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La Unión

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Blurb

-¡Yo confié en ti porque así me lo pidió el corazón!-espeté sollozando.

-¡Nadie te ha obligado a nada aquí! -me sacudió del brazo furioso.

-Intenté acercarme más a ti, pero fuiste tú quien me alejó mediante decepciones, ¡una tras otra!-me zafé de su agarre y me fui en dirección contraria.

-¡Alois! ¡Tienes que escucharme, Alois! ¡Me obligaron a hacerlo!

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Acompáñame a leer esta fantástica novela de ficción llena de sorpresas en todo momento, donde veremos decepciones, traiciones, pero sobretodo amor.

Un mundo donde muchos quisieran vivir y otros no se lo plantearían.

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Capítulo 1: Frío
El frío me estaba matando. Es uno de esos placeres que te podría llegar a matar poco a poco sin darte cuenta, porque es eso, placer. Miraba el cielo blanquecino que dejaba caer pequeños copos de nieve que habían estado cuajando desde hace 2 días. Entre eso, y el sonido crujiente de la nieve bajo mis pies, no me he podido sentir más libre. Intentaba aprovechar ese momento para pensar en soluciones a cosas que me preocupan, pero la mente se me quedaba en blanco instintivamente. Por otro lado, otros pensamientos que no quería que acudieran a mi cabeza, hacían un esfuerzo horrible por abrir esa puerta, a pesar de que, en realidad, no tendría que haber nada de qué preocuparse.  ¿O sí? Al cabo de unos minutos decidí regresar dentro. Da igual lo mucho que me guste el frío, me acuerdo de que soy humana cuando ya no siento mis pies y mis manos y mis músculos empiezan a contraerse para entrar en calor. Vago esfuerzo diría yo. Sacudí toda la nieve de mi chaqueta y mi gorro quitándomelos antes de entrar, no vaya a ser que entre una pizca de nieve dentro del Estudio, o nos sancionarán con 2 horas de limpieza. Muy típico aquí. -¡Alois!-levanté rápido la cabeza-, ¿Por qué has tardado tanto? Venga, pasa-me abrió la puerta y tiró de mí para dentro. Ella era Lydia, mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. Siempre muy entusiasta y positiva con todo el mundo. Su forma de ser le alegra el día a cualquiera, menos a mí, que de tanto acostumbrarme a ella ya no me afecta su positivismo y sus ganas de que todos estén bien. -Espera, ¿tú no has salido afuera? -No, me he quedado estudiando en mi habitación-ella, cerebrito-, además, tú también deberías prepararte para los exámenes, ya te vale de suspender. Y era cierto, llevaba un trimestre muy malo, pero creo que todo es justificable, aunque ella me diga que no. No es culpa mía que ella tenga más facilidades a la hora de estudiar, hago todo lo que puedo, o todo lo que quiero, no lo sé. Lydia me estuvo dando un speech sobre lo importantes que son los estudios mientras subíamos en ascensor a la planta 6, nuestra planta. Yo le recalcaba que cada uno hacemos lo que queremos y punto, pero ella seguía y seguía, en fin. -…y por todo esto vas a acabar siendo la jefa del huerto como no estudies-sí, nos castigan por suspender asignaturas con horas extras de trabajo, pero sin propina-, por eso, déjame ayudarte con lo que sea-se notaba en su mirada la frustración, pero nunca lo entenderé. A todo esto, ya estábamos delante de mi habitación cuando terminó de decirme lo último. Estaba cansada del mismo tema, por ello decido que la dejo terminar de hablar mientras yo pienso en otras cosas, y cuando acaba le cambio el tema. - ¿Nos vemos en la cafetería en media hora? Necesito ducharme y cambiarme la ropa-realmente estaba muy mojada. -Tú siempre cambiando de tema-me fulminó con la mirada y luego soltó una risita-. Como veas, ahí estaré-se dio media vuelta y se fue. Saqué la tarjeta del bolsillo trasero y la pasé por la puerta. Cuando esta se abrió me di cuenta del frío que hacía en mi cuarto y me acordé que había desenchufado la calefacción esta mañana. Qué estúpida. Llevaba unas semanas bastante pensativa. Todos mis pensamientos rondaban el hecho de que la semana siguiente se nos iba a asignar una pareja por primera vez. Si fuese en otras circunstancias aún no me preocuparía, pero en noviembre me habían entregado la décima tarjeta, lo que significaba que este año ya me tocaría tener una pareja. Suena todo muy pintoresco y a la vez muy brusco. Pero así funcionan las cosas aquí en Centro X. Después de tantos años de guerras y de pérdidas, la humanidad decidió abordar este problema desde un punto de vista bastante nuevo y extraño. Tengo vagos recuerdos de lo que un día era mi infancia, entré aquí con 8 años, pero ya no sé los años que tengo, nadie nos lo dice. No sabemos a qué fecha estamos porque está prohibido hablar de tiempo, de años y de todo eso en sí. Sólo sabemos que cada dos años se nos entrega una tarjeta que nos ayuda a dirigirnos a los demás por el número de tarjetas que tienen. Lydia y yo ya tenemos 10 tarjetas, y si las parejas se asignan a partir de las 9 tarjetas es porque seremos suficientemente mayores como para sobrellevar la situación. Yo al menos me siento lo suficientemente madura, solo que no paro de pensar en cómo se tiene que proceder con todo el tema, no entiendo aún muchas cosas de las que van a pasar en menos de 3 días. Con todos estos pensamientos que se cruzaban en mi cabeza fugazmente, logré ducharme sin congelarme con el frío de mi habitación. Salí del baño con una toalla enrollada y procedí a secarme el pelo. Sigo sin entender el porqué de muchas cosas, pero eso al mismo tiempo hace que me despreocupe de todas esas cosas, no sé si me explico. Miré mi armario con desdén y saqué una prenda al azar, pues todas eran iguales: petos de color bermellón a juego con camisas blancas. Aquí todo el mundo lleva una vestimenta que lo “representa” de cierta forma. El de las chicas es este, el de los chicos el color es un verde pistacho. Por una parte, te acostumbras, y también es mucho más rápido cuando te tienes que vestir, pero supongo que tampoco hay alguien que tenga mucha prisa en vestirse aquí. Salgo de mi habitación con todo listo y me dirijo hacia el ascensor. Pude divisar por el rabillo del ojo izquierdo al guardia de la planta que me saludó asintiendo con la cabeza y yo le devolví el saludo con la mano. -Buenas tardes Robert -Buenas Tardes Alois, ten cuidado con la nieve-me dedicó una sonrisa amistosa. -Lo tendré Robert, gracias-y se cerraron las puertas del ascensor, dejándonos ver sólo las sonrisas del otro. Robert era muy majo, a diferencia de otros guardias de planta, él sabía alegrarle el día a cualquiera. El guardia anterior a Robert siempre andaba dando órdenes innecesarias, pues somos libres de salir y entrar en planta cuando queramos, pero según él, eso no era así. Lo acabaron despidiendo por abusar de una chica que sólo tenía 8 tarjetas, según él, a ella le gustaba y estaba de acuerdo, pero aquí no hay compasiones. Qué locura. Al salir del ascensor, me dirigí al túnel de cristal que conectaba los Estudios con La Torre. En concreto, Hay cuatro Estudios y todos están conectados entre sí por puertas, menos el Estudio 1 que es el mío, que está conectado por un túnel de cristal de unos 20 metros para entrar a La Torre sin tener que salir fuera y mojarte, o lo que sea. Me crucé por el camino con unas cuantas parejas de la última unión y algunos parecían ser muy felices. Otros simplemente no tenían expresión facial. Me preguntaba si a mí me saldrá bien eso de la unión o no, puesto que hay mucha gente que pone reclamaciones en Administración y automáticamente se les cambia de pareja siempre que haya otro caso igual. Sé que no depende solo de mí, sino que también de la otra persona, pero con todos los que estamos, no sé ni quién sería el posible candidato. -¡Alois, estamos aquí!-la voz de Lydia me sacó de mis pensamientos absurdos y fue entonces cuando la vi sentada con dos cafés y con Jezabel. Ella era una amiga más de Lydia que mía, pues no hemos coincidido mucho desde que ella la conoce, y no me cae ni bien ni mal. -Hola chicas, perdonen la tardanza, mi habitación estaba muy fría y no me podía duchar así-me senté y me quité la chaqueta, hacía un calor abrumante ahí dentro. -No te preocupes, no tenemos prisa-dijo Jezabel. Ella era egipcia, pues aquí estábamos mezclados de todas las etnias y lugares del mundo. Yo, por ejemplo, era de Francia, y Lydia también. Hay pequeñas cosas que sí que nos dicen con el tiempo, pero muy pocas. -La semana que viene ya nos asignan pareja, ¿estáis emocionadas? –dijo Lydia. Ella sí que estaba emocionada, siempre se le nota todo en la cara. -Yo, la verdad es que paso-dije removiendo mi café-, no creo que sea algo como para emocionarnos tanto, al fin y al cabo es el ciclo de este sitio, ¿o no? -levanté mi mirada buscando complicidad en esto último. -Creo que hay que emocionarse lo justo-Jezabel parecía bastante sensata hasta el momento, me empezaba a caer mejor con cada conversación. -Lo que más me intriga es pensar en quién podría ser -a esto Lydia giró su cabeza y empezó a buscar miradas masculinas que le dijeran algo, no sé el qué, pero así era Lydia. Una picantona de metro setenta, morena, de ojos castaños y cuerpo bastante cuidado. Creo firmemente que cualquiera que le vaya a tocar sabrá cuidarla, porque además de guapa, tiene un temperamento fuerte también-. Pero bueno, lo importante es que estemos contentas al final del día de la Unión y que a ninguna le pase nada malo con su pareja-nos miró seriamente-, Dios sabe con qué mamarracho nos van a unir de por vida-miró al cielo con una carcajada y nos reímos todas al unísono. -Bueno, cambiemos de tema, necesito ayuda en Historia-miré a Lydia en busca de ayuda moral. -Yo también puedo ayudarte si quieres, tengo muchos apuntes de lo mismo, si quieres cuando subamos a planta te los puedo dar-Jezabel era un sol. -Acepto encantada-esbocé una sonrisa y le choqué la mano a Jezabel en signo de pacto-, creo que me vendrá bien estudiar este fin de semana, ya que el examen es el lunes, igual que la Unión. -¿Ves? Ya tienes excusa para desconcentrarte de lo otro-me dijo Lydia contenta-, aunque ya sabemos que serás la reina de los castigos como suspendas más de una. -Ya lo sé, solo necesito centrarme un poco, lo siento. -Nah, no te preocupes, a mi creo que me quedarán 3 o así-dijo Jezabel con toda la tranquilidad del mundo. - ¿Y eso? -Lydia estaba sorprendidísima. -Pues, al lado de mi habitación hay una pareja felizmente unida que no hace más que celebrar su unión todas las tardes-noches, y así no hay quien estudie-nos reímos todas-. Además, la biblioteca suele estar muy llena en esta temporada y me pongo muy nerviosa cuando tengo poco sitio en la mesa para poner mis cosas, así que me paso las tardes releyéndome los apuntes y mirando series. -Vas muy, muy mal-dijo Lydia-. ¿No has probado en ir al jardín de en frente? –ese jardín es muy silencioso en tiempos de invierno, pues a poca gente le gusta ir y observar el mal tiempo a través de una cristalera, menos a mí y un par más. -Ya lo probaré el siguiente semestre. -Bueno, yo creo que os iré dejando-hice ademán de coger mi chaqueta cuando la mirada seria de Lydia intentaba encontrar la mía-, es que quiero acabarme de ver una serie antes de ponerme a estudiar, no me mires así. -Bueno, entonces nos vamos todas, no pasa nada, así aprovecho y te doy los apuntes-dijo Jezabel al mismo tiempo que se levantó. Nos dirigíamos las tres a la salida cuando divisamos por el túnel de cristal un grupo de chicos que venía en dirección a la cafetería. Todos venían picándose y riéndose y pude ver como Lydia se intentaba esconder detrás de mí y de Jezabel, lo que me dejó bastante confundida. No le dije nada y esperé a que pasasen de nosotras para seguir avanzando, no es que el túnel era muy ancho que digamos. -¿Se puede saber por qué tan nerviosa? -esta vez era yo la que buscaba su mirada para buscar una respuesta. -Chicas, yo voy adelantándoos para bajarte los apuntes, y aprovecho para ir al baño, ahora os veo-dijo Jezabel mientras se alejaba. -¡No te preocupes, ya te alcanzaremos!-volví con la mirada hacia Lydia que intentaba caminar más rápido que yo, pero la cogí por el brazo-. Te lo vuelvo a repetir, ¿qué ha sido eso de antes? Explícamelo. -No sé qué decir, simplemente aquí no puedo decirte nada, te lo diré por mensaje, que aquí nos pueden oír y ver las cámaras-y tenía razón, vaya estupidez la mía en medio de un pasillo. -Vale, pero como sea lo que yo pienso que es, te puedes meter en un serio problema-aceleré el paso y nos subimos al ascensor rápidamente para llegar. No me lo podía creer, Lydia podría ser sometida a grandes castigos como sea lo que pienso, espero que no. -Hasta ahora-le dije mientras cada una girábamos en dirección a nuestras habitaciones. -Adiós-dijo, avergonzada. De otra manera no podría estar, supongo. En cuanto entré en mi habitación, mi móvil empezó a sonar sin parar. Lo cogí y empecé a leer los mensajes de Lydia. “Antes de nada espero que sepas que yo no quería, pero pasó.” “No quiero que pienses mal de mí ni nada por el estilo, y que si eres tan buena amiga mía no vas a decir nada.” Las típicas frases que dice cuando ha hecho algo que la puede llevar a algo grave. No es nada nuevo de ella hacer fechorías, pero las reglas lo dicen muy claro, cualquier cosa salida de lo permitido tiene diferentes tipos de sanciones. Te pueden sancionar desde 2 horas de limpieza hasta una infinidad de días encerrado en tu habitación, o donde ellos quieran. Hay también castigos físicos, pero no he oído de nadie que haya pasado por ahí aún, menos el guardia que abusó de esa chica. El resumen de lo que me dijo Lydia podría ser que tuvo un encontronazo con un chico que estaba en ese grupo cuando pasamos por el túnel y por eso se estaba escondiendo de él, porque los demás también lo sabían. En las reglas eso no está permitido hasta que se te asigne una pareja, pero ella ya se había saltado esa regla. El castigo por eso era un mes encerrada leyéndote todos los días el libro de reglamentos y al cabo de ese mes lo tenías que tener memorizado. Con todo lo inteligente que es Lydia, no creo que quiera pasarse un mes haciendo eso, asique tiene que tener cuidado con quién se entera de estas cosas. Me pasé el fin de semana terminándome la serie y estudiando de los apuntes que me dejó Jezabel. Me han ayudado bastante, la verdad, no me lo esperaba. Creo que puedo ir al examen del lunes con la cabeza bien alta, quién sabe.

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