Prólogo.
- Preparados para inocular el nuevo compuesto.
- Sí señor, todo listo. Cámaras en posición para registrar el resultado.
- Excelente, procedan.
El hombre de bata junto al uniformado al mando asiente, acomodándose frente al computador que tiene delante y teclea un par de comandos, dándole a ACEPTAR al procedimiento. Delante de ellos y varios uniformados y científicos más, se encuentran una gran cantidad de cápsulas con seres humanoides flotando en un líquido semi-transparente, como si se encontraran en el útero materno, como si se tratara de líquido amniótico. Hay muchos, todos en diferentes etapas de desarrollo y con características similares y otras diferentes. Los de menor tamaño, aún con lo que parece un cordón umbilical conectado aún a su cuerpo y una máscara con tubos cubriendo la mitad de sus rostros, además de otro par de tubos más que se conectan en otras zonas de su cuerpo. Lo más grandes, por el contrario, solo poseen las máscaras y los tubos, el cordón ya parece habérseles caído.
Son fácil más de cincuenta (muchos más), todos en la enorme sala, en diferentes alturas, cada cápsula con un registro a su lado, de los signos vitales de su huésped y toda la información pertinente sobre él, como lo que le ha sido administrado y sus reacciones.
El que está justo en frente de los hombres a cargo, empieza a brillar, mostrando más claramente al individuo flotando dentro. Por los conductos conectados al mismo, puede verse cómo dicho compuesto, de un color azul brillante, es inoculado directamente en su cuello, directo a su sistema sanguíneo.
La cámara capta cada instante que transcurre mientras la dosis del suero es aplicada y, por el momento, nada parece cambiar, todo permanece igual.
- ¿Alguna alteración?
- No señor, por el momento nada, pareciera ser que el cuerpo del sujeto acepta el compuesto con facilidad, sin muestras de rechazo.
El hombre de bata habla al tiempo en que revisa todas las estadísticas en la pantalla junto con los registros del sujeto y su estado. Todo parece estar saliendo como lo esperaban.
- Bien, entonces inicia con la inoculación al resto, si esto funciona, quizás hayamos conseguido nuestro objetivo.
- A la orden.
Sin perder tiempo, el hombre teclea nuevamente un par de comandos y un ACEPTAR vuelve a aparecer en su pantalla, haciendo que él de clic y todas las cápsulas se iluminen a la vez, mostrando a los muchos sujetos de prueba en las mismas, y los diferentes tubos en sus cuerpos cambiando de color por el suero transmitido a través de ellos.
Sus sonrisas de satisfacción hacen acto de presencia hasta que un sonido se escucha y bajan su mirada de las demás cápsulas en la altura, para devolverla a la primera que tenían enfrente, encontrando algo que los asusta: el sujeto en el interior ha empezado a sacudirse y a gritar como loco. Si bien no hay ningún sonido, las burbujas que escapan en montón por la máscara, les dan el claro indicio de que lo hace y de que algo malo está pasando.
Preocupado por esto, el científico se apresura a buscar los registros de la cápsula para intentar descubrir qué es lo que ocurre y, en cuanto estos aparecen en pantalla, no puede creer lo que está viendo. La muestra de ADN está mutando, su sangre parece volverse negra y cambiar su composición (no hace falta ni ver la computadora para saber eso, se puede ver perfectamente en uno de los tubos que sale de su ser), su temperatura está aumentando peligrosamente y su cuerpo ha empezado a cambiar.
Garras, cola, escamas, poco a poco el físico del sujeto en la cápsula muta, en tanto los científicos intentan frenar lo que sea que esté pasando hasta que notan que, en las demás cápsulas, está ocurriendo exactamente lo mismo: todos y cada uno de los sujetos está sufriendo una transformación monstruosa y grotesca, cada quién a su forma, y no consiguen controlar el problema. Aterrorizados, los uniformados sacan sus armas y apuntan a los ahora monstruos que, ya despiertos, parecen batallar contra su confinamiento.
De repente, el que tenían justo frente a ellos, abre los ojos y sus pupilas rectas se fijan en los presentes. Orbes de un naranja intenso, casi como neón mezclado con amarillo en estrías, se muestran claramente en todo el globo ocular expuesto, sin una sola pizca de esclerótica a la vista, mandando una amenaza obvia a los que se encuentran afuera.
No obstante, no pueden ver nada más de él, puesto que, al instante siguiente, los vidrios de las cápsulas a su alrededor estallan y cada criatura salta de dentro de ellas, lanzándose contra los hombres y mujeres que ahora les disparan desesperados por mantenerlos a raya en una lluvia de afilados cristales y líquido amniótico.
No sirve de nada, entretanto que la cámara continúa grabando todo momento de la carnicería que está ocurriendo en ese momento, cada monstruo ataca y comienza a comerse cualquier cosa que sus dientes y garras alcanzan, creando un derramamiento de sangre, carne, huesos y órganos regados por todos lados, "dándole un nuevo color" a la estancia.
Luchando por llegar al pánel de control, uno de los científicos se arrastra como puede (con sus piernas prácticamente arrancadas a mordidas) hacia el mismo en el centro del lugar y, justo antes de que una de las criaturas lo alcance, consigue presionar el botón de alerta máxima del complejo, el cual activa, no solo una sirena de peligro sumamente estridente por todo el oculto edificio, sino que acciona el mecanismo de cierre de seguridad del lugar, encerrando a los monstruos dentro del mismo... con todos los demás habitantes del lugar con ellos.
Lo último que alcanza a ver antes de ser devorado por completo, son los brillantes iris del primer sujeto inoculado, el cual aún sigue en su cápsula y sin hacer nada más que contemplar dicha masacre...
