas habían vuelto, así que lo apagó- ¿puede ser rápido? El conductor gruño, era un joven, algo maduro por la vida, pero de la misma edad que nuestra Novia fugitiva. Era Alto, de semblante amable, ojos cafés, cabello castaño claro, lo suficientemente largo para llegar a sus orejas, pero con alma vieja. Condujeron hacia la piquera de taxis, donde se encontraba su auto, Toyota, modelo corolla, no de último año, pero algo actual, “es decente” peso la novia fugitiva. El cambio de auto fue relativamente rápido, la novia puso sus cosas en la parte del maletero, dudó en subir en el puesto de copiloto del conductor, sentía que aquello era mucha confianza, aunque analizando toda la situación, aquella barrera ya no debía existir, así que terminó subiendo de copiloto. -ok, no será un viaje fácil, tal vez debamos detenernos en el camino, aunque sea a dormir un par de horas antes de seguir- dijo nuestro conductor- aquello correrá por tu cuenta, sin descuento de mi paga. - me parece bien. - por cierto, soy Harvey Miller. - Mae Cullimore. - empecemos el viaje novia fugitiva.