OBLIGADA A AMARTE. +18

¡Por los calzones de Jesús! después de una guardia como la de hoy sólo quiero tirarme a dormir. Bueno, al parecer no voy a poder. Apenas entro a mi habitación encuentro a mi hermano revisando mis cajones, mirándome con una sonrisa mientras voy entrando — Hola Barto, yo estoy bien ¿y tú? Gracias por preguntar, es muy amable de tu parte, ¿sabes que sería muy amable de tu parte también? dejar de revisar mis cosas y dejarme dormir — Le digo con tanto sarcasmo como me es posible — ¿No se supone que las enfermeras consiguen condones gratis en los hospitales?— ajá, con que eso es lo que busca. Pues lo siento mi cielo. — Mmm, ¿tienes idea lo activa que es mi vida s****l? Barto, por favor— sonrío— si sigo así se me va a restaurar el himen— Como estoy acostada y con los ojos cerrados lo único que escucho es la estruendosa carcajada de mi hermano — ¿Es eso posible?— abro los ojos y me giro como la niña del exorcista para ver si lo pregunta de verdad. Pues no, pero me contagia su sonrisa —Deberías venir con nosotros a un bar nuevo que hay a diez minutos— Bartolomeo, mi hermano, es abogado pero también un soltero y fiestero abnegado. Trabaja junto a su mejor amigo, Simón, en una firma muy reconocido. Simón, castaño, ojos verdes y alto, muy muy alto. Es mi amor platónico desde que tengo 7 años. Cada vez que lo veo parezco una adolescente a punto de ebullición — ¿Que dices, Ali? Va a estar Simón— dice mientras sube y baja las cejas en un gesto cómplice. Es consciente de que me gusta su mejor amigo y no le molesta. De hecho siempre dice que le hubiera gustado que estemos juntos. — ¿A que hora tengo que estar lista? Solo una copa y vuelvo a casa, Bart. Tengo que estar temprano en el hospital, van a presentar a un doctor nuevo al parecer— ruedo los ojos de solo imaginar lo cansada que voy a estar — Podrías empezar a prepararte ahora, te espero abajo— me responde mientras va saliendo. — Y ¿Ali?— — ¿Mmm? — Deberías dejar de trabajar tanto y empezar a pasar más tiempo con Amie— Amie, como le decimos es Amanda, nuestra abuela y también nuestra madre. — Está cansada de verme la cara sólo a mí, también dijo que trabajando no vas a encontrar al amor de tu vida— Se ríe. — Bart, yo no quiero al amor de mi vida. Solo quiero un sugar daddy que me mantenga— bromeo — Tendríamos que buscar uno juntos— ríe, acto seguido cierra la puerta. Podría dormir, ¿y si sólo cierro los ojos diez minutos? o a lo mejor encuentro a mi sugar daddy en ese bar, pienso divertida. Me levanto y busco un pantalón de jean corte skinny con una camisa casual en tono champagne. Unas botas negras de tacón bajo y un blazer n***o. Termino de bañarme, después de tomarme la ardua tarea de depilarme y me voy preparando En el momento exacto que termino de abrochar el brassier, golpean la puerta. Probablemente sea Bart para recomendarme, muy impacientemente, que me apresure — ¡Pasa!— — ¡Dios, Ali! —escucho a Simón— Mierda— No sé si reírme o avergonzarme por ésta situación, si algo es seguro es que quién está avergonzado no soy yo — Lo siento, pensé que eras Bart— trato de contener la risa— Te mandó él, ¿cierto?— el pobre no sabe pa donde mirar Que tan mal no estoy, hey. Me mato ejercitando para tener con qué. — S-si, cuando termines también que bajes a cenar algo— como se puso de espaldas voy a aprovechar para dirvertirme un poco Me desabrocho el brassier con disimulo mientras me acerco a su espalda en silencio — Que bueno que viniste, justo necesitaba ayuda— susurro en su oído. Menos mal que me lavé los dientes hace unos minutos, joder, que almorcé pasta al pesto. Carraspea — Sí, ¿con...? — ¿Me ayudarías? — S-si— está nervioso, es la primera vez que lo escucho nervioso. Que voy a aprovechar ésto, te debo una Bart. — Simón...— — ¿Mmm?— — Si no te volteas no vas a poder ayudarme— Lo hace y noto su respiración irregular. Así que ésto tenemos. — ¿Me lo pondrías?— pregunto con un doble sentido y en un tono de voz extremadamente bajo a propósito y ¡BINGO! obtengo lo que quiero. Un leve sonrojo. Siempre fuí de las mujeres que aprovechan la oportunidad con los hombres que quieren tener. No los obligo, claro está pero digamos que sé lo que tengo y como usarlo. Hasta ahora, sí, después de tantos años no había tenido oportunidad con Simón. — ¿El qué?— me responde en el mismo tono. — El broche del brassier— contesto mientras quedo de espaldas a él. Sacando un poco de trasero, obvio. Que todas lo hacemos incluso si tenemos el de Kim Kardashian Joder, que me está respirando en la nuca Siento sus dedos marcar el largo de mi columna, bajando hasta el filo de mis bragas y volviendo a subir. Deteniéndose así a la altura del broche. —¿Así está bien?— susurra en mi oído y su aliento chocando me pone la piel de gallina. — Simón...— sigo hablando bajito por miedo a romper el momento— ¿mi hermano y mi abuela? — Tu hermano fue a buscar a Lauren y tu abuela está con Hilda— nuestra vecina, bien — ¿Estamos solos?— — Sí, Ali— me responde y siento sus grandes manos en mis caderas.